𝐄𝐬𝐜𝐫𝐢́𝐛𝐞𝐦𝐞. [𝐊𝐞𝐧𝐢𝐚 𝐗 𝐊𝐢𝐦𝐛𝐞𝐫𝐥𝐲]

Dos.

POV Kimberly.

La segunda vez que la vi fue extraño, yo me había escapado de esa casa donde me tenían presa sufriendo a solas. Recuerdo que corrí y corrí hasta llegar a un parque bastante lejano, era realmente hermoso y grande. Estaba casi vacío, habían un par de jóvenes besándose u otros comiendo helados. Camine cabizbaja hasta llegar a un gran árbol, era muy grande y viejo, algunas de sus raíces estaban por fuera y un poco dañadas.

Me quedé mirándolo, era como un anciano de campo, duro pero al mismo tiempo frágil.

Me senté sin más, acaricié mis piernas pues sentía como me ardían al haber corrido un par de kilómetros, suspiré y cerré los ojos llenando mis pulmones de aire fresco. El viento estaba un poco fuerte, así que cerré mi chaqueta y saqué mi celular, eran tan solo las dos de la tarde y el sol estaba escondido detrás de unas nubes grises que mostraban que en cualquier momento rompería a llover.

Miré a una chica haciendo estiramiento, su cabello castaño estaba atado a una coleta alta, llevaba la vestimenta de deporte la cual era negra y sus zapatillas blancas. Tenía un muy hermoso cuerpo, sonreí al pensar en eso, no era hetero, definitivamente no era hetero y al parecer eso era lo suficientemente sucio para mí familia como para tenerme encerrada como si estuviera cometiendo el peor delito del mundo.

Delito...

Sonreí al pensar en esa canción, la voz de Kenia era tan relajante, sus videos eran realmente buenos y ella siempre lucia tan hermosa que a veces de verdad me preguntaba si ella era real. Pero sí, claro que lo era... Yo había probado sus labios, había tomado su mano y había reído de sus chistes malos. Ella era muy real.

Cuando volví a mi realidad mi mirada de se juntó con la de la chica que estaba haciendo ejercicio hace unos minutos atrás.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, sentía mis mejillas arder y húmedas, ¿en qué momento había empezado a llorar? Ella ladeo la cabeza al ver mi estado y miró hacia los lados verificando que estuviéramos solas, y si lo estábamos, las únicas personas que había visto por el parque estaban cerca de la salida y yo estaba al fondo, muy al fondo.

—¿Kimberly...?-susurró y me atreví a levantar la mirada para juntarla con la suya.-Oh, si eres tú... Creí que me había equivocado de persona.

Una pequeña sonrisa se asomó en mis labios.

¿Ella también me veía en cualquier lugar? Esa era una pregunta que tenía en la garganta pero que no sabía cómo soltar. A veces cuando miraba por la ventana hacia el patio trasero juraba verla jugar sobre el pasto, correr y reír, pero siempre que pestañaba desaparecía y quizá por esa misma razón no era capaz de hacerlo ahora mismo aún cuando mis ojos me ardían.

—Soy yo... Estoy acá-mi voz salió en un corto y delgado hilo, era como si toda esa presión en el pecho que tenía no me permitirá hablar.

—¿Estás bien? -y entonces se sentó a mi lado, como antes, como cuando éramos felices... Cuando era feliz.