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OLIVIA

Alex no me mira, llevamos más de un cuarto de hora encerrados en la misma habitación y ninguno tiene la valentía de empezar con la conversación que tenemos pendiente.

Tenerlo delante, después de una semana, provoca que se me humedezcan los ojos. Lo he echado tanto de menos... Lo único que quiero es acercarme a él, abrazarlo y besarlo, quiero que me perdone, que todo vuelva a ser como antes.

Se ve vulnerable, como un niño que se encuentra perdido y no conoce el camino para llegar a casa. Alex está perdido, lo ha perdido todo, y no sabe cómo continuar. Quisiera poder ayudarlo, pero temo que si me acerco a él, salga más perjudicada de lo que ya estoy, temo que me rechace, y eso me destrozaría por dentro, aunque lo merezca.

–Alex... –mi voz suena temblorosa. Lo escucho respirar hondo. Se resigna a darse la vuelta, tiene los puños cerrados con fuerza y apoyados en la puerta, con la esperanza de que Joseph o Danna vengan a abrir.

–No hables, Olivia, no quiero oír nada de lo que tengas que decir. Vamos a fingir que nos llevamos bien, vamos a fingir que te he perdonado por haber actuado de esa forma y así nos dejarán en paz -aprieto mis labios con fuerza antes de responder.

–No –murmuro segura.

Voy a aprovechar esta oportunidad para hablar todo lo que tenga que hablar con él, porque probablemente no vuelva a verlo. Alex se irá a donde sea que se haya estado quedando esta semana, y yo aprovecharé su ausencia para cambiarme de apartamento, si eso es lo que quiere.

Mis palabras parecen sorprenderle, porque se gira para encararme. Su rostro se muestra impasible, como si nada le afectase, como si fuera un chico destruido. Lleva una máscara que le impide enfrentar sus problemas, que lo ayuda a fingir que nada le afecta en absoluto.

Eso es lo que más me duele, que finja ser lo que no es. Está bien demostrar los sentimientos, está bien llorar, pero no puede fingir que todo está bien, que él está bien, cuando ambos sabemos que no es así.

–¿No?

–No –no sueno tan segura esta segunda vez–. Quiero que me perdones.

–Yo también quiero pensar que no te has acostado con otro, pero como ves, las cosas no son siempre como las deseamos.

–Ya te he pedido disculpas.

–Bien por ti.

–Por favor Alex, lo de Zach fue un error. Estaba enfadada, estaba celosa y había bebido, no sabía lo que hacía, ni siquiera me fui con él con la idea de hacer eso, se me ocurrió al momento. Me dijo cosas de ti que... –me interrumpe abruptamente, dando un paso hacia mí, dedicándome una mirada que me hace retroceder.

–¿Te dijo cosas de mí? ¿En serio, Olivia? Después de todas las veces que yo te he advertido de ese idiota, de todas las veces que he intentado protegerte para que no cayeras en sus redes, después de rendirme porque decías que no querías juzgar a una persona sin haberla conocido antes... ¡Después de todos mis intentos por convencerte de que Zach es una persona detestable y de soportar tu desconfianza hacia mis palabras! ¡¿Tú crees a la primera lo que él te dice?! –me grita.

–Yo.. No... No lo sé.

–¿No lo sabes? –tiene los dientes tan apretados que temo que se los acabe rompiendo– Eres una zorra, tú, Taylor y mi madre y todas las que alguna vez han intentado acercarse a mí, pero más idiota soy yo por pensar que por una vez en mi vida, podría conocer a alguien que me quisiera de verdad, que podría confiar en alguien sin temor a que me falle. Está claro que estaba equivocado, pero puedes estar tranquila, porque ya he aprendido la lección. A la tercera va la vencida, ¿no? –habla con un tono frío, su postura está completamente recta y da bastante miedo verlo así.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora