Asimilación

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La mañana llego, en aquel lapso Fátima llegaba al lugar, pidiendo disculpas por la ausencia de Zoni al no poder asistir, al tener que resolver algunos asuntos de la universidad.

Era el momento, lo supimos cuando llego el cortejo fúnebre, nos colocamos de pie y con ello una singular despedida de Martín al ver por última vez a su nana, la sala se encontraba llena de silencio.

—Buen viaje, mi querida paloma blanca, gracias por todas tus enseñanzas, algún día nos volveremos a ver—dijo Martín, besando por última vez aquel ataúd.

Solo observamos cómo se llevaban el cuerpo a la sala de cremación en donde retornamos a la sala de velación a esperar los restos cremados, para después llevarlos al jardín de la paz, que se encontraba a las afuera de las instalaciones, donde había algunos muros que almacenaban alrededor de veinte nichos, todo ellos de la familia Arcos Buñuel, donde los restos de la nana descansarían al lado de sus padres.

Poco a poco cada uno se fue retirando, quedando solo Martín y yo, ya era hora de ir a casa, aquella inmensa mansión llena de aire frio y nostálgicos recuerdos que Martín no toleraría, lo cual ofrecí como mejor estancia fuera a casa de mi tía Karen...

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Poco a poco cada uno se fue retirando, quedando solo Martín y yo, ya era hora de ir a casa, aquella inmensa mansión llena de aire frio y nostálgicos recuerdos que Martín no toleraría, lo cual ofrecí como mejor estancia fuera a casa de mi tía Karen conmigo, para poder ser de su compañía al llegar la noche, no dudo en tomarme la palabra, pero para ello tendríamos que hacer una pequeña parada por referida mansión para buscar algunas pertenencias para su estadía, lo ayude con su mochila y una de las cajas que contenían ropa.

Llegamos a la hacienda, ya se encontraba mi tía sujetando en brazos a Yuremí, nos saludó con un momentáneo abrazo, para después ofrecernos una taza de té o dado el caso café , la noche estaba llegando, lo cual Martín acepto, pero pidió disculpas al retirarse a la recamara a descansar llevándose con el aquella taza de té.

Opte por dejarlo uno minutos solo después de observarlo, nos quedamos sentados algunas horas en la sillas de aquella larga mesa, platicando un poco de todo, logrando despejar mi mente.

Llego la hora de dormir, me retire a la habitación y al abrir la puerta ahí se encontraba dormido, solo me acosté a su lado rodeándolo con mi brazo el cual el sintió y correspondió sujetando mi mano, me encapriche a él sin duda alguna, lo podía entender en aquel momento, vi lo que todos notaban, inclusive Martin, ahora tenía miedo yo, en causarle un miedo mayor, cada vez que trataba amarlo dolía mas, dolía por el hecho en que odiaría que el algún día me despreciara llegando detestarme, pasando a ser dos desconocidos que en un jamás se conocieron.

Quería creer que al llegar la mañana lo amaría, pero somos seres ingenuos, torpes, creyentes de que existirá aquel mañana aun inexistente, ya que todo es relativo y nada nos asegura un juntos para siempre, pero sobre todo el creer que se podrá ama...

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Quería creer que al llegar la mañana lo amaría, pero somos seres ingenuos, torpes, creyentes de que existirá aquel mañana aun inexistente, ya que todo es relativo y nada nos asegura un juntos para siempre, pero sobre todo el creer que se podrá amar tal como si fuera un deseo.

Lo cobije entre mis brazos, sin lograr pegar el ojo en casi toda la noche, en pensar todo lo que podría ocurrirnos, en cómo afectaría está perdida, en que tarde o temprano seria yo el que diría adiós, llegando el punto en sentirme asfixiado, buscaba la forma de aprender amarlo, pero no llegaba, no era como aquellos problemas de cálculo en donde uno más uno siempre era dos, ya que en cuestiones del corazon, uno más uno puede llegar a ser tres o menos uno.

Contemple aquella serenidad que había en su rostro al ser mis brazos quien lo protegían de aquel frio, pero era yo quien pasaba frio, no sabía si en verdad podríamos tener alguna oportunidad en este teorema, en donde yo deseara se quedara a mi lado con la misma intensidad que él lo necesitaba, como yo lo necesite con Hosmar.

Pensé que esta faceta del tema Hosmar terminaría pronto, que eran los estragos del primer amor, aquel amor que cumplió con cada capricho de mis pensamientos y deseos, calmando cada sed de mi interior.

Al día siguiente opte por no acudir a la universidad y cuidar de él, caminamos algunas horas por los senderos de la hacienda sin decir alguna palabra. Mientras caminábamos por caminos trazados por viejas pisadas y crujidos de hojas secas desbordandose al pisar.

Miraba como se perdía al escuchar el canto de las aves, no quería ser inoportuno y decir alguna palabra que causara algún daño

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Miraba como se perdía al escuchar el canto de las aves, no quería ser inoportuno y decir alguna palabra que causara algún daño. Asi pasaron algunos días, volviéndose rutina, aquella taza de té en el burot de cama, rodearlo con mi brazo siendo su abrigo, no pegar el ojo en algunas madrugadas, pasando una semana más, la cual era hora de cambiar la rutina, invitándolo a la mañana siguiente a levantarnos temprano y acudir a la universidad, el me miro mientras jugaba con su cabello largo, invitándolo a salir de la cama, visitar a las chicas, comenzar de nuevo.

—No me encuentro aun con ánimos de ir, pero ve tu chaparro, aquí te esperare—dijo—mientras acariciaba mi mejilla con su mano.

—No te dejare solo—respondí.

—No estaré solo, aquí estará tu tía Karen y Yuremi, además debemos de ponernos de alguna forma al corriente en la universidad.

Tenía razón en parte, ya habíamos evadido todo contacto con las chicas tanto físico y por medios tecnológicos, era importante empezar de alguna forma de nuevo.

Me aliste para retomar aquella rutina, así inicie mi travesía a la universidad, dejándolo dormir algunas horas más, esperando fuera un mejor día para él. Verlo de esa forma era desalentador.

Al llegar a la universidad las miradas se hicieron notar, procure evadir algunas, llegando así al salón de clases donde al verme llegar me aborda Estrella.

—¿Como se encuentra Martín—pregunto preocupada.

—Desalentado, espero pronto mejore—respondí.

—Al igual que todos—responde.

En aquel momento llego el maestro de Publicidad y Estrategia de Mercado, lo cual optamos por tomar asiento, Rosalin venía detrás de el.

—Siempre llegando segundos tarde señorita Ross—comento el maestro.

Rosalin solo lanzo una sonrisa apenada por lo acontecido, sentándose a un lado mío.

—¿Como se encuentra el flaco—pregunto —sujetando mi entre pierna.

—Recuperándose—respondí.

—En la hora del receso pueden retomar su plática señorita Ross comento de nuevo el maestro—Por cierto lamento lo acontecido con el Joven Arcos, esperamos pronto tenerlo de vuelta, mis más sinceras condolencias—agrego—como si fuera necesario dicho atribución.

—Gracias maestro, le hare llegar sus deseos. El solo acertó con una sutil sonrisa.

Raquel y su clan se encontraban murmurando logre escuchar algunas carcajadas las cuales punzaban mi hígado al pensar que eran comentarios hirientes, como los que ya había escuchado salir de su boca, no me encontraba del todo tolerante para aquellas aberrantes intervenciones y comentarios de su grupo.

Cicatrices en mí. (book 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora