Parte 16 El adiós.

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Sin hacer caso a las protestas de Richard, Babalia ordenó a Greena cargar al muchacho y llevarlo devuelta al lugar donde Nerval había caído. El humano logró vendarse la herida con un trozo de tela arrancado de su ropa. Con la mirada baja, Greena sólo atinó a decir que lo sentía. Richard, preocupado por Mur, le suplico a Babalia que lo dejara, para atender sus heridas. Pero la dragona se negó, amenazando con matarlo si persistía con el asunto. Tras una breve caminata, finalmente arribaron a destino. Bakur y Rark permanecían al lado de Nerval, mientras los otros dos dragones estaban los expectantes, unos metros más allá.
- Babalia. Richard! ¿Dónde está Mur? Que sucedió?- Preguntó el viejo pulak.
- Babalia guardó silencio mientras se acercaba a Nerval para verificar su estado. Tras auscultar minuciosamente su armadura y ropaje, la hembra señaló:
- Grrr...¿Se salvará?
- Eh... Pues no lo sé.
- Grrr... ¿No lo sabes? ¿No eres curandero?
- Babalia... Acaso tú... - Respondió Bakur sorprendido al notar el cambio de actitud de la hembra.
- Ten cuidado maestro! Babalia aparentemente se recuperó de su maldita amnesia. Nos hirió a Mur y a mí- Gritó Richard con angustia.
- ¡Que! Cómo pudiste! - Rugió el viejo mientras se ponía de pie empuñando su espada corta. Pero Babalia ágilmente lo tumbó nuevamente, amenazándolo con la suya.
- Grrr... Cuidado anciano! No querrás que atraviese tu cuerpo de nuevo- dijo en tono burlesco.
- Que? Entonces fuiste tú, esa vez! Grrr... ¿Richard estás bien?
- Estoy herido en la pierna!- Respondió éste.
- ¡Silencio!- Interrumpió Babalia- Curandero, si no eres capaz de sanar a mi guerrero, entonces nos vamos- Sentenció.
- ¡Deja en paz a Richard!- Insistió el pulak
- Esa criatura viene con nosotros.
- ¿Qué dices? Grrr... Si no lo sueltas, mataré a tu guerrero...- Amenazó Bakur poniendo su espada en el cuello de Nerval aún inconsciente. Todos los presentes se sobresaltaron. Rark desenvainó su arma, pero Babalia lo detuvo con un gesto.
- Grrr... Escuchenme todos!- Señaló dirigiéndose a los soldados dragones- Yo soy Babalia, líder de este clan del ejercito del Consejo. El maldito traidor de Valrok ya ha pagado su cobarde intento de asesinarme. Ahora, yo retomo mi legitimo lugar como su líder. Ustedes me deben obediencia y lealtad, y a través de mi, al gran consejero Belgarión y al propio Consejo. Cualquier acto en mi contra, será considerado traición. Todos ustedes... Volveremos a Ciudad de Piedra. La misión de encontrar y atrapar al Tercer Pilar de Sanyahona, se ha concretado- Dijo con autoridad, señalando a Richard quien aún se encontraba en brazos de Greena.
- Grrr... Ya te dije que liberes al muchacho, de lo contrario matare a tu soldado!
- Anciano... Puedes hacer con el lo que te plazca, ya que de todos modos morirá.- Richard no podía creer lo que escuchaba. Como era posible, que la que fuera su amiga y protectora, se haya convertido de un momento a otro, en una persona tan despiadada y cruel. ¿Acaso estuvo fingiendo todo este tiempo? El humano se negaba a creerlo, cuando en el fondo de su corazón, siempre sintió a Babalia sincera, honesta y cálida. ¿De verdad esta es la verdadera Babalia que había perdido la memoria? Tibias lágrimas comenzaron a brotar en sus ojos, cuando la tristeza y la angustia se apoderaron de su alma.
Rark, espada en mano sintió que de algún modo debía defender a quien fuera su lider . Greena tampoco dudaría en matar a Bakur para salvar a Nerval. El pulak, con los dientes apretados, aún presionaba su cuchilla contra cuello del dragón. Richard se dio cuenta que Greena no se quedaría de brazos cruzados, al escucharlo rugir con fiereza. Ante la tensa situación, decidió intervenir.
- ¡Espera Bakur, no lo hagas!- Señaló intentando calmar a su maestro. -No vale la pena, no quiero que te maten. Por favor, déjalo. Y ve a salvar a Mur Arbak, que yace herido en el claro. Te lo ruego maestro- señaló con la voz quebrada.
- Richard- murmuró el pulak, mirando al muchacho con ternura.
- Voy a estar bien. Siempre he querido conocer la Ciudad de lo dragones, ya te lo había dicho, cierto?
- Oh, Richard... Hijo... No... - Dijo Bakur, quebrándose de la emoción.- Por favor, no se lo lleven... ¿Qué tiene el Consejo contra él? No ha hecho nada malo. He visto como cura a las personas, incluso a dragones como ustedes. No es justo que lo traten así- agregó con los ojos llorosos. Todos los presentes se estremecieron. Incluso Greena, cuyo relajo puedo notar Richard. Sin embargo, Babalia permanecía impávida. Su semblante era serio y su mirada fría como la misma noche.
- No se preocupen por Nerval, mi maestro no le hará daño- dijo Richard a Grenna con voz baja, a lo que el dragón respondió: Pero yo no puedo garantizar lo mismo para ti. Lo lamento.
- Grrr... Ustedes, vienen con nosotros!- Dijo Babalia, a los soldados de Valrok
- ¡Si señora!- Respondieron éstos inclinando sus cabezas. Lo mismo hicieron Rark y Greena, en señal de sometimiento a la autoridad de la líder del clan.
- Ve por Mur, maestro, cúralos a ambos! - le dijo Richard a Bakur, mientras los dragones se alejaban de él, iniciando la larga travesía a Ciudad de Piedra. Con el corazón destrozado, el anciano curandero comenzó a sollozar por la partida de quien había sido su compañero de ruta en los últimos tiempos, había compartido muchas cosas y por quien sentía un profundo cariño paternal.
- Ilaria, Narset... Perdónenme... Les he fallado. ¡Les he fallado a todos!- Dijo en voz alta, mientras reclinaba la cabeza contra el suelo y comenzaba a llorar amargamente.

