10. Visita sorpresa

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–Me duele el estómago –protestó Jane mientras volvían al edificio.

–Deja de exagerar.

–No exagero –ella lo miró con cierta molestia–. Creo que esa tarta me hizo mal.

Thomas la observó un instante antes de contener una sonrisa. –Supongo que milady no esta acostumbrada a la comida grasosa y consumir mucha harina.

–Si, seguramente sea eso.

Jane mordió el interior de su mejilla antes de desviarse del camino para visitar una farmacia y comprar algo para su estómago. No le importó verificar si Thomas la seguía o no, a fin de cuentas ella tenía las llaves del apartamento.

Por un momento temió que estuviera cerrada debido al apagón en la ciudad, pero se sorprendió bastante al ver que estaba abierta y tenía electricidad. Tal vez eso significaría que la electricidad ya estaría de vuelta en su apartamento. Sin demorar mucho compró lo que necesitaba y alzó una ceja al ver a Thomas esperándola fuera del local. Sin decir una palabra pasó a su lado caminando normalmente.

–Podrías haber avisado que te irías.

–Te dije que me sentía mal, era lógico que iba a buscar una farmacia –ella rodó los ojos antes de añadir—. Creo que la electricidad volvió.

–Mejor así, no pasaremos calor esta noche.

La tarde estaba llegando a su fin cuando volvieron al edificio de Jane. Para sorpresa de la rubia un hombre de traje elegante y maleta de cuero estaba en la recepción del edificio. Ella tuvo un mal presentimiento, pero optó por bajar la mirada y seguir a Thomas hacia el ascensor, no obstante, el portero del edificio los llamó. Mordiendo el interior de su labio, ella le prestó atención al anciano.

–Señorita Jane, este hombre los ha estado esperando y me hizo algunas preguntas raras. Me preguntó sobre su esposo y yo le dije que usted no estaba casada –Jane abrió los ojos con miedo y trató de mantener la calma–. Él dijo que quería hablar con usted y le dije que espere.

–Muchas gracias –se obligó a sonreír antes de dirigirse al hombre de traje–. Señor, soy Jane Vulturi y me han dicho que me busca.

–Ah, señorita Vulturi, o debería decir señora Kroner –el hombre le dedicó una mirada fría antes de ponerse de pie y presentarse–. Soy Vittorio Ciccone, departamento de Migración.

Una de las ventajas de tener una piel tan pálida, es que es muy difícil que alguien note cuando la sangre huye de su rostro. Sin tiempo para mostrar algún signo de debilidad y apelando a su práctica como mujer de negocios, Jane sonrió dulcemente y le dedicó una mirada cariño a Thomas.

–Amor, tenemos visitas.

–¿Ah? –Thomas la miró con extrañeza ante el tono dulce de Jane, no obstante, al ver la advertencia en sus ojos y al hombre detrás de ella decidió que lo mejor era seguirle el juego–. Vaya, no esperábamos visitas. Adelante.

Con un gesto permitió que el hombre subiera al ascensor antes que él. Interrogando a Jane con la mirada creyó percibir como sus labios formaban algo parecido a "migración". Por la cautela y la cercanía de ella, él supuso que debía tratarse de eso.

–Creo que es justo mencionar que hace un par de horas que los espero y que me lleve una gran sorpresa al descubrir que su portero no está enterado de su relación con el señor Kroner –el tono del hombre era calmado, pero su mirada era astuta.

–Soy discreta en mis asuntos.

–Creo que soy el culpable –añadió Thomas, rodeando la cintura de Jane con un brazo–. Siempre nos veíamos en otro lugar y dormíamos en cualquier lugar.

Matrimonio por convivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora