MENTAL | BRAWL STARS

Zero

> DILEMMA <

*Éste capítulo contiene escenas bizarras que pueden resultar turbias y aterradoras. Si eres sensible o sientes que puede dejarte un mal sabor de boca te recomiendo no leer este libro.

—¿Por qué su cabello es blanco?

—Parece una anciana.

—Yo creo que es linda.

—No se ve muy lista.

—¿Será virgen?

—Habrá que ver.

—¿Cuánto pesará?

—El doble que nosotros, quizá.

Rechinó los dientes y apretó los puños con la intención de mostrarse molesta, más nadie le prestó atención a eso. Todo se trataba de cómo lucía; si era alta o baja, atractiva o poco agraciada, delgada o gruesa, de piel suave o con granos y manchas, "pura" o "profanada". Repugnante, simplemente repugnante. Todos en ese salón le parecían sumamente superficiales, unos lindos cuerpos huecos por dentro; no valían nada.

El profesor, que permanecía quieto a su lado, se dignó a acallar los murmullos y risas que sobresalían en él aula. Colette lo examinó. Su piel era tersa y pálida, tan pálida que parecía la piel de un cadaver, se sintió asqueada de solo mirarla. ¿La indumentaria? Un uniforme simple de maestro, aparentemente lo único normal en esa escuela.

—Siéntate al lado de Emz. -apuntó con su mentón a una chica de mechón púrpura sentada en el centro del aula.

Le sorprendió el parecido que tenía esta con el mayor, parecían padre e hija. No rechisto y se dirigió hacia la susodicha, quien no parecía contenta con tener que compartir mesa con la albina, por lo que rápidamente se levantó y estampó sus manos contra la superficie en la que estaban sus útiles escolares. Inútiles escolares para la recién llegada.

—¡Tío, te he dicho que no quiero compartir asiento con nadie más que no sea Poco!

—Poco no va en ésta aula, Emz, y yo ya te he dicho que no me trates con informalidad mientras estoy trabajando.

Tío y sobrina, poca sorpresa se le hizo.

Sin más el educador se giró a la pizarra y comenzó a gastar la tiza en ésta, dando inicio a la clase. Colette ignoró el intento de Emz por intimidarla con su mirada y se sentó a su lado, comenzando a sacar sus inútiles escolares para comenzar a hacer sus inútiles apuntes desganada. Estaba mareada, de nuevo; incluso ya asentada los susurros no paraban. Deleznable.

Pasadas unas horas sonó la campana que daba inicio al receso, el cual duraba aproximadamente cinco minutos. Colette se levantó con prisa para alcanzar a comprar y terminar su almuerzo antes de que el mismo timbre que abría el descanso se lo impidiese, no obstante, fue detenida por un agarre en su mochila cuando estaba apunto de salir disparada del aula. Era Emz, cómo no.

—Escucha, ancianita, ya debes saber que no tengo interés en-...

—Ahórrame la pena, chica vana, considero mi alimentación más importante que tu berrinche. -se zafó sin delicadeza y siguió su camino aún más apurada por el retraso innecesario.