Capítulo 17

5.5K 501 131
                                    

NICHOLAS

Por el retrovisor del auto observo como Evan balbucea palabras inteligibles mientras juega con la caja de la figura de Iron man que le compré hace dos días. No entiendo que de entretenido tiene una caja, pero a mi hijo le parece de lo más interesante algo tan simple como lo es el cartón. Hemos tenido un mes para irnos conociendo poco a poco y aunque, existen días en los que creo firmemente que no tengo la menor idea de que estoy haciendo, lo cierto es que Evan es un niño por el que cualquier padre apostaría. Es tranquilo, paciente, inocente, educado y lo mejor de todo, independiente. En aquello se parece un poco a su madre, firme como una roca.

—¿Estás seguro de que quieres continuar con Madison? —pregunta Charlie encogiendo el entrecejo—. Estoy seguro de que me estaba espiando tras la puerta.

—No seas exagerado —pongo los ojos en blanco—. Seguramente solo iba pasando.

En un impulso que no pude controlar, terminé solicitando más tiempo con Evan. Las actitudes del chico en cuanto debíamos regresar con Caroline a casa, prendieron las alarmas en mi cabeza, el pobre ni siquiera se refiere a ella como su madre, no es algo en un bebé de su edad, un bebé que debería ser más dependiente de su madre, por lo que intento que pase más tiempo conmigo; mientras averiguo que es lo que le incomoda tanto de estar en casa. Por ello, he contratado a una adolescente que vive en mi edificio como su niñera, no lo hace mal, solo falla cuando Charlie y yo rondamos por el apartamento, en ese momento la pobre parece tener una conmoción cerebral para empezar a seguirnos como abeja tras la miel.

—¡No, Caroline no! —grita Evan notando la fachada de su edificio.

Empieza a removerse en la silla de bebés mientras llora escandalosamente.

—Te dije que debíamos traerlo dormido —apunta Charlie quitándose con frustración el cinturón de seguridad—. Nunca escuchas.

—Son las siete de la mañana —objeto imitando su movimiento—. ¿Cómo se supone que iba a dormirlo?

—Bueno si lo hubiéramos dejado anoche, esto no estaría sucediendo —menciona Charlie abriendo la puerta del pasajero—. Pero como eres un testarudo, ahora el pequeño se alteró.

—Quieres enseñarme el anillo de compromiso que te di —comento sacando a un muy escandaloso Evan de la silla para bebés—. Me estás discutiendo como si lleváramos años casados.

—Llevamos siendo mejores amigos diez años, viene a ser lo mismo.

Un par de adolescentes pasa junto a nosotros sonriendo con ternura al ver como juntos intentamos acomodar la camisa de Evan dentro de su pantalón, como siga revoloteándose como un gusano, va a quedarse desnudo.

—Perfecto —sonríe Charlie sarcásticamente—. Ahora piensan que somos una pareja.

—Tío, ¿qué te sucede hoy? —pregunto caminando con Evan en brazos hasta la recepción del edificio.

—Pregúntale a cierta persona cumpleañera —resopla molesto—. Ese lugar no me gusta, ese tampoco, en ese la música es terrible, la fraternidad ni se te ocurra, puedes hacerlo mejor que eso, Charlie —dice imitando mi voz como si fuera un niño caprichoso.

—Te organicé la fiesta del siglo el año pasado, esfuérzate hombre, no todos los días cumplo veintidós.

—¡No, papá! —exclama Evan aferrándose a mi cuello—. ¡No casa, no!

—Oye —intento calmarlo acariciando su espalda—. Estarás con la señora Mary, te agrada, vendré por ti en un par de días.

—No quiero casa —gimotea escondiendo su pequeña cabeza en mi cuello—. Quiero papá, casa no.

Entre Bailes & Secretos (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora