Epílogo

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EPÍLOGO. 


Natalia no sabía exactamente cuánto tiempo había estado apreciando a su hija mientras dormía. Había terminado de darle de comer y, aunque sabía que debía ponerla en su cuna, le reconfortaba tenerla en brazos.

Se sentó en la cama, antes de levantarse para llevar a la niña a su propia habitación. La dejó en el cambiador de pañales y le cambió el pañal sin que el bebé se despertara. Luego la envolvió en una manta limpia, la puso en su cuna y se fue.

Hambrienta, fue a la cocina. Allí se sirvió un vaso de leche y comió algunas de las galletas que había hecho esa tarde.

Después, volvió a acostarse. Eran las dos de la mañana. Lorenzo dormía plácidamente a su lado. No quería despertarlo, así que hizo el menor barullo posible y confirmó que la camera del monitor del cuarto de Heloisa seguía encendido.

A las cuatro de la mañana, la niña empezó a llorar. Natalia se levantó de rampante, casi al instante. Se fue al cuarto de la niña para darle de comer.

Lorenzo se quedó junto a la puerta, mirando en silencio cómo Natalia amamantaba a su hija. Sus ojos estaban fijos en su voluminoso pecho lleno de leche.

Le sorprendió que, a pesar de que Natalia había pasado por tantas cosas en los últimos meses, fuera capaz de ser tan fuerte y hubiera elegido alimentar al pequeño con su pecho. Estaba muy orgullosa de la mujer que era. Y en la madre que intentaba ser. Nadie podría decir que es una persona tan joven e inexperta. Había sabido adaptarse a todo lo que ha conseguido con mérito.

Ella miró y lo vio allí embobado. Sonrió. Se quedaron así hasta que Heloisa terminó de comer. Él se acercó y cogió la niña para ayudarla con la digestión, dejando Natalia descansar.

—Deberías ir a descansar. Ya me encargo yo de la niña —dijo Lorenzo.

—No, tú trabajas mañana y yo no. Me quedo yo con ella —le contestó.

—Natalia, yo soy el jefe. Si no quiero ir no voy, sabes que solo voy, porque hay la junta, pero puedo posponer. Además, no quiero que te quedes sola a tomar cuenta de Heloisa. Ser padres es cosa de dos. Tenemos un acuerdo.

—Sabes lo que yo pienso sobre tus acuerdos —ella lo miraba con picardía.

—Estoy dispuesto a rever punto por punto esa propuesta —él lanzó una mirada sensual que no dejaba mucho a la imaginación.

Desde que Heloisa había nacido hace seis meses, no habían tenido mucha oportunidad de estar solos, algunas pocas veces, pero Lorenzo quería darle espacio y esperar hasta que estuviera más recuperada y no quería insistir con sus deseos primitivos, que cada día crecían más intensos por ella.

Cuando la niña volvió a dormir, ellos fueron juntos hasta a la habitación. Se acostaron y Lorenzo la abrazó. Estaban así compartiendo mimos, cuando Natalia quiso hablar.

—Lorenzo, por favor, no te olvides que tenemos que ir a la última reunión antes del bautismo de Heloisa, este sábado. Por favor, no se te vaya a olvidar.

—Que no, mi amor. Incluso marqué con Jaime para venir antes y tomar el desayuno aquí con nosotros, pero me dijo que se iba con tu amiga Esther.

Jaime y Esther habían sido convocados a ser los padrinos de baptismo de la pequeña.

—Sí, Esther me dijo algo... —ella calló, sin dar continuación.

—Te conozco, pequeña ardillita, dime que sabes, porque Jaime anda muy misterioso conmigo y yo no soy tonto.

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⏰ Letzte Aktualisierung: Jul 01, 2021 ⏰

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