7. Dieta

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Thomas se estiro en medio de un bostezo, puso sus manos en su espalda baja, sintiendo como sonaban todos sus huesos. Es demasiado evidente que Jane nunca pasa demasiado tiempo en su sofá y que nunca invita personas a dormir, si lo hiciera, la joven habría comprado un sofá mucho más cómodo. Tal vez Thomas esta envejeciendo, sin embargo treinta y seis no es una mala edad, aún así él es joven para tener achaques de viejo.

Con pereza arrastró sus pies hacia el baño para realizar sus necesidades. Mientras estaba sentado en el vater, él notó que los azulejos, pese a ser violetas, formaban un extraño dibujo con diferentes tonos. Era sorprendente. Solo estuvo con Jane un día y creyó que fue más que suficiente para afirmar que ella es una mujer ordenada, perfecta, con todo perfecto y ordenado. Los azulejos violetas del baño parecen estar puestos en cualquier lugar para formar figuras y manchas aleatorias. Thomas podría estar mil horas observando los azulejos para tratar de entender qué fue lo que motivo a Jane a ordenarlos de esa manera, por desgracia, el olor que estaba subiendo era desagradable. Con rapidez, tomó el papel higiénico y empezó a limpiarme.

La ducha con agua fría no fue capaz de despertarlo, por lo que ver a Jane en la cocina lo sorprendió hasta el punto de desperezarlo un poco más. Al parecer, ella estaba preparando el desayuno dado que la sorprendió con un vaso de jugo y un cuenco en la mano. Como un caballero elegante y cortés, Thomas inclinó la cabeza hacia ella.

–Buen día, Jane –saludó.

–Hola –fue la simple respuesta de ella.

–No, no tengo hambre. Dormí muy bien, gracias por preguntar –él sonrió de forma irónica, causando que ella ruede los ojos.

–Es muy temprano y aún no desayuné. Esperar cortesía a esta hora del día es una fantasía. Además, no tenía idea de que aún no desayunaste, creí que te habías ido de paseo o a comprar algo porque no te gusta mi comida –ella se encogió de hombros con indiferencia mientras terminaba de prepararse su desayuno.

–Soy hombre, no tengo la fuerza de voluntad que requiere vivir a base de lechuga –ella se sentó en la mesa mientras el se dirigía al refrigerador para buscar algo–, aunque puedo hacer el sacrificio durante una semana. Supongo que eso no me matará.

–Vivirás más tiempo y tendrás menos enfermedades en el futuro sí adoptas esta dieta –sugirió ella.

Thomas negó con la cabeza y se concentró en preparar algo para desayunar. Buscó en los estantes de forma instintiva, pues ella nunca le explicó donde se encuentra cada cosa. Una sonrisa brotó de sus labios cuando encontró café. En la heladera, encontró huevos, cebolla, algunas frutas y verduras que no eran adecuadas para desayunar. Cogió un cuchillo y picó la cebolla, partió los huevos, puso una sartén en la cocina y comenzó a prepararme un omelette. Una vez que terminó colocó todo en un plato y fue a sentarse cerca de ella.

Ver el plato de Jane tan vacío hizo que Thomas comience a sentirse mal. Por un momento quizo ofrecerle parte de su omelette, aunque le faltaban muchas cosas para llegar a ser un gran omelette digno de alimentar a una persona hasta la hora del almuerzo. Pensándolo fríamente, Thomas se dio cuenta de que durante una semana no tendrá que hacer nada excepto responder preguntas, por lo que no necesita demasiada energía. Sin pensarlo, elevo la vista y se sorprendió al descubrir los ojos de Jane observándolo fijamente. Thomas se sorprendió por el brillo inusual que esos ojos azules exhibían sin ningún tipo de pudor.

–¿Hoy no me atacarás con mil preguntas? –cuestionó la rubia con un inusual tono divertido.

–Creí que te molestaba –admitió Thomas.

–Así es. No me gustan las personas que intentan meterse en mi vida y conocerme, pero eso es lo que debemos hacer... –ella dejó la frase en el aire con algo de aburrimiento y se concentró en su plato.

Matrimonio por convivenciaWhere stories live. Discover now