3|Desconocidos.

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Jess

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Jess



Frunzo el ceño sin quitarle los ojos de encima a Kenzie. Después de ir al centro comercial, decidimos regresar a nuestro departamento para cambiarnos de ropa para la salida de esta noche. Cita, me corrige ella cada cinco minutos. Pero, no es una cita para mí cuando mi cita ni siquiera es alguien a quien conozco.

Kenzie lleva más de media hora, sentada en el filo de la bañara con una cuchilla y un botecito de crema, arrancándose las vellosidades en los muslos. Así mismo, llevo más de media hora ahogando a mi vejiga urinaria con mis toxinas.

―¿Ya terminaste? ―Le doy un aporreo al marquillo de la puerta, y doy brinquitos en el mismo lugar, apretándome la parte baja del abdomen.

Kenzie emite un balbuceo que apenas consigo comprender. Se levanta, y echa las cuchillas en el lavamanos. Le miro con los ojos entornados, preguntándole tácitamente si de veras piensa abandonar sus artilugios en nuestro lavamanos.

―Sí. No te tardes ―murmura antes de abandonar la estancia.

Le lanzo una mirada llena de amargura, a sabiendas de que no ha podido alcanzar a notarlo. Suelto un suspiro cansino, y me siento en el váter apeñuscando mi cabello con los dedos.

Tal vez ha sido mala idea decirle a Kenzie que accedería a acompañarla a la cita con su novio. De algún modo, nunca se me cruzó por la cabeza que sería capaz de ingeniárselas para conseguirme una cita a ciegas. Bueno, no tan a ciegas. Pero, en efecto no puedo ni imaginar a que lunático por las artes atrapó.

Me concentro en empujar mis acumuladas toxinas fuera de mi organismo, y me limpio cuando termino. Me subo el jean que he recuperado del armario de Kenzie después de haber sido secuestrado por ella, y me miro a través del espejo. Mi rostro es un salpicadero de motitas rojas y naranjas, mis grandes ojos verdes refulgen gracias al adecuado tamaño de mis pestañas y mis labios mullidos, a veces pienso que descuadran proporcionalmente con el resto de mis facciones.

Cuando estaba en la secundaria, siempre admiré la belleza de Kathleen. Ella era tan naturalmente hermosa, y su personalidad de buenas acciones hacía que de vez cuando metiese un poco la pata. Pero, al final del día Kath siempre buscaba una cosa: Hacer felices a todos. Me río cuando mi mente evoca la película del día en el que fuimos a Rusty's y ella fue completamente incapaz de declinar la salida de Kay Collins, y sacrificó su cita con Mikhail para no herir a nadie... aunque sus acciones muchas veces por mucho esfuerzo que ella pusiese, terminaban hiriendo a alguien.

El grito de Kenzie flota desde la sala al cuarto de baño, aturdiéndome. Me deslizo fuera de la estancia, y la encuentro junto a la puerta amarrándose la cinta de su abrigo.

―Mi osito me ha escrito. Se encuentran esperándonos. ―Me guiña un ojo, y agita el atiborrado llavero al aire. Arrugo la nariz por dos razones.

Conexión Irresistible © [Pausada]Where stories live. Discover now