Capítulo IV: Saudade

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—Haber si entendí —mencionaba el joven rubio, que se encontraba sentado en el pequeño sofá de la oficina de su amigo, con la laptop sobre sus piernas— al salir del club aquel día, de la nada despertaste en tu apartamento y... ¿ya estabas casado?

Trataba de contener la risa, al ver como Sebastian lo afirmaba moviendo la cabeza con un gesto serio de su parte, sabía que él no era de esos tipos que les gustaba hacer bromas, en especial cuando se trataba de un tema serio, sonaba algo tonto que de la nada se hubiera casado con alguien que a penas conocía, sobre todo porque no había sido con una chica como siempre imaginó, era tan irreal lo que su amigo llegó a contarle que si no fuera por el gran hematoma en el ojo y el labio partido no le hubiera creído del todo, ese día lo vio llegando al hospital tan desganado, como si estuviera harto de su vida.

—Esto es tu culpa por dejarme solo en ese tonto lugar —dijo comenzando a desquitarse con Ronald que atento seguía viendo la pantalla del ordenador.

—Amigo, no soy tu madre para cuidarte todo el tiempo, además tu aceptaste ir, yo no te obligué —sonrió triunfante al ver como el azabache refunfuñaba— mira, aquí dice que las bodas notariales te permiten casarte dónde y cuándo quieras, es un proceso fácil de realizar, solo basta con la firma de la pareja, pagas una pequeña cantidad de dinero y listo es un matrimonio oficial —finalizó mostrándole la información pasándole la laptop.

Sebastian leía con atención, quería saber más detalles, pero ahora se encontraba en horario laboral debía estar atento por cualquier emergencia, resignado dejó el aparato a un lado, después se tomaría el tiempo de investigar, por lo pronto salió de su oficina junto con Ronald quién se despedía para ir a su área que era cardiología no sin antes decirle que seguirían conversando a la hora del almuerzo.

Vio su reloj que marcaba a penas las nueve de la mañana, iría por un poco de café para al menos mantenerse despierto, pasaron tres días desde que sucedió el pleito en su apartamento con sus hermanos, al día siguiente regresó a trabajar al hospital pero sus compañeros lo veían con asombro y preocupación al verlo en ese estado, no faltaron las preguntas a cerca de lo que había pasado, más él se limitó a responderles que no les incumbia.

Su hermano Claude le llamó por teléfono avisando que el próximo fin de semana saldrían a buscar al dichoso notario cerca del lugar donde sucedieron las cosas, no importaba que, estaban dispuestos a encontrarlo, por supuesto Ciel también iba a acompañarlos.

Después de comprar su café y algo más para desayunar decidió volver a encerrarse en su oficina para comer tranquilamente, pero un toque en la puerta lo interrumpió, con su autorización para que entrara divisó a una de las enfermeras.

—Doctor Michaelis, la pequeña Elary Nixon y su madre han venido para su revisión —informó mientras el azabache asentía y con una sonrisa le dijo que las dejara pasar.

Su compañera se retiró unos segundos, para después volver a entrar con una niña de complexión delgada, blanca, cabello rubio y orbes azules, junto a ella estaba su madre quien saludo alegremente al azabache, Elary saludó con un poco de timidez, era normal para una niña de su edad, hace un mes había sufrido un accidente en su bicicleta, ocasionando que se fracturara el brazo derecho, así que tuvieron que ponerle un yeso, después de tres semanas, volvieron al hospital para que finalmente lo retiraran.

—Muy bien pequeña, voy a quitarte el yeso con ayuda de esto —dijo sebastian mientras le mostraba una pequeña sierra especializada para este caso— sé que su apariencia da miedo, al igual que el molesto ruido que hace, pero esto no llegará a cortar tu piel, solo desintegra esto, ¿de acuerdo?

Al ver que la pequeña asintió más calmada, prosiguió a abrir una ranura de un extremo a otro del yeso, después de unos minutos con sus manos ayudó a abrirlo más para después agarrar una tijera y cortar la venda que se encontraba debajo, la pequeña sentía algo de picazón pero Sebastian le mencionó que era mejor no rascarse o podría dolerle por lo poco hidratada que estaba su piel.

Forelsket [SebaCiel]Where stories live. Discover now