Capítulo 6 "Día con Chuuya"

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Se encontraba caminando por las frías calles de Yokohama, no había llevado su abrigo y lo único que lo mantenía caliente era el café que traía en las manos.

Sentía la espalda pesada, como si estuviera cargando un peso muerto en sus hombros. Ni siquiera podía sonarse el cuello por lo entumecido que se encontraba todo su cuerpo. Le fastidiaba, cualquier mínimo malestar que impidiera dar el cien por cien en su trabajo le molestaba.

Dio un suspiro pesado que fue acompañado por vapor frío. Solamente esperaba que no comenzara a llover. A su mal día solo le faltaba aquellas gotas de agua para empeorar.

La paz reinaba, pero sabía que no duraría mucho. Los días tranquilos en sí, jamás duraban tanto en su vida.

Comenzó a sumirse en sus pensamientos.
Pensó en lo miserable que era. Tal vez su vida era una comedia dentro de una misma tragedia.

Empezando desde niño, cuando su madre lo había dejado en aquel afornato, siguiendo por cuando fue adoptado, hasta el día de hoy, lidiando con fuerzas sobrenaturales las cuales escapaban de su poder.

En el fondo de su ser él sabía que jamás podría tocar el cielo. Ya se había manchado las manos con sangre muchas veces. Mintió, engañó, difamó, disparó y mató.
Pero aquello no aplicaba para su compañero, si no podía salvar su corrompida alma, salvaría la de Atsushi.
Aunque, él también soñaba con un poco de misericordia. ¿Debería comenzar desesperadamente a confesar sus pecados y traer a Dios a su vida? No tenía respuesta para la incertidumbre.

Botó el café, aún quedaba pero tenía el estómago demasiado cerrado hasta para ingerir líquido.

Sacó aquellos pensamientos de su mente. Ya que, sólo se permitía ser y sentirse miserable cuando nadie estaba cerca.

Llegó hasta el lugar citado, el cual era la planta de abajo de su edificio de trabajo. Pudo vislumbrar algunos de sus compañeros que comenzaban a llegar.

—¡Oh, Nakahara! ¡Al fin llega!

Aquellos gritos fueron suficientes para espabilarlo. La muchacha rubia se acercaba hacía él con prisa.

—Buenos días, Higuchi.

—¡Lo siento mucho! Se me olvidó. ¡Buenos días, señor Nakahara!

—Higuchi, solo nos llevamos un año, puedes dejar de decirme señor— le dio una media sonrisa. La chica era muy eficiente en el trabajo, mas cuando estaba fuera de su papel, era bastante torpe.

—P-pero, usted es mi superior. No le puedo faltar el respeto así.—Chuuya soltó una risita. Le entretenía y hasta llegaba a darle un poco de ternura.

—Ya bueno, luego podremos trabajar en que me tutees. ¿Ibas a decirme algo? Te noté agitada.

—¡Ah sí! El señor Ranpo ya ha dejado el caso preparado para usted.

—Bien. Será una mañana movida después de todo.

—¡Se me olvidaba! Un hombre guapo lo está esperando.— le dijo con entusiasmo.

El de cabellos anaranjados parpadeó confundido. Se aclaró la garganta y luego soltó su voz.—¿Un hombre guapo dices?

—Sí, sí. Nos ha dicho que son muy cercanos y quiso esperarlo hasta que llegara.—la rubia se le acercó más. Estiró la mano, movió sus dedos con destreza, y con sumo cuidado para que no se notara, señaló con uno.— Mire, es ese de allí.

—No creo que ningún hombre g-...—las palabras murieron en sus labios al ver de quién se trataba. Sintió como su garganta se cerraba.

Dazai.

BLACK BOOK (soukoku/shin soukoku)Where stories live. Discover now