Magic

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Érase una vez un niño que creía en la magia.
Vivía en Miyagi, un lugar donde se negaban a las comodidades que el mundo moderno ofrecía. Los sueños eran sacrificados, lo anormal era pecado y la magia significaba "pena capital"; aunque claro, todo aquello no le impidió a Itadori Yuuji el seguir creyendo.

Cuando cumplió diez años armó su primer muñeco de nieve —aunque "muñeco" no era la palabra correcta para describirlo—. Medía casi 2 metros y las facciones que le atribuyó eran las de un adolescente atractivo; antes de irse a casa le sonrió al 'hombre' delante suyo y susurró con voz cálida "hasta mañana, Satoru-san".
Llegada la noche se escabulló de su habitación y salió al jardín para susurrarle a la luna. Juntó sus manitas, cerró los ojos e imaginó que el muñeco que había armado cobraba vida con la esperanza de que al amanecer tuviera un amigo con quien jugar.

Al día siguiente no pudo ir al lugar donde armó su muñeco de nieve debido a una terrible fiebre. Sentía que se desmayaba al más mínimo paso que daba, el calor que emanaba era suficiente para que en la casa especularan sin escrúpulos de su posible muerte. Estaba a punto de rendirse cuando en la ventana de su habitación apareció un chico de cabello blanco y ojos color cielo que iba desnudo.
El niño hizo una mueca de terror indescriptible, frente a él estaba Satoru con el rostro sonrojado y el cuerpo tiritando de frío. En un movimiento oruga el chico logró entrar a su habitación, escondiéndose debajo de la cama sin mencionar palabra alguna.

Dos días más tarde, luego de vencer a la fiebre, Yuuji le llevó comida y ropa a Satoru. El chico le miraba de forma insistente, como analizando el hecho de que estuviese vivo gracias a él. Ambos seguían sin poder creer lo que estaba sucediendo, pero esto no les impidió jugar en la nieve durante la mayor parte del invierno.

Las cosas marchaban increíblemente bien. Sin embargo, en un día que caminaban juntos por las calles de Miyagi, Satoru fue víctima de la 'furia' de un tazón de ramen volador. El líquido caliente quemó su piel y de donde debía brotar sangre, salió nieve en su lugar. Los gritos no tardaron en hacerse presentes, pues en lo que a los pobladores constaba, aquel hombre de nieve era una abominación.
Yaga Masamichi —el representante de la prefectura— observó la escena con repulsión y ordenó a sus hombres que los llevaran a prisión. Tras un largo juicio, se decidió que ambos tomarían como consecuencia la pena capital.

Primero llegó el turno de Yuuji, el dulce niño que creía firmemente en la magia. Lo colocaron sobre un pequeño tronco de madera, donde todos los pobladores pudieran verlo y sin un ápice de remordimiento, el verdugo le arrebató la vida. Su sangre tiñó la nieve y a Satoru no le quedó más que esperar su turno; sintió el filo del hacha en su nuca, el corazón le latía con desesperación y en su último segundo de vida le pidió a la nieve de la que nació que los perdonara a ambos.

Su cuerpo se volvió uno con la nieve y de esta surgieron lágrimas, la sangre que antes tiñó el paisaje había desaparecido por completo. El mágico invierno acogió sus almas y con algo de ironía les prometió que en cada copo de nieve su amor siempre renacería. 

Antología GoYuuWhere stories live. Discover now