Parte 5

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El carruaje daba saltos por la calzada mientras, con la poca luz del sol que se filtraba por entre las cortinas, Chiara leía su nuevo libro de amor. Frente a ella estaba sentado Arame que miraba a la joven y luego miraba sus manos, nervioso por alguna razón. El silencio reinaba entre ellos dos. 

-Señorita Chiara, ¿ese es un libro nuevo?- preguntó Arame intentando comenzar una conversación.

-Si.- contestó ella secamente volviendo al silencio de hacía unos segundos. 

-Debe de ser muy complicado de leer puesto que no habeís pasado página en todo lo que llevamos de camino.- observó el soldado. Chiara cerró el libro con un golpe y lo dejó sobre su regazo mirando a su escolta con sus pequeños ojos marrones.

-No. Lo que ocurre es que no me puedo concentrar aquí y con el movimiento del carruaje y la poca luz creo que me estoy mareando.-

-¿Quiere que paremos el carruaje para que pueda tomar un poco el aire?- preguntó Arame preocupado.

-No, no se preocupe, Arame. Estoy bien.-dijo ella con aquella sonrisa blanca. -¿Qué tal le ha ido en el mercado? ¿A encontrado lo que buscaba?- 

-Sí, señorita.- respondió él poniéndose nervioso.

-¿Puedo preguntar qué es?- dijo ella con un brillo curioso en sus ojos. Arame sintió como el corazón le latía con fuerza. "¿A caso me estoy enamorando de la señorita Chiara?" pensó.

-Puede preguntarlo, pero me temo que no podré decírselo.- dijo Arame mirándolas con sus ojos profundos. Estaba muy nervioso y aquello Chiara lo notaba. 

-¿Por qué estaís nervioso, Arame?- le preguntó la joven colocándo una mano sobre sus dos manos temblorosas. Él la miró con una mezcla de amor y nerviosismo en sus ojos. Ella tragó saliva preocupada. -¿Qué me estas ocultando?-

-Señorita Chiara, es mejor que lo averigueís por vos misma.- esa fue la respuesta de su protector. El carruaje paró frente a la puerta de la casa y el cochero saltó al suelo para abrirles la puerta. 

Cuando entraron a la casa, una sirvienta con candelabros en las manos pasó rápidamente frente a ellos sin ni siquiera reparar en los recién llegados. Por otro lado, en el salón colocaban la vajilla de oro y plata, y en los pisos superiores se escuchaban los pasos apresurados de la gente.

"¿Qué está pasando aquí?" se preguntó Chiara subiendo las escaleras corriendo. Casi cae por ellas cuando se encontró de frente a su madre vestida con sus mejores ropas y peínada con perlas doradas y  un tocado que le recogía su fino y dorado pelo sobre la cabeza. Arame la sujeto por la cintura con suavidad impidiendo una tragedia. 

-¿Dónde estabas?- le preguntó su madre. Ellas dos nunca se habían llevado bien, por lo general su madre era más cercanas a sus hermanas mayores. 

-Padre me dio permiso para ir al mercado.- contestó Chiara mirando al suelo intimidada.

-¿Por qué justamente hoy?- pensó la mujer en voz alta. -Malditos sean tus caprichos, niña. Ve corriendo a tu habitación y cámbiate enseguida, están a punto de llegar.-

-¿Quiénes?- preguntó la hija.

-La familia Cazzio.- dijo apartando de a su hija para poder pasar. Chiara abrió mucho los ojos y corrió a su habitación mientras sus hermanas la observaban a su paso ya arregladas y listas. 

La bañera de cobre dorado la esperaba llena de agua caliente mezclada con aroma de jazmín. Se metió en ella deprisa y mojó su cabello el cual ponto se vió cubierto de una capa de espuma. Las manos expertas de su criada personal le masajearon el cuero cabelludo, con cuidado pero deprisa, creando más espuma. Cuando salió de la bañera, esta misma criada, le masajeó por todo el cuerpo cremas y ungüentos de aroma de jazmín y le secó el pelo con una toalla. Luego la vistió con un traje verde esmeralda con detalles dorados y plateados que se entrelazaban entre sí, y le recogió los dos mechones más cercanos a su cara creando con ellos una trenza atada con una cuerda de hebras de oro y plata. El collar y los pendientes eran de plata con pequeños detalles dorados y unos pequeños pero muy brillantes diamantes. 

Chiara salió de la habitación deprisa seguida de Arame, quien la había estado esperando en la puerta todo el tiempo. Bajó las escaleras en un momento intentando no tropezar ni pisarse el vestido, y por fín llegó a la sala de invitados dónde la esperaba su familia. Se sentó junto con sus hermanas en un amplio sillón de terciopelo azul y madera blanca. La sala estaba limpia y ordenada, en la sala continua se encontraba la habitación de los baquetes donde solían celebrar comidas o cenas con personajes importantes. 

-La familia Cazzio.- anunció uno de los criados a la familia Miani. Chiara buscó por toda la sala a Arame para que éste le dirigiera una mirada que la calmase, pero no estaba ahí y su nerviosismo creció. "¿Por qué la familia Cazzio, una de las familias nobles más importantes del país, ha venido a mi casa?" se preguntaba.

La puerta se abrió. Sus padres y sus hermanas se levantaron de sus asientos, Chiara los imitó un poco rígida por el nerviosismo. La familia Cazzio apareció por la puerta caminando altiva y elegante. Nos dirigimos una reverencia y comenzó el momento de socializar. 

-Salvatore, es un placer tenerlo otra vez aquí.- dijo el padre de Chiara a la cabeza de la familia Cazzio mientras los dos hombres se fundían en un abrazo amistoso mientras reían. Las gemelas y Chiara se miraron con la duda y la confusión en los ojos. 

-Señores Miani, les presento a mi esposa Sala.- dijo mostrando a su esposa mucho más joven que él. La dama hizo una pequeña reverencia. -Y estos son mis hijos: Pietro, mi heredero, y mi pequeña Metri.- 

-Es un placer conocerlos a todos.- dijo la madre de Chiara.

Chiara miraba nerviosa a sus hermanas, luego a sus padre y después a la familia invitada.

"¿Por qué tanta familiaridad entre Salvatore y mi padre?" se reguntó.

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¡Hola a todos!

Esta es la quinta parte de "Dos Caminos". Espero que os haya gustado y ya sabeís. Dadle a la estrellita, poned vuestros comentarios y compartidlo con todos vuestros amigos si os ha gustado. 

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

Cora Bas.

Dos caminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora