CAPÍTULO 17

331 45 43
                                    

Una sensación de alivió se situaba en su pecho a manera qué iba contando su patética história. Sabía qué estaba siendo vulnerable ante él, pero eso ya no le importaba.

Guardar todo aquello qué cargaba solo le provocaba una sensación de asfixia qué poco a poco la estaba consumiendo.
Ira, Dolor, Arrepentimiento, Culpa.
Todas esas emociones qué llevaba tiempo resguardando en lo más profundo de su ser, hoy eran expuestas ante ese hombre pelirojo, ante ese hombre con el.élla años atrás había peleado hasta darle muerte.

Le importaba poco lo que él pudiera pensar, élla estaba al borde del abismo e inconcientemente se aferraba a algo o "alguien" para no caer.

— Y esa es mi historia, ésa fue la razón qué me llevó a estar en aquella cueva.— Miraba fijamente la ventana mientras se perdía en todos aquéllos recuerdos. Se giró a verle al notar su silenció.  — No me dirás lo estúpida qué he sido

— No te diré algo qué ya sabes.— Dijo sereno. —Nadie puede juzgar las acciones de nadie, y culparte de algo por lo cuál tú ya te has encargado de castigarte, sería perder mi tiempo.

— Pero...

Sasori rodó los ojos con exasperación.

— Mira, tú tomaste decisiones erróneas y ya te castigaste por ello. Ahora es tiempo de qué afrontes tus malos actos y hagas algo al respecto, recordar el pasado no hará qué tu presente o futuro mejoren.—  Terminó de decir aquello y se dispuso a salir. — traeré tu silla de ruedas.

—¡Espera!.— Sasori detuvo su andar y se giró a verle. —No necesitaré más la silla.— frunció el ceño sin entender a que se refería. —No si quiero empezar a reivindicarme de mis errores. —Le sonrió de forma sincera. —¿podrías ayudarme?

Sasori trazó una sonrisa burlona.

— En verdad acabas de pedir ayuda

Sakura suspiró.

—Digámos qué... Entendí qué pedir ayuda no está mal y qué las personas qué quieren hacerlo no es porqué te tengan lastima, sino porqué eres importante para ellos.

Éste solo frunció en ceño asqueado ante la faramaña de la pelirosa.

— Como sea. Te ayudaré y después de desayunar pintaré tu bastón, lo dejé así porqué no sabía qué color te gustaría.

— ¡Espera! ¿Tú lo hiciste?

—Me sobró mucha madera y no pensaba desperdiciarla.

Respondío restándole importancia al asunto.

— Muchas gracias.

Volvió a sonreírle tiernamente logrando alterar las emociones de Sasori.

— No seas ridícula y vamos a desayunar.

Rápidamente logró ocultar la incomodidad que sentía ante la amabilidad de la chica, una amabilidad con la qué él no estaba familiarizado.

— Eres un tonto Sasori.— Se fingió ofendida.

— ¿¡Qué demonios les pasa!?.— Gritó Deidara entrando al cuarto. —¡Muero de hambre!.

Se quedó sorprendido al ver a Sakura de pie siendo sostenida por un bastón.

—No digas nada.

Se adelantó a decir la pelirosa, mientras Deidara veía aquello con ojos brillosos como cuán madre orgullosa de ver a su hijo dar sus primeros pasos.

— Ni se te ocurra llorar.

Deidara de inmediato carraspeo un tanto avergonzado.

— No pensaba hacerlo.

EL CEREZO NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora