Capítulo 6 ― Zona X

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― ¿Qué crees que nos encontremos esta noche? ― pregunto Lena mientras subíamos las escaleras, contoneaba las caderas como toda una diva y como de hacerlo si estábamos por entrar al lugar donde cualquier fantasía podía ser hecha realidad.

― No lo sé, quiero algo ligero pero poderoso está noche ― conteste con sinceridad, no estaba de humor para algo más intenso, solo, quería relajarme.

― Tienes razón, hoy debe ser algo ligero pero que nos llene por completo ― llegamos a la puerta roja y la asistente nos pido nuestras entradas. Esta era custodiada por un hombre bastante fuerte pues, está zona era demasiado exclusivo y solo si tenías el dinero suficiente podías entrar. Aunque nunca faltaban lo que quisieran colarse y disfrutar de este suculento postre de manera gratuita.

― Disfruten su noche señoritas ― el guardia grande y robusto abrió la puerta, entramos ya con los antifaces puestos, pero han voz nos detuvo.

― Ustedes nunca me esperan malditas desgraciadas ― mi amiga Paola venía apenas subiendo los últimos escalones cuando sonriendo no habló, valla que ya nos conocemos tanto que podemos reconocernos así de fácil.

― Lo siento querida, pensamos que ya estabas aquí ― respondí cuando mi amiga entrego su invitación y la asistente la dejo pasar.

Paola era una mujer sumamente preciosa, castaña, pelo rizado, ojos negros como la maldita noche. Un cuerpo de ensueño como el que desearías tener gimiendo debajo de ti. Las tres mediamos nos más de 1.70m así que, estábamos en la estatura promedió.

A diferencia de mi o de Lena, Paola exsudaba un aura nobleza y misterio. Era directa pero impredecible, quizás por eso nos llevábamos bien, era igual de poderosa que nosotras dos y podía tener a cualquier hombre a sus pies, su debilidad, había entregado su corazón a un hombre que la despreció y, en venganza según ella, se perdió en este mundo de lujuria y perversión.

Tristemente mi amiga era el resultado de esa típica historia donde alguien te rompe en mil pedazos y de ahí te vuelves fría y calculadora. A diferencia de mi, yo nunca me había enamorado, no sabía que se sentía tener mariposas en el estómago por alguien, o más bien, no me interesaba. Siempre había querido sobresalir y mostrar el poder que podía tener, que, el amor no era para mí.

― Bien, ¿Quiénes serán nuestras presas está noche? ― cuando caminamos las tres por el pasillo, el murmullo de la fiesta ya comenzaba a escucharse, detrás de una gran cortina color morado estaba verdadera diversión.

Era como una mini discoteca más lujosa que en la parte inferior, las luces de neón dominaban el ambiente y las parejas bailando al compás de la música, con una ímpetu y lujuria desenfrenada. La barra servía bebidas exquisitas con los más caros licores del mundo que alguna vez pudieras probar, o si fueras de la clase baja, ni tú salario de un año podría pagar una simple botella y la más sencilla.

― Señoritas ¿Gustan bailar? ― dos hombres se nos acercaron sin temor, ambos con trajes impecables y sumamente costosos ― tenemos un amigo en la mesa de allá así que, las vimos y... Quisimos invitarlas ― su voz seductora atrapo mi atención al igual que la de mis amigas, todos llevábamos antifaces así que no había nada de qué preocuparse.

― De acuerdo cariño, pero invita la mejor botella de Whisky solo así iremos ― dijo Lena con picardía, todos aquí podíamos pagar lo que fuera y había unos que hasta derrochaba miles y miles de dólares en bebidas, y burlarnos de ese tipo de hombres era un juego divertido.

― ¿Te apetece un Dalmore 64 belleza? O ¿Eres difícil de impresionar? ― Paola y yo solo sonreímos y como siempre Lena fue la que exclamó, a veces mi amiga podía ser demasiado... Confiada o ingenua y se dejaba sorprender, ¿Dónde quedó la ruda empresaria dueña de innumerables cadenas de hoteles, domadora de bolas y mata perras? No lo sé, la he perdido.

