Tres.

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Pov Kimberly

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Pov Kimberly.

Los papeles estaban esparcidos por el suelo, vidrios rotos y tierra en varios sectores del lugar.

Yo mantenía la mirada baja mientras sentía como la sangre salía de mi nariz y mis mejillas ardían, pero aún mantenía una pequeña sonrisa sobre mis labios. No podía llamarme masoquista, solo estaba tan feliz por dentro que cada golpe y grito no lograban golpearme por dentro, estaba tan dañada por fuera, pero tan sanada por dentro.

Aún sentía sus labios sobre los míos, su calor cerca de mi y su cabello haciéndome cosquillas en la nariz. Dios, necesitaba más de ella y no sabía cómo hacerlo... Estaba encerrada en una habitación oscura llena de escombros.

Estaba a sola en ese frío lugar, abrazaba mis piernas mientras miraba directamente una pared, solo podía pensar en ella y la felicidad que sentía por dentro al recordarla diciendo que también me amaba, que aún me amaba. El como le grito a Juan que yo jamás sería de él , y no mentía... Yo jamás sería de él, no cuando mi corazón gritaba su nombre y mi cuerpo solo pedía el calor de ella.

La puerta se abrió de golpe y supe de inmediato de quien se trataba, como siempre él entró con su pecho hinchado y su cabeza en alto, orgulloso de su obra de arte... Yo, en una habitación destruida, yo, llena de golpes, yo... Simplemente yo lejos de ella.

—Oh... Veo que sigues feliz, creo que esto que te mostraré borrará tu patética sonrisa-dijo con su típica voz inocente, la misma que usaba para mentir delante de las cámaras, es tan falso que me causa náuseas.

—Haz lo que quieras, nada logrará que deje de sonreír... Ella me ama, Juan, ella aún me ama y yo la amo a ella. ¿Qué es lo que tanto te molesta? Dudo que sean celos, porque para sentir celos debes tener corazón, un corazón que te lleve a tener sentimientos... Y tú, tú no tienes nada de eso.

—¡Ya cállate, zorra!

Solo sonreí.

—Eres una asquerosa, una idiota al enamorarte de una mujer, eres un asco para este mundo, para todos, si no te mató es porque aun necesito tu estúpido rostro para....

—Para seguir ganando dinero, lo sé, sabes... Es una lastima que jamás hayas podido amar a alguien, porque no sabes lo hermoso que se siente poder decir que alguien llena tu alma de felicidad, que alguien es tu motivo de vivir y sonreír... Quédate con tu dinero, prefiero vivir en la pobreza pero con la persona que amo, no soy como tú, jamás seré como tú...

Y entonces una vez más lo sentí, un golpe contra mi mejilla derecha, mi boca se llenó de un sabor metálico y sentí náuseas. Odiaba el sabor a sangre, pero no me dejaría humillar más, así que simplemente me levanté y mi mano chocó contra la mejilla de Juan con fuerza, tanta fuerza que cayó de espaldas al suelo contra los vidrios.

Un grito agudo salió de sus labios haciéndome cerrar los ojos unos segundos, cuando los abrí solo lo veía retorcerse del dolor, sangre y tierra en su ropa. Tomé la pequeña carpeta que traía, la cual había querido ignorar y corrí.

Corrí tan rápido como mis piernas golpeadas me lo permitían. Sentía mis músculos tensos y mi cuerpo débil. No sabía de qué corría, de quién o porqué, realmente sabía que él no me estaba siguiendo pues era tan cobarde como para quedarse sobre ese frío suelo quejándose de los cortes y vidrios clavados en su piel.

Paré en seco cuando un auto negro freno frente a mi, mi corazón empezó a latir con fuerza, no, no quería volver a ese lugar nunca más... Y toda mi angustia se fue al momento en que ella bajó, su labio estaba roto, su mejilla estaba un tanto morada y sus ojos cristalizados.

—Dios... Kimberly, ¿qué te hicieron...?-su voz estaba tan rota que por primera vez en todo ese tiempo sentí el dolor de los golpes.

Mi cuerpo se sintió débil cuando sus manos tomaron mis mejillas haciendo que la mirara. Las heridas empezaron a quemarme, las lágrimas a caer por mis mejillas chocando contra los dedos de ella. Dios... Era tan hermosa, tanto que quedaba sin aliento.

—Vamos al hospital ahora mismo.

—No... Tienes que irte-suspiré cansada, sentía mis piernas cada vez más débiles y ella tomó mi cintura con fuerza evitando que cayera de rodillas—no tar-tardarán en encontrarme, debes irte por favor...

—Llamaré a la policía...-el susurro de otra persona me sacó de mi burbuja de dolor donde solo cabía Kenia y yo. Eloisa me miraba con pena, mientras en sus manos temblorosas agarraba el celular y marcaba, cuando quise decir algo noté que mi voz no salía...

Las lágrimas corrían por mis mejillas sin darme cuenta, volví a unir miradas con la mayor de las Os, era tan hermosa, tanto que dolía mirarla por tanto tiempo, su labios no tenían nada de maquillaje y gracias al golpe recibido los tenía más rosa de lo normal.

Lentamente acerqué mi mano hasta su cara, acaricié su mejilla y pasé mi pulgar por su labio inferior, ella tembló levemente entre mis brazos y sonreí gustosa ante su reacción.

Dios, por favor perdóname por mis pecados... Pero solo permíteme seguir cerca de ella.

Extrañamente esas palabras cruzaron por mi mente como si amarla a ella fuera un pase directo al infierno, pero estaba dispuesta a tomar todos los castigos que hubieran solo si luego puedo descansar en sus brazos, rozar nuestras pieles y besar sus labios, que mi corazón lata a su mismo ritmo y mis piernas tiemblen por el éxtasis que es el solo hecho de respirar su mismo aire.

No había nadie que yo pudiera amar más que a ella, no había nadie que pudiera hacer que mi corazón latiera desenfrenado con solo ver su sonrisa.

La amo, y el simple hecho de saberlo daba miedo, miedo por el peligro que corríamos las dos, pero al mismo tiempo estaba flotando en el aire cuando sus labios chocaban con los míos.

Por Kenia podía morir o vivir, y las dos opciones eran totalmente descabelladas

¿Morir por una persona? Oh... Podría dar mi vida por ella, sí.

¿Vivir por ella? Eso era lo que intentaba hacer día a día, vivir por Kenia... Por un futuro, para que si muero es agarrada de su mano y dándole mi último aliento a ella, y solo a ella.

El claro sonido de un motor a lo lejos me sacó de mi trance, miramos y eran tres autos.

Ellos venían por mi.

Venían por nosotras.

Gracias por leer

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Gracias por leer.

Atte: El “ella” que siempre ocupa Kimberly es muy significativo, más adelante verán el porqué.

Ah, les aviso que si son sensibles empiecen a agarrar helado y pañuelos... Los próximos capítulos serán un poco más detallados.

🌪️E.

𝐄𝐬𝐜𝐫𝐢́𝐛𝐞𝐦𝐞. [𝐊𝐞𝐧𝐢𝐚 𝐗 𝐊𝐢𝐦𝐛𝐞𝐫𝐥𝐲] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora