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En cuanto vió la silueta sumamente
atractiva que entraba en el estacionamiento delante del Museo de Arte en una Ducati clásica -una moto de un impecable color negro y cromo-, Bae Joohyun supo que era ella.
Kang Seulgi, La mujer a la que
había ido a entrevistar. Una mujer famosa por su talento y sus conocimientos como dominante sexual en la escena del BDSM de Miami.

No era la chaqueta negra de piel lo que la
delató ni tampoco su cuerpo imponente. Era esa actitud de intrepidez y de confianza en sí misma que tenía al
detener la moto, dándole un último
acelerón antes de apagar el motor.

Era la manera en que pasó la pierna por
encima del brillante depósito y se quitaba el casco como una mujer totalmente segura de su atracción sexual ante cualquier persona que la mirará.

Era el aura de poder que ella alcanzaba a sentir incluso a tantos metros de distancia, como si acabara de recibir un delicado golpe.

Kang Seulgi sin casco era aún más imponente.

Tenía el cabello oscuro, un marcado perfil que podrían haberlo tallado en mármol.

Joohyun estaba junto al coche, con la puerta aún abierta y las llaves olvidadas en la mano.

¿Por qué le latía el corazón con tanta
fuerza?

Sin embargo, no podía apartar la vista de
los elegantes movimientos que hacía con
sus manos mientras se quitaba los guantes de piel y abrochaba el casco al asiento de la moto.

No dejó de mirarla mientras Joohyun
levantaba la mirada y encontraba la
suya. Eran unos ojos marrones, brillantes y penetrantes, cómplices.
Sabía que la había estado mirando.

Por primera vez en su vida, Joohyun se
sentía completamente aturullada.

Ojalá se le calmara ya el pulso, ¡Mierda!
"Es una reunión profesional, idiota"
Si, pero al parecer eso no inhibía ni un
ápice su respuesta a esta mujer.

Tendría que recobrar la compostura antes de hablar con ella. Habia acudido para aprender de ella, para investigar.
Alba, la sumisa con la que se había puesto en contacto por Internet y a la que había conocido una semana antes, le había dicho que con quien tenía que hablar era con Kang Seulgi; pero no le había advertido de lo increiblemente hermosa que era.

Kang Seulgi debería llevar un cartelito de advertencia.

Sonrió mostrando una hilera de dientes
blancos que centelleaban; sus labios eran
exuberantes. Algo que la distinguía era su aspecto malicioso. Notó cómo le subía una oleada de calor por el vientre, como si fuera fuego líquido.

Seulgi se estaba acercando y a ella le
temblaban las rodillas.

Se acercó más y más hasta que llegó al otro lado del Audi sedán blanco.

-Me da la impresión de que eres la mujer a la que vengo a ver, no? -Era una voz rasposa y profunda pero sorprendentemente melosa, muy sexual.

No pudo hacer otra cosa que asentir.

Seulgi esbozó una sonrisa al percatarse de su prologado silencio.

-¿Bae Joohyun? ¿Escritora de novelas
eróticas?

-Sí... -¿Pero qué le pasaba? ¿No podía formar una frase coherente?

-Soy Seulgi. ¿Entramos?

-¿Qué? Ah, sí, claro.

Cerró la puerta del coche y pulsó el botón de bloqueo.

Trató de pasar por alto ese calor que la
invadía por dentro. De repente, el abrigo de lana se le puso demasiado pesado, a pesar de la humedad habitual de Miami en otoño.

Era demasiado consciente de la mujer que andaba a su lado mientras se aproximaban a la entrada del museo, de estilo art decó, flanqueada por marcos de piedra.

Siempre le había gustado este edificio, así como las exposiciones de albergaba.

Cuando Seulgi le sugirió que se encontraran en la cafetería del museo, se quedó gratamente sorprendida. Sentía debilidad por el arte, sobre todo por el asiático, y había visitado aquella colección en incontables ocasiones.

Subieron por las escalinatas de piedra y
Seulgi apoyó la mano en la parte baja de su espalda, le recorrió un escalofrío.

La miró y la sorprendió con una sonrisa
en los labios. Pero ambas permanecieron
calladas mientras cruzaban la entrada y
sus pasos resonaban en el suelo de mármol.

Luego subieron los escasos escalones que
les separaban del "Taste Café", que estaba en el patio central del museo.
Entrarona la cafetería y Seulgi le señaló
una de las mesitas que había bajo el techo abovedado del atrio. Las estatuas de Buda, Vishnu y Kali rodeaban el patio.

Joohyun habría jurado que alcanzaba a oler el antigüo aliento de piedra bajo el aroma del café y el té que perfumaba el aire.

Una luz difusa se filtraba por el cristal
esmerilado de las ventanas del atrio,
acentuada por los apliques ambarinos de
las paredes que despedían un sutil fulgor
dorado. Era un lugar relajante donde ella
solía ir para tomar un té tranquila, aunque hoy estaba hecha un manojo de nervios.

¿Por qué estaba tan alterada?
No era más que una mujer, era una
entrevista más.

Seulgi le ayudó a quitarse el abrigo y le
apartó la silla, unos modales clásicos pero no tan habituales entre mujeres y algo muy poco común en esta ciudad tan cosmopolita.

Se quitó la chaqueta de piel y la colgó en
el respaldo de la silla con un gesto que la
mostraba relajada y segura.

No se podía ser más guapa.

Joohyun se movió en la silla, agarró la carta de la mesa y examinó la selección de tés.

-¿Qué vas a tomar? -preguntó Seulgi.

-Suelo tomar la mezcla de té verde con
jazmín. -respondió Joohyun.

Seulgi le hizo un gesto al camarero y antes de que ella tuviera tiempo de decir nada, pidió por las dos.

-Espero que te gusten los biscotti -le
dijo, sonriente- Son casi tan buenos como
los que hacen en Roma. Hay una pequeña cafetería junto a las escalinatas de la plaza de España. Es una zona tan turística no esperarías nada espectacular pero en este sitio hacen los mejores biscotti de Italia.

-Hace años que no voy a Roma, pero sí
recuerdo los biscotti que hacían.

-Yo estuve el año pasado, de vuelta a casa
después de un viaje por España en plan
mochilera. ¿Viajas mucho?

-Tan a menudo como puedo. No me gusta
quedarme demasiado tiempo en un sitio
aunque los plazos de entrega de los libros me tienen encerrada en casa últimamente. Y eso me pone nerviosa. Hay tanto que hacer por el mundo.

Joohyun se inclinó hacia delante y acarició la cuchara que descansaba sobre una servilleta de papel sobre la mesa.

¿Como qué? Mierda, ¿estaba haciéndome la linda con ella?

-Todo.-Sonrió-. Cualquier cosa. He
escalado en Brasil, he nadado por las costas de Fiji y he ido de mochilera por Nepal.

-Así que eres adicta a las emociones
fuertes.

-Sí, supongo que sí. Pero tampoco me
quiero agrandar. Son cosas que me gustan y ya está. Marcarme retos.-Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa-, Ir rápido. Me encantan mis motos, me gusta manejar
rápido y ver hasta dónde puedo agarrar las curvas, lo entiendes?

 Me encantan mis motos, me gusta manejarrápido y ver hasta dónde puedo agarrar las curvas, lo entiendes?

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Sᴜᴍɪꜱɪóɴ - seulreneWhere stories live. Discover now