Capítulo XIII: Conflicto

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Decir que Ciel sentía vergüenza en ese momento era poco, quería golpear a Sebastian y que quedara ahí a mitad de la sala desmayado.

Después de la llamada que tuvo con Ronald y este le dijera que el azabache ya había llegado a su trabajo, se tranquilizó, aunque no lo suficiente, decidió ir a dormir.

El sonido incesante de su móvil le había despertado de golpe, lo agarró de la pequeña mesita junto a su cama y sin ver el identificador de llamada contestó.

—Ciel, soy Ronald abre por favor, estoy afuera del apartamento —de pronto su somnolencia se fue, levantándose presuroso corrió hacia la puerta y vaya sorpresa que se encontró.

—¿Qué ha pasado? —cuestionó con asombro, el de mirada glauca sostenía a Sebastian, este parecía desmayado, no, más bien estaba ebrio.

—Es una larga historia, llegó así al hospital, cuando terminé de hablar contigo, entró como si nada y de pronto se desmayó, no sabes el susto que provocó a todos, con ayuda tuvimos que subirlo a una camilla, le hice unos chequeos pero resultó estar ebrio nada más.

—¿Cómo se le ocurre ponerse así?, mira se ve del asco —el azulino pronto ayudó a sentarlo en el sofá, mientras Sebastian a penas y podía mantener los ojos abiertos.

—¿Ciel? Todo... da vueltas —pronunció en un tono que le pareció gracioso al azulino, trató de no reírse ante la situación.

Ronald apenado le mencionó que debía volver al hospital y que cualquier cosa que sucediera le llamara, por el momento Sebastian debía descansar, así mañana con más tranquilidad podía hablarle, Ciel no rechisto, solamente se despidió del rubio y con esfuerzo llevó al azabache a su habitación, la diferencia de estatura no ayudaba mucho pero finalmente pudo hacerlo.

Le quitó los zapatos y lo arropó pensando que se había quedado dormido al instante, más no fue así, de la nada el de ojos carmesí comenzó a gimotear, el pequeño se exaltó ante eso.

—¡Sebastian tranquilízate!, ¡deja de llorar! —dijo asustado, no sabía como lidiar con esta situación, el mayor estaba siendo caprichoso, no quería imaginarse cuanto había bebido para estar delirando de esa forma —descansa, mañana te sentirás mejor.

—Ciel... Ciel dime —mencionó dando varios hipidos— ¿sientes esto? —el moreno tomó la pequeña mano del azulino guiándola a su pecho, justo donde su corazón palpitaba— late así por la mujer que me rompió el corazón, soy un idiota creí que si volvía a verla nuestra situación podría cambiar y seríamos felices, pero no fue así.

—¿De qué hablas? —preguntó desconcertado.

—Hoy vino Matilda al apartamento —dijo dolido, Ciel buscó en la mesita de noche una caja de pañuelos, la abrió y sacó uno para poder limpiar las lágrimas que el azabache tenía en el rostro— hablamos un rato hasta que decidió irse, pero antes... —hizo una pausa cerrando duramente los ojos por el mareo— antes de irse me dijo que había sido Claude... quien la convenció de venir a verme.

¿Qué tenía que ver el otro azabache en esto? Si bien era un problema delicado, pero no le correspondía meterse en ese asunto, a menos que Sebastian de alguna forma pidiera ayuda, lo cual veía imposible. No quería pensar en que podría ser un plan del muchacho de ojos ámbar el volverlos a unir, sabiendo el problema en que estaban metidos o peor aún sabiendo que su hermano menor no se encuentra estable por esa relación fallida.

—Claude es un imbécil —le escuchó al moreno decir con odio— si cree que con esto me ayudará... pues no es así, seguramente lo hace para fastidiarme.

Ciel sabía que Sebastian tenía algo de razón, por ahora no podían confiar en nada que Claude les dijera, siempre se mostraba apático con su propio hermano ¿por qué querer ayudarle ahora?, lo mejor era hablar con él para aclarar las cosas. El azulino volteó a ver al azabache que estaba quedándose dormido, lo cubrió con la sábana, por impulso acarició sus cabellos acomodándolos un poco, después dio la vuelta para salir de la habitación hasta que escuchó nuevamente su voz, llamando su atención.

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