*

Los dragones, con la presa en su poder, avanzaban en medio de la noche. Richard, guardaba silencio. Greena lo había puesto sobre su cuello para alzar el vuelo más fácilmente. La pierna herida, comenzaba a doler. Pero no le importaba. El verdadero dolor, Richard lo sentía en el corazón, provocado por la traición de Babalia y la pérdida de sus amigos. Ya no tenía a nadie a quien recurrir. Estaba solo nuevamente, igual que cuando llegó a Sanyahona. Sin embrago, esta vez, no tenía miedo, sino decepción. Cuando creyó haber encontrado el propósito de su venida a este mundo, ayudando a otros con sus conocimientos médicos, otra vez lo envolvía la incertidumbre. Nuevamente se preguntaba sobre el propósito de haber llagado a aquel lugar. -Tal vez sea mejor así, ya nadie tendrá que morir por mi causa- señaló en su fuero interno. Cuando el sol de Sanyahona se asomaba nuevamente en la lejanía, los dragones volvieron a elevarse al cielo. El viento, comenzó a acariciar la cara Richard, y al mismo tiempo, enjugaba sus lágrimas. Ese mismo viento que le recordaba lo feliz que había sido al sentirlo con Babalia, cuando volaban juntos.
- "Dominga, ¿Cómo fue que te ganaste el corazón de estas criaturas?¿Como lograste convertirte en su Segundo Pilar y no morir intentándolo?"- Se preguntaba, mientras el grupo se alejaba cada vez más de la frontera. También pensaba en Ilaria, su madre adoptiva, en Isah, su casi novia y en los otros pulaks de Amurga: Droken, Rembla y su entrañable amigo Reyan. - Solo espero no causarte un gran dolor con mi ausencia, mamá. Gracias por todo, una vez más.- El dolor de su pierna, se hacía a ratos insoportable en la espalda de Greena. Sin embargo, trató de no pensar en nada, mientras cerraba sus ojos para continuar sintiendo la caricia del viento en su rostro.


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