2. Morbo

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De ser necesario, relea la guía introductoria escrita en el capítulo uno.

TW: contenido explícito.

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Inko se levantó a la mañana siguiente, con el cabello revuelto y recuperada por completo del día de ayer. Se dio una ducha, y luego de cambiarse, fue a ver si su hijo ya había despertado. Se sorprendió de no verlo allí, y mucho más de ver su cuarto: todo lo relacionado con All Might, excepto un póster y una figura de acción, había desaparecido.

Al no encontrarlo por ningún lado, llamó a su celular. Quizás se había ido más temprano a la escuela.

Fue enviada directamente al buzón de voz y frunció el ceño. No era normal que Izuku no le respondiera.

Llamó a la escuela. No había ido a clases.

Inko comenzó a sentirse ansiosa y trató de pensar dónde podía estar su hijo. Era difícil, porque Izuku no salía mucho de casa a menos que fuera para ir a la escuela, ver peleas de héroes o algo que hicieran ella y él juntos.

Decidió preguntar a vecinos, gente que encontraba por el barrio e incluso llamó a Mitsuki, la madre de Katsuki —aún guardaba su número de cuando ellos eran niños, pese a que hacía mucho tiempo que no iban a la casa del otro—, pero nadie lo había visto.

Con el corazón latiendo como loco, se acercó a la estación de policía.

—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarla? —Un policía, alto y de cabello y ojos negros, la recibió.

—Yo… No encuentro a mi hijo —dijo, y sin poder evitarlo, rompió en llanto.

El policía, un poco nervioso por no saber cómo consolarla, posó una mano sobre su hombro y dio pequeñas palmaditas.

—Descuide, él seguro está bien. Cuéntemelo todo y veremos qué hacer.

Con eso, la guió hasta su oficina y le sirvió un vaso con agua.

Luego de unos minutos, Inko se tranquilizó y le contó lo poco que sabía: que la última vez que lo habían visto —y que esa persona que lo había visto, era ella— fue ayer en la noche. También le dijo la escuela a la que asistía, donde vivían y otros datos sobre él.

—Bueno, entonces esto es lo que haremos: usted volverá a su hogar, ya que existe la posibilidad de que se haya ido de casa y puede volver en cualquier momento. Por mi parte, revisaré los alrededores y hablaré con sus compañeros de clase. Empecemos por eso, ¿de acuerdo?

Ella asintió.

—Le dejaré mi número por cualquier inconveniente.

Inko tomó la tarjeta que le dio y, agradeciendo (mucho), se retiró de la comisaría.

Al salir, le echó un vistazo al número.

Detective Naomasa Tsukauchi. Contacto: XXX - XXX - XXXX.

(...)

Luego de recorrer por al menos una hora y media los alrededores, en busca de al menos una pista, Tsukauchi notó que había varias cámaras de seguridad que podrían haber capturado a Midoriya, por lo que pidió los respectivos permisos para revisarlas. El proceso por el cuál obtenía un “sí” era generalmente largo, por lo que pensó que sería buena idea ahorrar tiempo e ir a la escuela del niño.

Una vez que llegó allí, habló unos minutos con el director y le explicó la situación y él lo hizo pasar al salón de clases. Lucía un poco… ¿molesto? Parecía como si investigar la desaparición de su estudiante lo estorbara.

Anónimo | BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora