Capítulo IX: Día Atípico

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Aún no comprendía como dejó que su amigo le acompañara a su apartamento, era un entrometido eso lo sabía, sin embargo también era su culpa por abrir la boca cuando no era conveniente, Ronald era un sin vergüenza y Sebastian temía que pudiera decir alguna insensatez en frente de Ciel.

Esa mañana se levantó antes de lo usual, el haberse quedado en ese sofá fue una tortura para su espalda, solo lograba conciliar el sueño por pequeños lapsos de tiempo, así que no durmió tan bien como quería. Antes de salir de su apartamento le dejo una nota al pequeño Ciel junto a la mesita de noche que estaba al lado de su cama, se imaginó que al igual que él probablemente se le dificultó dormir la noche anterior, por eso decidió no despertarlo.

Al llegar al hospital, entró saludando a sus compañeros hasta que se encontró con Ronald en su oficina, lo cual se le hacía extraño.

—¿Puedo saber por qué desayunas aquí, teniendo la cafetería en el segundo piso?

—Buen día para ti también querido amigo —contestó después de darle un trago a su café— no me gusta comer ahí, peor en mi oficina que no tiene ventana y una linda vista como la tuya.

—Si como no —aseguró poniéndose la bata blanca— será mejor que te vayas, tengo cosas que hacer, lo que menos quiero es que me molestes.

—Hoy vienes de mal humor ¿lo de siempre? O es por tu ahora "matrimonio" —mencionaba haciendo comillas con sus dedos— sigo sin creerlo, pero es bastante obvio que ahora ese es tu mayor problema.

—De hecho lo es, Ciel y yo creímos que podíamos mantenerlo en secreto pero hubo un grave descuido de mi parte.

—¿Qué hiciste Sebastian? — cruzaba los brazos tratando de hacer un gesto serio, mientras el azabache le lanzaba una mirada de desacuerdo.

De pronto su conversación se vio interrumpida por una de las enfermeras quien buscaba a Ronald, habían llevado a un paciente que de repente sufría un infarto y debía atenderlo de inmediato. El rubio salió presuroso no sin antes decirle a su amigo que terminarían de hablar después.

Así pasó el día atendiendo pacientes con casos leves, por suerte hoy saldría a las siete, pasaría al supermercado por unas cuantas cosas e iría a casa y no precisamente a descansar, tendría que hablar con el azulino sobre que iban a hacer de ahora en adelante.

No vio a Ronald a la hora del almuerzo así que no se preocupó de seguir con la plática que tenían pendiente, podía estar tranquilo el resto de la tarde.

—Doctor Michaelis, aquí tengo el medicamento que me pidió que buscara, y la doctora Durless ha llegado, ella se encargará del turno nocturno —comentó la enfermera entrando a su oficina.

—¿La doctora Durless? —cuestionó confundido, ya que quién solía tomar el turno de la noche era el doctor Baldroy.

—Así es ella fue transferida el día de hoy, del hospital London Bridge.

—Ya veo, bien gracias por el medicamento, y le daré la bienvenida antes de irme.

Con rapidez tomó sus pertenencias, mientras era guiado por la enfermera hacia la recepción ya que ahí estaría su nueva compañera, al llegar se encontró con una mujer alta, de tez blanca, pelirroja, sin duda una mujer hermosa.

Nervioso se aclaró la garganta para hablar.

—Señorita Durless, es un placer conocerla, soy Sebastian Michaelis.

—El gusto es mío, por favor llámeme Angelina —dijo mientras sonreía— ¿Va de salida?

—Así es, de hecho llevo algo de prisa, aun tengo que pasar a comprar unas cosas para mi despensa —susurró inquieto, queriendo escapar de cierto amigo hostigoso que tenía.

Forelsket [SebaCiel]Where stories live. Discover now