Capítulo 22

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ÁGATA

No podría decir que la mejor forma de invertir mi tiempo un sábado en la mañana es esperar a que Lance se calme y sus palabras empiecen a resultar coherentes, sin embargo, henos aquí. Intento desconectar mi resaca y no hacer ningún gesto de sufrimiento cada vez que su tono de voz se eleva dos tonos fuera de lo normal y mi cabeza anuncia que pronto explotara porque eso solo empeoraría la situación. No obstante, la humillación que me está haciendo vivir, no tiene sentido. No esperaba encontrarme con Caroline, muchísimo menos con Caroline cubierta con apenas una bata de seda, pero Lance ha decidido que no hay forma peor de aclarar su punto que con ella en medio de nosotros observando atenta un punto medio entre sus uñas y mi cuerpo.

—¿Cómo debo hacértelo entender, Ágata? —pregunta Lance con las manos en la cintura—. Siempre has sido obstinada, pero nunca estúpida.

—Los adolescentes son estúpidos, querido —apunta Caroline—, eso no es ninguna sorpresa.

—No soy una adolescente y, ¿tiene que estar ella aquí? —susurro tímida removiendo las manos sobre mi vestido—, creí que esto era algo entre tú y yo.

Algo en Lance hace clic con la mención de «tú y yo», después de todo, Lance hace lo que hace porque en su cabeza, la intención del destino es que él y yo estemos juntos, pero solo hasta este momento soy consciente del poder que ha puesto sobre mis manos. Sus ojos brillan como si de mi boca hubiese salido una declaración de amor eterna, cosa que me aterroriza, pero también me da un respiro a partes iguales, pues sé que mientras Lance crea que quiero estar con él, puedo manejar la situación a mi antojo.

No obstante, no puedo pasar de odiarlo y repudiarlo, a de repente sentir cualquier sentimiento relacionado con «amor» por él, todo debe ser progresivo para que se lo crea.

—Tienes razón —suspira con una sonrisa escondida—. Caroline, retírate, por favor.

—¿Perdona? —pregunta ofendida—. ¿A dónde se supone que debo irme?

—A tu casa —comenta Lance sin importancia.

—Le dije a Nicholas que estaría fuera de la ciudad —susurra entre dientes—, ¿lo olvidas?

Descarada.

¿Es por ello que la energía de Nicholas parece haber sido absorbida por un dementor?

Me guardo las palabras para mí misma, ya suficientes problemas tengo como para añadirle uno más solo por decirle a Caroline que es una desgraciada.

—Paga un hotel —comenta Lance exasperado—, ¿por qué todo debo solucionártelo?

Caroline me observa como si quisiera atravesarme como una daga, y de ser posible, yo misma lo haría. Mi paciencia tiene un límite y todo va a desbordar pronto. Se da media vuelta indignada y vuelve al piso de arriba, dejando un espacio para poder hablar.

—¿Entiendes lo que hiciste?

Lance suspira, toma asiento junto a mí y deja descansar su áspera mano sobre mi rodilla.

—No volverá a pasar —comento haciendo todo acopio de mí para no mover la rodilla.

—Lo sé —dice sonriente—, pero no por tu palabra, sino porque yo me encargaré de que entiendas las consecuencias.

Eso es todo lo que dice, ni una sola palabra más, pero tampoco me permite irme. Y así suceden dos horas, dos horas en que lo único que hago es observarlo mover las manos sobre el teclado de su laptop, ver a Caroline abandonar el apartamento como alma que lleva el diablo y escuchar el tráfico que transcurre en la ciudad. Me siento ridícula, como una muñeca de porcelana que su único propósito es hacerle compañía.

Entre Bailes & Secretos (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora