Capítulo 13: El pasillo

498 63 1
                                    

Sirius y Severus habían insistido firmemente en que no dejarían que Harry se casara con Delphi solo por un sentido del deber, pero él había insistido que, de cualquier manera, ya no quedaba nada de su relación con Draco para salvar y Delphi había insistido de la misma manera en que haría lo que fuera por su padre, realmente no le importaba casarse con cualquiera. 

Harry había buscado una oportunidad para encontrar a Draco a solas, pero no lo había logrado; así que, en medio de su desesperación, había decidido aproximarse a él como pudiera.

— Draco, ¿puedo hablar un momento contigo?

Draco se giró hacia la voz que lo llamaba y la sonrisa se borró de sus labios. Lo encaró de modo profesional.

— Por supuesto.

Se levantó y salieron del gran comedor, hasta llegar a un pasillo solitario que conducía a las mazmorras. 

— Draco, no hemos realmente hablado desde que...

— ...rompiste nuestro compromiso.

— Sí, correcto.  Solo quería decirte que... 

— ¿Que...?

Había practicado muchas veces lo que le iba a decir a Draco cuando lo volviera a ver, pero en ese momento, todo sencillamente le parecieron mentiras y lo que menos quería era mentirle. El Slytherin lo observaba con impaciencia, esperando a que terminara lo que quería decir.

— ¿Draco?

El aludido dirigió la mirada al origen de aquella voz que lo llamaba. Tom iba vestido con la túnica de Slytherin y su insignia de prefecto brillaba sobre su pecho; traía consigo una bolsa de almendras y su varita jugando con ella entre sus dedos. Apenas Draco conectó miradas con él, supo lo que iba a hacer. Así habían sido siempre, los ojos de Tom, como un libro abierto para el rubio. 

— Draco, ¿dónde estabas? ¿Te está molestando Potter?

Harry lo miró enfadado, levantando una ceja en su dirección.

— ¿Y tú qué eres? ¿Guardaespaldas?

Tom depositó su mano posesivamente en la cadera de Draco, rodeando su cintura; Draco solo se quedó quieto.

— Sí. Digamos que sí, Potter

Harry no era estúpido, sabía lo que pasaba ahí. 

— ¿Querías decirme algo? — Preguntó Draco, se notaba incómodo, pero Harry no podía distinguir si era por Tom o por su presencia.

— Creo que... ya no... ya no tiene importancia. ¿Así que ustedes salen juntos ahora? 

Tom sonrió con un poco de maldad.

— Que listo, Potter. 

— Es... grandioso. ¿Me harías un favor? — Preguntó a Tom 

— Eso depende. 

— Cuídalo. Él es una persona hermosa. No cometas los mismos errores que yo, por favor. 

— No es necesario que lo pidas. 

— Y pasa eso para acá. — Regañó arrebatando la bolsa que traía en sus manos desde el inició — Draco es alérgico a las almendras. 

Sin decir nada más, el Gryffindor emprendió el camino a su torre con un aire deprimido. No sabía por qué no se había esperado algo así. Su vida desde ese momento se volvió un infierno, pues no podía ignorar a Draco y eso significaba tener que verlo bromeando, hablando animadamente y riendo junto a Tom, e incluso algunas veces compartiendo cortos besos. 

— Harry, levántate. 

Pansy sacudió a su amigo por el hombro suavemente, pero no consiguió despertarlo; decidió entonces llevarlo en brazos hasta su dormitorio. Le costó hacer que la señora gorda la dejara pasar por el retrato, pero al final logró ablandar su corazón. Lo dejó acostado en su cama y regresó a la biblioteca para recoger los papeles en los que había estado trabajando. 

"Reglamento de Gringotts; capítulo 24, inciso..."

 No le sorprendía en absoluto. Era en lo único en lo que trabajaba últimamente. Ella misma había tenido que dejarle copiar sus tareas y se había ofrecido a ayudarlo. Lastimosamente, los duendes eran muy minuciosos y claros a la hora de poner reglas. Le partía el corazón la mirada de Harry cuando no encontraba nada favorable. 

Habían hablado varias veces del asunto. En parte, culpaba a su impulsividad que era la que había dañado su relación con su novio en primer lugar, pero tenía conflictos consigo mismo. Las palabras de Draco lo acechaban, no lo dejaban tranquilo. No quería creer que su amor era menor que el del chico. Se preguntaba si realmente sería mejor que Draco se alejara, que encontrara a alguien que lo amara más de lo que él pudo. Le gustaría que fuera así, le gustaría que fuera feliz.

Aunque, ya que su relación estaba perdida de todas formas, no sentía ningún tipo de peso en hacer lo que hacía. Casarse con Deneb. Sentía que estaba haciendo lo correcto al ayudar a su tío. No quería que sufriera en Azkaban. Era inconcebible para él, y la vida de fugitivo no era mejor. Tendría que dejar atrás a Severus y a Delphi. Estaba convencido que, mientras no hubiera otra forma, no dejaría de hacer todo lo que estuviera en su poder para evitar ese trágico final para su tío. Pero aun así, guardaba la esperanza de que no tuviera que casarse. Así al menos tendría oportunidad de conservar la amistad de Draco y eso era tremendamente valioso.

ᴄᴀʟᴅᴇʀᴏꜱ ᴀʀᴅɪᴇɴᴛᴇꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora