Capitulo 28 - Dominame

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Puse mis manos en la cabecera de la cama, quería agarrar algo duro para sobrellevar toda esta excitación que Jack estaba provocándome y que no podía liberar aún, me estaba torturando con todos el gusto del mundo.

— Su pudieras mirar como tu cuerpo reacciona a mis caricias te verías sorprendida, es como si ya me conocieras preciosa, como si yo fuera tu único dueño — si algo jamás deben de hacer es hablarle así a una mujer en el sexo por qué a todo diremos que si.

— Se mi dueño ahora papi — ya no aguantaba, lo quería ya.

— Primero probaré este dulce manjar pequeña — sentí como me empujó más arriba de la cama hasta que su aliento se sentía por completo cerca de mi feminidad, su lengua comenzó a jugar con mi monte con calma, este hombre era paciente y yo estaba llena de tormenta capaz de desatarse en cualquier momento.

Su lengua jugaba con mis labios, mis gemidos eran cada vez más ruidosos y alocados, mis caderas se movían solas al ritmo de su boca, quería llegar, quería estallar en mil orgasmos con el. Aceleró sus lámidas mientras sus dos manos abrieron aún más mis piernas sin darme la oportunidad de cerrarlas.

— ¿Quieres llegar nena? Ahora te haré llegar solo con mi boca y no podrás cerrar tus piernas hasta que me des todo tu néctar — esa advertencia era real, comenzó a lamer, succionar, besar con locura absoluta.

Gemia, gritaba, lloraba sin dejar de mover mis caderas en esta danza de lujuria. En eso mi vientre se contrajo de manera sorprendente que grite con todas mis fuerzas.

— ¡Jack! ¡Aaaah! — mi cuerpo tembló con fuerza descomunal que me perdí en esta increíble descarga de energía.

— ¡No cierres las piernas! — exclamó moviendo sus dedos en círculos sobre mi vagina la cual estaba demasiado sensible, el orgasmo se prolongó más de lo que había imaginado, nunca había sentido algo igual.

— Jack... — murmuré tragando saliva e intentando recuperar el aliento.

— Es hora mi reina, te follare hasta que supliques piedad, hasta que todo tu cuerpo quedé lleno de mi dulce aroma y tú interior derrame nuestro jugos como cascada.

— Si, dame todo lo que tengas Jack, demuestrame lo que sabes hacer... ¡Aaaah! — volví a gritar cuando su miembro invadió por completo mi interior, era grande y grueso, podía sentir como rosaba mis paredes hasta casi descargarlas.

Me sostuve de su cuello y justo cuando intenté quitarme la venda el puso mis dos brazos al lado de mi cuerpo de manera brusca.

— Sin quitarte la venda preciosa, no me hagas enojar — comenzó a embestirme con más rudeza al grado de que sentía mi pelvis chocar con la suya sin piedad.

El chapoteo de nuestros cuerpos era el único sonido en la habitación después de mis locos gemidos, con mis manos arriba de mi cabeza acercó su aliento a mi odio y escuché sus increíbles suspiros, unos que me hicieron calentar aún más.

— Eres mia Mariel, solo mía grabatelo en las cabeza nena — mi mente no cabilaba muy bien que solo asentí.

— Si Jack solo tuya — dije entre gemidos, se levando un poco y puso mi pierna derecha sobre su hombro, comenzó a mover su cadera con más impetu que antes haciendo que no cuerpo se retorciera de un placer espectacular.

Quería mirar todo lo que me hacía, ver su grueso miembro entrando y saliendo de mi así que moví la tela un poco para tener algo de visión y, lo logré, pero todo estaba oscuro a mi alrededor que no podía observar más que su sola silueta.

— Te dije que no miraras Mariel — tomo mis caderas y me volteo en cuestión de segundos.

— ¡Jack espera! — puso su mano en mi espalda para evitar que me levantara y comenzó a penetrarme con intensidad.

— Debes aprender a obedecer nena — la fuerza con la que me podría me estaba volviendo loca que seguí gimiendo y gritando que me diera más duro, realmente era un bestia en la cama y eso me encantaba.

Sabía dominar me pero yo también podía hacerlo con el, me puse sobre mis manos y comencé a mover mis caderas a la par, lo quería más adentro, más profundo hasta que me rompiera por completo sin misericordia alguna.

Siguió dándome con fuerza hasta que volví a venirme por segunda vez y con más fuerza que el orgasmo anterior, por mi entrepierna escurrían mis jugos cuál cascada como el había dicho, pero, ahí no terminaba lo nuestro, mientras el seguía gimiendo con ganas me separé de él y lo empuje a la cama.

— Ahora es mi turno guapo, si crees que eres el único que puede dominar, te equivocas — me puse a horcajadas de el, no podía verlo bien pero podía sentirlo.

— Saca ese lado tuyo preciosa — me senté sobre miembro y comencé a moverme, con mis manos recorría sus pectorales y el con las suyas sostenía mis caderas para acelerar las penetraciones.

Ambos comenzamos a gemir con una intensidad sin igual. Quería un orgasmo más y los que me pudiera dar. Me acerque a sus labios y los bese con todo el deseo que pudiera tener.

— Ahora dilo Jack, eres solo mío y de nadie más — lo escuché gemir mi nombre de una manera tan sensual que Literal mi vientre comenzó a sentir nuevamente ese cosquilleo deseoso de liberarse.

— Si mi preciosa, soy tuyo — bramo con sensualidad y nuevamente nos hundimos en un beso lleno de pasión, nuestras lenguas juegan mientras los dos recorremos con nuestras manos cada parte de nuestra piel, deseando marcarla como nuestra.

Un último orgasmo nos envolvió por completo, dejándome completamente débil y temblando de placer. Heche mi cabeza hacia atrás tratando de recuperarme, mis pulmones buscaban aire, mi cuerpo estaba lleno de sudor. Sentí como su miembro derramó todo su néctar dentro de mi, mientras el gruñía de tanto placer propiciado por mi.

Me quite la venda, tome su rostro y bese su labios. Se quedó inmóvil por un momento hasta que me siguió el ritmo.

— No se que intentas ocultar pero no tienes que hacerlo conmigo. Somos socios recuerda eso — le di un último beso y me levanté de la cama, quería un rico y delicioso baño caliente, uno que me relajara más de lo que esté buen sexo lo había hecho.

Caminé contoneando mis caderas tratando de tentarlo aún más.

— Si me quieres acompañar no tengo problema con ello — no lo mire y me metí inmediatamente al baño. ¿Por qué no quería que lo mirara? ¿Ocultaba algo en su rostro?

Abrí la llave meditando todo este asunto que, cuando recordé cada caricia, cada beso, sentí que ya había pasado pero, no sabía dónde o... ¡Es el hombre del club! Me gire bruscamente cuando unos labios se impactaron con los míos, ahí estaba Jack, sosteniéndose en sus dos piernas.

— No me provoques nena que no estarás libres de las terribles consecuencias — me dijo mirándome a los ojos, traía puesta su máscara y supe, al mirarlo con detenimiento que era el.

— ¿Pero como? — puso su dedo en mi boca.

— Shh nena, disfruta de la noche — volvió a besarme, se sentó en el escalón que había en la regadera y me jalo hacia el, y nuevamente me perdí en este juego de seducción y placer que solo el me había dado de una manera sin iguales.

La Obsesión de Jack Black [✓]Where stories live. Discover now