― Wow, entonces si guapura, llévame contigo ― el chico de cabello negro y traje azul tomo su mano y le dio un delicado beso.

― A sus órdenes hermosura ― ambos sonrieron y ahí pude ver el destello de lujuria y pasión crecer en ambos. El chico detrás de él no decía nada, solo nos miraba con ojos fríos y oscuros como si fuéramos una presa.

De repente nuestras miradas se cruzaron y solo pude ver algo en ella Deseo, atracción. No sabía que pensar y por un momento me quedé en silencio hasta que el rompió el hielo.

― ¿Me acompañaría hermosa dama? ― una voz gruesa pero sumamente varonil salió de su boca lo que, instantáneamente me hizo estremecer mi vientre comenzó a cosquillear.

― Claro que vamos ― contesto Paola al mirarme algo atónita. ¿Qué rayos me estaba pasando que una simples palabras me hicieron estremecer?

― Excelente ― el hombre, quien por cierto tenía un porte digno de un Dios griego, mandíbula cuadrada, labios gruesos, cabello castaño con un toque platinado y una barba ligeramente delineada no estaban dominando y no solo a mí, podía ver qué Paola lo observaba con deseo y anheló.

« Podemos compartirlo » le guiñe un ojo y ella solo sonrió antes de que las dos tomáramos el brazo de hombre y mirábamos como Lena ya había cambiado bastante tomada de la mano del pelinegra sensual, era como una niña a veces.

― Bienvenidas hermosas damas ― los chicos nos llevaron a una sala de las más caras que había dentro de la Zona X.

― Gracias caballero ― respondí dándole una sonrisa seductora al hombre sensual que tenía frente a mí, debía tenerlo entre mis piernas está noche, eso era seguro.

― Por favor tomen asiento ― dijo el pelinegro sin soltar a Lena quien sonreía como una adolescente « Solo espero que se lo saboree como merece y no haya más, o de plano la habré perdido ».

Justo cuando entro a la sala que está iluminada con una luz azul algo tenue pero que podías disfrutar de ver a los demás integrantes, una figura en silla de ruedas llamo mi atención ¿Que hacía alguien como el aquí? Digo, no es que menospreciara a las personas así, pero, era extraño. Sabiendo detrás de otra cortina había una sala de juegos para quienes no pudieran esperar y desearan saciar sus más primitivos anhelos.

― Déjenme presentarles a nuestro amigo que faltaba, puede parecer un tempano de hielo, pero, es pura candela ― respondió el castaño, si buen aquí podías decir tu nombre era preferible usar un seudónimo pues, lo que pasa a puertas cerradas, aquí se queda.

― Vamos hermano preséntate ante las damas ― bramo el pelinegra con una sonrisa juguetona, el hombre en la silla de ruedas era frío como el hielo, su aura era intimidante y misteriosa. Sus ojos eran como dos águilas mirando desde lo alto listas para atraparte.

Me senté y tomé una copa que el castaño, Lena se dentro frente a mi junto con el pelinegro y Paola a mi lado. Y justo de en diagonal a mí, estaba el hombre de la silla de ruedas, tenía el cabello negro como yo, solo que su rostro no podía divisarlo muy bien pues la parte de la habitación donde estaba, la oscuridad lo envolvía prácticamente.

« Que tipo tan raro » dije en mis adentros y decidí ignorarlo.

― Me retiro, ustedes disfruten ― exclamó con una voz fría como el hielo, pero poderosa y tranquila como la noche. Podías sentir que tenía cierta autoridad o más que estos dos hombre aquí con nosotras.

― ¡Aah vamos hermano! ¡Quédate un rato más! ― expreso el castaño.

― Si se quiere ir déjalo que se valla, quizás hoy no tiene ánimos de follar ― dijo el pelinegro y solté una ligera risa la cual calle inmediatamente cuando sentí su mirada casi penetrar mi alma.

El hombre resoplo y salió de la habitación sin mirar atrás, ni siquiera me inmute en mirarlo pues el castaño a quien nos pidió que llamáramos Señor E, empezó a entablar conversación con nosotras. Y entre bebida y bebida, el ambiente comenzó a tornar un poco caliente.

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