◖🍯 ،، Compras

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Algunos días pasaron, y ahora era Yeosang quien iba a la casa de su amiguito, SeongHwa. Cantaba alegre alguna de las tantas canciones infantiles que hay, dando pequeños brinquitos de emoción en el asiento trasero del automóvil, viendo a través de la ventana.

NamJoon se estacionó frente a la casa de las amables madres, Yeosang bajando emocionado, esperando a su padre para caminar a la puerta de la casa agarrado de su mano.

Una vez frente a la puerta, NamJoon levantó a Sang para que este pudiera tocar el timbre de la casa, presionándolo dos veces.

Jeongyeon fue quien abrió la puerta, sonriendo al ver quiénes eran.

—¡Jeongyeon noona!— la abrazó, sonriendo con su adorable boquita de forma adorable para la mujer que consideraba una madre también, junto con Nayeon.

—Sanggie. — lo alzó, pellizcando amablemente uno de sus cachetitos. — ¿vienes a jugar con SeongHwa?— Yeosang asintió, sus rulitos castaños agitándose. Jeongyeon lo bajó. — Seong está en su cuarto, ve.

El castañito le dio un último y rápido abrazo a la mayor y a su papá, corriendo entonces al cuarto de Seonggie. Mientras, los adultos acordaban una hora para que Joon pasara por su lindo bebé.

Entró al cuarto sin tocar, el mencionado leyendo alguna historieta de superhéroes sentado en su cama (que tenía sábanas de Thor, aunque bueno, todo el cuarto tenía algo referente a aquél superhéroe).

—¡Seonggie!— el azabache fijo su vista en Yeosang, dejando  a un lado su historieta para poder saludar al bonito castañito.

—¡Sanggie!— apenas iba a levantarse de la cama cuando el castañito ya se había lanzado sobre él para abrazarlo, causando que cayera con Sang encima de su cuerpecito, comenzando a besar su sonrosada carita.

El azabache empezó a reír por los besitos que le daba el menor en todo su rostro. Los besitos les habían gustado mucho a los dos, por lo que se daban uno cada que podían, que era a todo momento.

—Seonggie, ¿qué crees?— preguntó para que su amiguito tratará de adivinar, dejando sus bracitos a cada lado de la cabeza azabache, aún sentado sobre su pancita.

—¿Viste a Thor?— preguntó esperanzado.

—¡No!— rió. — Fuí al supermercado con mis papis, Seonggie tonto. — informó, dando un golpecito suave a la nariz de su amigo para luego besarla.

—Entonces, ¿quieres que juguemos a hacer las compras?— preguntó, anticipando a lo que diría el castañito.

—¡Sí, sí!— se bajó de encima de SeongHwa, tendiéndole la mano para ayudar a que este se levantara también.

Comenzaron a buscar lo que usarían para su juego: un carrito para compras color rosa perteneciente a la hermana dos años mayor a SeongHwa, que en esos momentos estaba jugando en la casa de su amiga Jihyo.

Ya con el carrito, los dos niños empezaron a recorrer la casa, buscando cosas que meter en el carrito mientras en cada objeto que agarraban se cuestionaban si comprarlo o no y se daban un besito al finalmente decidir.

—¿Ese, Seonggie?— preguntó el castañito, señalando un adorno.

—No, no me gusta. — puchereó. Siguieron avanzando.

—¿Ese te gusta?— preguntó, esta vez señalando una esfera de cristal con falsa nieve que se movía al agitarla.

—¡Sí, esa es muy bonita!— Yeosang sonrió, echando la esfera al carrito y acercándose a su mayor para darle un besito en la mejilla.

SeongHwa le devolvió el beso, con la diferencia de que este fue en los rojitos labios del de hebras cafecitas, causándole un adorable tono rosita en sus cachetitos.

Entraron de nuevo a la habitación de SeongHwa. Yeosang rápido fue por un osito, colocándolo en la cama haciéndolo pasar como el cajero.

—Llevaremos éstos, Sr. Oso. — le habló SeongHwa al peluche. Los dos pequeños comenzaron a pasar los objetos por el colchón, deslizándolos por la sábana haciendo el ruidito de "beep" con sus boquitas.

—¿Cuánto sería?— preguntó Sanggie al objeto sin vida, acercándosele demasiado para el gusto del mayor. — Muy bien. — sacó hojitas de colores recortadas simulando billetes y las puso junto al oso. — ¡Muchas gracias señor Oso!— besó la oreja afelpada del peluche.

De repente, SeongHwa golpeó el peluche, haciendo que este saliera volando de la cama.

—¡Señor Oso!— gritó espantado el castañito, viendo como se estrellaba contra la pared y caía al piso. Volteó a ver a SeongHwa. — ¿Seonggie, que pasa?

 — ¿Seonggie, que pasa?

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