Camino a la Perdición.

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Mientras tanto en otra parte se encontraba Estrella mirando en su habitación todas aquellas fotografías que llenaron de momentos felices y generaron expectativas arrancadas de sus manos.

Rosalin acudía al cementerio llevándole flores a la lápida donde estaban los restos de Luz, su partida daño a todos nosotros.

Ella siempre sabía que decir, cuando reír, cuando callar, alentando nuestros sueños, principalmente los de Rosalin cuando todos se reían de ella por su apariencia por aquel sobrepeso que la lleno de inseguridades, ocultándose de todos, apareció el...

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Ella siempre sabía que decir, cuando reír, cuando callar, alentando nuestros sueños, principalmente los de Rosalin cuando todos se reían de ella por su apariencia por aquel sobrepeso que la lleno de inseguridades, ocultándose de todos, apareció ella, solo le sonrió aquel día que la encontró llorando dentro de unas de las cabinas del baño de la universidad, tras haberse provocado algunos vómitos, anécdota que siempre nos logra arrebatar algunas lágrimas, creando en Rosalin nudos en la garganta cada vez que
la recuerda, olvidandose de la chica risueña que impera en la actualidad.

La voz de Rosalín fue escuchada aquella primera lunada que organizo Luz en su casa, donde Rosalin se volvió parte de nuestro grupo y, una de mis confidentes, con quien la amistad sobrepaso cada límite establecido en confianza y léxico, a partir de ahí, ella cambio. Siempre nos regalaba su sonrisa descontrolada llena de carcajadas que contagiaban a todos nosotros, su forma tan peculiar de contar sus anécdotas trágicas, pero las hacía ver tan divertidas, el amor hacia el maquillaje la moda y el buen vestir, costumbres que por supuesto Luz inculco, hay que admitirlo, Rosalin vestía como un costal de papas, « perdón bestia por si algún día leés esto, sabes que te amo».

Fátima mientras tanto se encontraba en un almuerzo con la familia de Zoni, donde ella se sentía pertenecer, solo por estar con el hombre que la lograba hacer sentir parte de él, ya que la mayor parte de la familia no aprobaba dicha decisión, incuidos los ariticraticos padres de Zoni. Los comentarios que predominaba en cada sorbo de vino después que Zoni la presentaba era «Que falta de profesionalismo», «Que chica tan oportunista», «Es siete años mayor que ella», «ha de estar embarazada».

Ella tal vez mantenía los oídos sordos, evadiendo cada comentario con aquella elegante sonrisa diplomática que poseía, ante aquellos comentarios negativos, al ver lo perfecto que eran juntos.

Martín y yo seguíamos en aquel canal que servía como embarcadero, ya habían colapsado esos quince minutos, sin embargo había un hermoso atardecer que se merecía ser fotografía para una postal local.

Mi mente se encontraba en blanco, no había pensamiento alguno, no sé el motivo, solo quería seguir observando como el cielo se pintaba entre naranja y rojo intenso.

-Ya es hora de ir por esa rebanada de pastel. -dijo Martín.

-Me parece bien-respondí -mientras levantaba mi cabeza de su antepierna.

Levantamos nuestro picnic, caminamos hacia el vehículo, en aquel momento una pareja heterosexual pasa cerca de nosotros, el chico nos miraba de una forma despreciable, la chica solo esperaba que aquel chico no reaccionara inapropiadamente.

Cicatrices en mí. (book 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora