Eutheromania

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Sentía el dolor más profundo que nunca había experimentado recorriendo cada una de sus terminaciones nerviosas. Solo sentía dolor al ver cómo su corazón se desprendía de todos su ser, una pizca de odio nacía en su estómago pero no era capaz de odiarlo, no a él.

Caminó por la ciudad de noche, empezaba a chispear y hasta lo agradeció, si fuera un semidios importante se echaría la culpa del mal tiempo, pero él solo era un mísero humano, un insignificante humano que no importaba a nadie. Las lágrimas que bañaban su cara se confundían con las gotas de agua que resbalaban por su piel haciendo carreras.

Dejó que el corazón lo guiara por su hogar, el único que siempre estaría para él, porque el cielo podría caerse, podrían romperle el corazón mil veces, podría perderse entre su dolor pero ella siempre estaría para él, su alma pertenecía a Canterbury.

Llegó a la plaza central, la primera vez que recorrieron juntos esas calles, la imagen de sus ojos brillantes mirándolo con ilusión lo apuñalaban una y otra vez, todo era mentira. Sentir que encajaba durante unos segundos, huir de su pasado estando más cerca que nunca, Raoul lo había salvado con su mirada, ahora lo apuñalaba.

Siguió andando hasta la casa de Marie, recorriendo las calles como alma en pena. Allí fue su primera despedida, prometiendo amor eterno, sobrevivir siempre en la memoria del otro, aquel día Agoney entendió que quería estar a su lado, aceptó que se había enamorado y su corazón ya no le pertenecía. "Nunca me voy a olvidar de ti, eres maravilloso y sé que algún día serás libre, porque estos seres no pueden reprimirte mucho más " que equivocado estaba... Ahí estaba su verdadera despedida, en la que sus palabras se convirtieron en balas envenenadas atravesando su piel una y otra vez, a la espera de matarlo por fin.

El parque, la última vez que vio la luz del sol, a su lado todo era mucho más fácil, no necesitaba un sol si lo tenía a él, dándole luz a todo el que lo necesitara aunque llevara tiempo apagado. Le dedicó su canción, le dedico "I get to love you", pero lo peor de todo aquello es que no podía arrepentirse, siempre lo amaría, nunca encontrará mejor pasatiempo que amarlo de por vida. Cuando su vida esté a punto de acabar tan solo recordará esos momentos con él.

En aquel momento en el que el color volaba con su alma dejando un pecho vacío sin miedo ni sentimiento, le vino a la mente aquella melodía, la melodía que aparecía cuando más cerca estaba de su fin, acordes capaces de acariciar el alma.

-Come up to meet you, tell you I'm sorry... - intentó cantar cuando sus cuerdas vocales no respondían, todo dentro de él empezaba a morir.

Pasó la mano por el césped que días antes los veía sentados, juntos.

-Nobody said it was easy. It's such a shame for us to part. Nobody said it was easy. No one ever said it would be this hard - se sentó sobre él, pasando los brazos por su frente, ahora desnuda sin nada que la complementara, sin un beso que lo curara.

Se tumbó sobre el césped, mirando a la luna, esperando a que le susurrara que debía de hacer. La veía a punto de desaparecer, tan solo quedaba una fina línea que escapaba de la total oscuridad, estaba acabando una fase para empezar una nueva... Él quería como la luna, tener fases, podría dejar de tener luz pero siempre estaría ahí, cada veintinueve días regresaría.

La luna lo miraría siempre con dolor, Raoul era la luna y a partir de ese momento su relación con ella sería lo único que le quedaba de él.

Caminó hasta su puente, aquel que día tras día contemplaba su relación en silencio, aquel que guardaba el futuro de todo un planeta pero vería como su última esperanza desaparecía entre las profundidades de su río, aquel que durante años los ataba a algo que se escapa de ellos y que por fín sabía que, su perdición.

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