Lobo Que Camina Solo

Capítulo 25: El lobo contra el cuervo

Six observó el campamento desde su posición en la montaña durante los siguientes días. Usando la función de zoom de su casco, vio a Raven salir de su tienda varias veces. Una tormenta que se acercaba en la distancia le hizo asentir con la cabeza en señal de aprobación. Usaría la lluvia y los truenos para cubrir cualquier sonido que hiciera. Comenzó a oscurecerse un poco cuando las nubes arriba cubrieron el cielo y el día goteó. El viento sopló contra su espalda y su capa fluyó hacia adelante. Un rayo crujió e iluminó su figura por un segundo rápido. El segundo rayo reveló su lugar ahora vacío mientras se deslizaba por la ladera de la montaña hacia el campamento.

Le tomó media hora, pero finalmente se acercó lo suficiente al campamento para pensar en su próximo movimiento.

Se subió a un árbol y comenzó a equilibrarse sobre las ramas que podían soportar su peso. El día comenzó a gotear y él simplemente escaló las ramas mientras usaba el manto de la oscuridad para ocultar su presencia; el campamento estaba en su punto de mira y miró a los ocupantes. Su visión nocturna parpadeó y vio la siguiente rama grande antes de saltar hacia ella, extendiendo los brazos para equilibrarse antes de volver a mirar el campamento. El viento rozó suavemente los árboles y los hizo balancearse junto con su capa, continuó observando el campamento durante la siguiente hora. Una serie de pensamientos pasaron por su cabeza mientras contemplaba cómo manejar esto.

El miedo erosionaría poco a poco su moral poco a poco. Eventualmente tendrían demasiado miedo de hacer algo y él podría eliminarlos.

Pensó que hacer esto lo más silenciosamente posible era la clave y escuchó el sonido de un trueno en la distancia. Mirando hacia el cielo, apenas podía ver la dirección en la que se dirigían las nubes y se sentó en la rama. Las nubes de arriba se habían vuelto más oscuras y hacían que ver el interior del bosque fuera casi negro como boca de lobo, algo que usó a su favor. Se había acercado al campamento y silbó fuerte, llamando la atención de algunos bandidos. Se miraron el uno al otro antes de encender algunas linternas, mirando hacia la oscuridad. Cuando ninguno de ellos vio nada, rompió una rama cercana y la arrojó al suelo. Esta vez, decidieron investigar y prepararon sus armas, mirando cuidadosamente a su alrededor.

Mirando desde arriba, entrecerró los ojos antes de sacar silenciosamente su cuchillo de combate. Cuando se volteó en un agarre inverso, saltó de la rama hacia la más cercana, enterrando la hoja en la parte posterior de su cuello. Gorgotearon con su sangre antes de que él se la arrancara y pasara al siguiente, apuñalándolos en el estómago y rasgándolos a un lado. Sus entrañas se derramaron por el suelo y solo pudieron jadear mientras él lanzaba su cuchillo en el cráneo del último. Se escuchó un crujido repugnante antes de que agarrara su cabeza y golpeara su rodilla contra el mango, empujando la hoja más adentro.

Cayeron de espaldas rápidamente y él fue hacia su cadáver, arrancándoles el cuchillo antes de dirigirse al que tenía las entrañas derramadas. Los miró con frialdad antes de levantar el pie y aplastarles el cráneo. La sangre se esparció por el suelo y usó su cuerpo para limpiarlo antes de pasar al campamento. El trueno retumbó y un rayo cayó cerca, iluminando su figura rápidamente antes de que la oscuridad lo envolviera una vez más.

Los cuerpos de los tres bandidos fueron colgados por los pies en lo alto de las ramas, este fue el comienzo del desmantelamiento de sus filas y su moral. Trepó al árbol esperando a que algunos más buscaran a sus compañeros; esta vez fue un grupo de cinco. Observó como miraban a su alrededor y en silencio los observó desde arriba, poniéndose de pie y balanceándose en la rama. Dos estaban debajo de él mientras que los otros tres estaban adelante y saltó. Aplastó al primero, escuchando cómo sus huesos se rompían violentamente antes de sacar su kukri y cortar al segundo.