Prólogo

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Sintió como la aguja atravesaba su vena y el líquido se comenzaba a adentrar en esta. La mujer la retiró con brusquedad, reventándosela, y puso un algodón con alcohol encima del pedazo de forma tosca. Colette permaneció quieta, no era novedad que las enfermeras trataran a los pacientes como perros, y ella no sería la excepción por ser una menor de edad.

Tenía tres años metida en ese lugar. Tres años en los que no había visto una luz que no fuese artificial, o hubiese respirado un aire que no sea el intoxicado del lugar.

Era una cárcel disfrazada de hospital psiquiátrico.

Pronto el líquido comenzó a hacer efecto, llevándola a un estado delíricamente cansado y arrastrándola a un profundo sueño. Sus músculos se relajaron, y la mujer comenzó a tararear la canción que tanto odiaba escuchar, pero ya no tenía las fuerzas ni las ganas para callarla.

•••

Los estudiantes la miraban atentos: parecía ser que su aspecto físico los había atraído.

Brawl Stars era de esas escuelas en las que pedías sí o sí estar, y no por la calidad de sus materiales, los profesores, los temas, o la manera en la que los abordaban; tampoco por lo lindo del sitio. Simplemente era porque, si destacabas, ganabas. Y a esa edad lo único que los adolescentes buscaban era lucir bien y ser populares. Típicas palabras de un adulto que, en sus tiempos, los gatos no tenían derechos. Aunque para el contexto, bien era cierto.

La albina era atractiva físicamente, lo sabía, pero por más linda que fuese no compensaba lo muerta que se sentía por dentro, así que le era inservible. No le gustaba estar en esa cárcel, pero tampoco le agradaba más tener que adentrarse con jóvenes tan superficiales; ¿porqué la habían metido en un instituto?, ¿porqué no sólo podían llevarla a casa?. La ira comenzaba a apoderarse de su ser.

-Colette, a la oficina de la directora. -dijo una voz femenina por el megáfono.

Al recobrar la compostura, se dio cuenta de que no había ningún alumno más en el pasillo. Estaba desértico. Seguramente todos se habían ido mientras ella pensaba en su lamentable situación en esa esquina.

Sabía que era temporal: que la imagen que había conseguido ese día solo se mantendría durante unas pocas horas. Una vez todos se dieran cuenta de la clase persona que era, la tratarían como un bicho raro, ya se sabía esa historia. La marginarían, y nadie haría nada por ello, porque era una escuela basada en la reputación y carácter, no en la inteligencia y la fuerza. Una vez supieran lo que ocultaba, todos la tendrían en la mira.

Porque si eres un rarito, eres eso, un simple fenómeno. Pero si tienes un trastorno mental, dejas de ser humano para los demás.

MENTAL | BRAWL STARSWhere stories live. Discover now