3. ASysture

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3. ASysture.


ALONSO.

Llego temprano a mi segundo día en la Torre Azzarelli. Brad divide el grupo y nos entrega una tablet con el sitio web de la empresa que abarcaremos  primero. ASysture. Una desarrolladora de software. Se han encargado de proyectos como: aplicaciones móviles, diseño web y multimedia, sistemas de control y automatización, uno que otro videojuegos y, desde que Azzarelli compró, el desarrollo de proyección tridimensional junto con creación de inteligencia artificial. Eso último no es información públicamente disponible. Para saberlo firmamos un acuerdo de confidencialidad particular.

Abro un cuadro comparativo con los números en rojo.

—¿Tan grave es la situación de esta empresa? —le pregunto a Susan mientras una secretaria nos conduce con el jefe del departamento de contabilidad.

En este edificio, hasta para cagar se debe cumplir un protocolo.

—Una de las mayores fugas de fondo viene de aquí. Hicieron malversación de cuatro millones.

La asistente del jefe de departamento no nos permite el acceso.  Astrid le explica la razón por la cual estamos aquí, pues, según información en su computadora no nos esperaban. El tipo capta que pasa algo y sale de la oficina. Ryan es bastante delgado con enormes gafas redondas. No luce imponente, pero quiere parecer el alfa con su expresión altiva.

—Aquí dice que su equipo tiene cita para la semana próxima —repite las palabras de su asistente.

—Esta orden nos autoriza a proceder hoy —Brad le muestra una hoja de papel. El tipo la lee y la regresa con desdén.

—No significa nada —agita su mano—. No es una orden oficial con sello de ASysture, una que debió llegar a mis manos hace tres días.

—Es un cambio de último minuto —explica nuestro contador calvo en plan conciliador.

El rostro de Ryan se llena de satisfacción. El calvito le cede la posición que quiere.

—Con más razón.

—Su jefe está al tanto de la auditoría solicitada por Regina Azzarelli desde hace dos semanas —insiste Brad, ignorando las señas del calvo.

Ryan hace un mohín y se apoya en el escritorio de su secretaria.

—¿Daniela, tienes algún aviso de una intervención de Searchix? —le pregunta.

—No, no ha llegado nada —dice ella mostrándonos la bandeja de correos en su ordenador.

—¿Algún comunicado de Azzagor Enterprises con días previos ?

—Tampoco.

—¿Escucharon? —Sonríe arrogante—. No puedo permitirles el acceso solo porque esa pretenciosa mujer lo diga. No es la presidenta. Aquí respetamos un cronograma, vuelvan el día indicado.

—¿Y así dar tiempo para efectuar otro engaño? —Ataca Susan— ¿Ese es el nuevo modus operandi?

—Señorita, ese comentario es discriminatorio para la ética de esta compañía.

—Una ética bastante corrupta —apunta Astrid. El resto de mis compañeros que estaban en silencio le secunda con gesto de apoyo.

—No nos iremos sin ver los registros y transacciones del último año —Brad es tajante

—Ya le dije que no puedo dárselo.

—¿Algún problema? —escuchamos una voz rasposa.

Un hombre anciano vestido con un traje de raya y pajarita se nos acerca. Ryan se muestra cauteloso.

Escabrosa Penumbra ©Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