14

1K 123 24
                                    

Un nudo se formó entonces en mi garganta, un pitido inundó mis oídos, no podía escuchar nada y una sensación de pánico invadió todo mi cuerpo. Shoyo… ¿No reconocía a Asahi ni a Nishinoya? Dios… Eso, eso no podía ser cierto, no podía.

—Y-ya sabes, Asahi Azumane, Nishinoya Yuu. Fueron nuestros compañeros en el club de voleibol durante la preparatoria —traté de explicar, mi voz temblando cada vez más al notar como él seguía desconcertado ante mis palabras—. ¿En serio no recuerdas nada de ellos?

Cuando estaba a punto de decir algo más, pude notar entonces como un destello pasó por sus ojos. Sus luceros se llenaron de lágrimas, levantando un poco su temblorosa mano izquierda, todo su cuerpo temblaba a la vez que apretaba la mandíbula.
Me acerqué a él, sentándome a su lado en la camilla, pasando uno de mis brazos por su ahora delgada cintura.

—Kags… ¿Cómo p-pude olvidarlos? D-de verdad, no re-reconocí sus nom-mbres, no los… Recordaba —no podía escuchar más, maldición, no quería escuchar más. Me era suficiente ver como esas gotas saladas comenzaban a deslizarse por sus mejillas, su cuerpo tembloroso cual gelatina, el cual no dudé en abrazar, queriendo protegerlo en vano de su propia mente—. Kags… T-tobio… N-no quiero ol-olvidar, t-tengo miedo. No quie-ero ol-olvidar-darlos…

Su mano libre fue a parar a su cabeza, jalando sus propios cabellos anaranjados en un acto de desesperación pura. Lo atraje a mí con más fuerza al escucharlo gritar y sollozar con más fuerza. Pronto su respiración se tornó errática, así como si el aire le faltara.
No lo solté, no me atrevía a hacerlo. Tampoco supe cuánto tiempo duró su arranque, solo sé que ya sentía cierto dolor por la posición en la que me encontraba, debieron haber pasado entonces más de veinte minutos, o eso deducía.

Me alejé de él lentamente una vez noté su cuerpo más relajado. Mantenía la mirada gacha y aún sostenía en un puño parte de sus cabellos. Tomé su mano de la forma más delicada posible, dando pequeñas caricias en ella para que se relajara, no quería que se hiciera daño. Pronto esto pareció funcionar, pues soltó su cabello, bajando su brazo aún tembloroso de forma casi automática.

Decidí quedarme en silencio, no iba a forzarlo a hablar si no quería.

Sentí un apretón en mi mano a la vez que él levantaba su cabeza, mirándome con los ojos apagados mientras mordía su labio, parecía dudar. Pude ver como tragaba, abriendo la boca con esfuerzo como decidiendo si hablar o no. Lo único que pude hacer fue seguir sosteniendo su mano, dándole apoyo silencioso a cualquier opción que decidiera tomar.

—He mentido… L-les he m-mentido muchas veces y-ya —comenzó a hablar en un volumen bajo, su voz ronca delatando el suceso pasado. No dije nada, solo lo miré, pidiéndole seguir hablando con este simple gesto—. No e-estoy bien, e-estoy asu-asu-asu… ¡M-mierda, n-ni siquiera p-puedo hab-hablar!

Quise darle un pequeño apoyo, abriendo mi boca para hablar en un tono calmado, a pesar de la tormenta que se desataba en mi interior: —¿Estás asustado, Shoyo?

Él asintió con un torpe movimiento, tomando aire antes de seguir.

—S-sí, tengo mi-edo de morir… N-no quiero morir. No m-me queja-ría, es d-decir, todos mo-moriremos algún d-día, pero yo, n-no quiero irme a-así, qui-quiero morir re-re-recordando a todos… No… No qui-quiero irme como como, u-una página en bla-blanco… —paró, deteniéndose para tomar aire y descansar un poco, lamiendo sus labios resecos mientras pensaba. Pequeñas lágrimas habían comenzado a acumularse en sus ojos para entonces.

—Bebé, no debes forzarte a seguir si no quieres...

—Q-quiero hace-cerlo. N-n-no qui-ero m-mentir más.

Apreté los labios y asentí. No solté su mano queriendo mostrarle mi apoyo de la única forma en que podía, trayéndole confianza, sirviéndole como un agarre aun incluso en este tipo de momentos.

—D-dese-o estar m-más tiempo con us-us-ustedes… E-estoy a-a-asus-tado de la m-muerte en mi si-situación… Q-q-quisiera poder p-pedirles que n-no vinieran m-más, pero, s-sé que no so-so-soporta-ría quedar-me so-lo… —se detuvo en seco, tragando de forma ruidosa para poder decir una última frase—. T-tobio... S-solo te pid-o n-no te v-vayas... N-o me de-dejes.

Después de eso ya no pudo hablar, puesto que el llanto se lo impidió. Además podía deducirlo, hablar ya no era tan fácil para él, una tarea que para nosotros era sencilla de realizar incluso sin darnos cuenta, para él era un completo martirio.

—Shoyo... Recuerda que eso ya te lo hacía prometido antes —fingí una sonrisa, la mejor que pude hacer—. Voy a quedarme contigo, hasta el último segundo. Lo prometí, y te lo vuelvo a prometer ahora.

Él me miró con lágrimas bajando por sus mejillas. Solté su mano para acercarme a secar delicadamente estas pequeñas gotas saladas.

—Estamos juntos en esto, ¿Si?

No importa cuanto me duela verte así, no importa cuanto sufra por verte partir. No voy a abandonarte aquí.

—Si necesitas llorar, estoy aquí para ti, aunque me olvides, aunque ni siquiera recuerdes mi nombre en algún momento. Estaré siempre a tu lado.

Logré visualizar entonces como una débil sonrisa se adueñaba de sus labios. Dolía verlo así, pero no podía hacer nada.

Lo único que podía hacer, era esperar a ver como se movían los hilos del destino. Esperar y ver como el universo se llevaba a mi alma gemela sin siquiera preguntar.

My little star || KageHina Where stories live. Discover now