Bonus

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Una acaramelada pareja de jóvenes yacía sentada entre el césped que el patio de la mansión Agreste tenía, mirando con tranquilidad a la estatua de la madre del rubio.

Después de un largo rato de besarse a escondidas y contar chistes malos, Agreste y Dupain divisaron a la lejanía como la gran entrada de la mansión se abría, dejando pasar a un auto azulado a la propiedad.

Adrien, en cuanto su cabeza lo recordó, palideció implorando en sus adentros, que eso no reviviera la furia de Marinette.

Ella por el contrario, no entendió la razón de la tensión del ojiverde, hasta que observó bajar del auto a una niña junto con su padre y mayordomo, cargando con dificultad una jaula pesada.

Inmediatamente su semblante cambió al reconocerlos, acercándose donde su novio y susurrando con enojo.

-¿Qué hacen aquí esas máquinas de obligar a reproducir gatos?

Para Adrien, ver a Marinette enojada era una caricia visual. Era hermosa. Lástima que también era peligrosa.

Por lo que intentando disipar las nubes de brillitos que su cabeza había formado como fondo, el chico la tomó de los hombros y habló.

-No tengo idea que hacen aquí, pero en unos momentos lo sabremos. Vienen para acá.

La niña del vestido pomposo color celeste, corrió emocionada donde ellos, mientras el mayordomo que la seguía, con dificultad cargaba la jaula.

-¡Adrien!... ¿Y tu gato? Venimos a ver a los gatitos.

Preguntó la niña emocionada, mientras azules y verdes se miraban en complicidad.

¿Cómo explicarles que su gato era la azabache que él tenía tomada de la mano?

Al rubio no le quedó de otra más que comenzar la actuación, expresando una mueca de falsa tristeza.

-¡Oh! No me recuerden ese trago amargo en la botella de vino tinto que es mi vida, porque me pongo mal.

Miró como todos lo miraban con rareza, decidiendo intentar dejar de decorar tanto sus oraciones.

-Mi adorada Ponchito se escapó con un gato negro de verdes ojos. La voy a extrañar tanto. Solo deseo que sea feliz.

Terminó de decir el rubio entre ademanes exagerados, siendo extrañamente creíble para los contrarios, escuchando él ojiverde, como a su lado, la chica que tenía tomada de la mano, suprimía su risa.

Al mismo tiempo, Gabriel que lo veía todo desde la ventana, negaba con tristeza, teniendo entre sus manos un mini traje de látex color morado, idéntico a su traje de villano, que era para el ahora prófugo gato.

Su plan era hacer a Ponchito su mascota secuaz del mal, teniendo incluso su outfit preparado. Lástima que como siempre, un gato negro arruinará sus planes.

Mientras al otro lado de la ventana, el rubio presentó a Marinette como su novia ante los presentes, teniendo una plática amena, hasta que la niña decidió sacar a su gato, una GRAN bola de pelos blanca que Marinette recordaba bien.

Mirada perdida y pelaje maltratado. Se notaba que el gato no la había pasado bien en mucho tiempo

-Él es el señor Michifus. Mi gatito.

Lo presentó la niña a Marinette, quien con maldad disfrazada de curiosidad, se acercó donde el felino, quien al solo sentirla cerca, se arrinconó con miedo dentro de la jaula, dando un maullido que parecía más llanto.

Podría ser solo una gato, pero tuviera la forma que tuviera, él podría reconocer aunque fuera invisible, la presencia de ese ser que le provocaba tanto miedo.

Entonces una idea invadió a Marinette, quien mirando disimuladamente hacia donde las visitas, y observar que no estaban prestando atención, se acuclilló y le dedicó una sonrisa siniestra al gato, que hizo al peludo erizarse de terror.

Al todos notarlo, ella se reincorporó al costado de Adrien, y dió una sonrisa inocente.

-Que lindo gatito.

Habló a la vez que la atención de todos se enfocaban en el gato que inflaba su pecho agitado, como si su vida corriera peligro.

Adrien simplemente entrecerró los ojos, sintiendo la duda crecer como hiedra en su interior.
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Tomando un poco del sereno nocturno, Agreste y Dupain se encontraban con tranquilidad relajándose en el balcón de la ojiazul, teniendo un momento a solas pues los kwamis, estaban dentro de la habitación.

Mientras ambos aprovechaban que estaban solos, y que no escucharían burlas por parte de Plagg, besos, abrazos y caricias inocentes era lo que ambos con amor se propinaban, hasta que en medio de ese momento tan hermoso, un pensamiento oscuro invadió la mente del Agreste.

¿Qué había pasado con exactitud en la jaula, y por qué esa pregunta no lo dejaba ni disfrutar de su momento?

Sentía que la duda lo carcomia. Tenía que encontrar la manera de preguntarle suavemente, pero a la vez, sin verse desespera...

-¿Qué sucedió esa vez que te dejamos en la jaula con el gato?

Lo que juro no hacer, fue lo primero que hizo. El rubio preguntó aún con sus labios unidos, haciendo que la ojiazul abriera los ojos con espanto, sintiendo chocar su aliento.

-¿Eh?

Adrien sintió una pequeña molestia nacer en el estómago. Sabía que eran celos, pero fingiría que no lo eran.

-Oh, n-no pasó n-nada. JA... Ja.

Adrien palideció al escucharla hablar de manera robótica ¿Acaso Marinette estaba nerviosa? Eso solo podía significar una cosa.

-No me digas que...

Adrien sentía la culpa sobrepasar a los celos que sentía ¡Había sido su culpa! Pobre de Marinette. ¡A qué la había orillado!

Al mismo tiempo, la presión de la mirada aterrada de su amado, le ganó a la azabache, por lo que no pudo más que confesar.

-Lo confieso ¡Traumé a ese gato y lo disfruté! Ya lo dije.

Los ojos del rubio se abrieron totalmente, denotando sorpresa.

-¿Qué?

Iba a fingir que él siempre pensó eso, y que para nada llegó a pensar en la posibilidad de que en la jaula, pudo haber sucedido la reproducción.

Este observó como su amada se miraba apenada, por lo que con cariño le dió un abrazo, mientras le susurraba un "Tranquila, ya pasó"

Y ahora si se acabó de acabarse. Ya no hay más partes ni bonus.

Voy a comenzar a corregir la historia porque mi manera de escribir cambió mucho en un año. Así que bueno, por fin me despido oficialmente de esta historia.

Ojalá les haya gustado.

En fin, es el fin.

Adiós Marinette desapareció.

Marinette desaparecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora