Capítulo 2 [Editado]

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Capítulo 2

Luego de una divertida semana, llena de doramas y de estar en la cama sin hacer nada con los gemelos a mi Merced como esclavos, llega el sufrimiento. A pesar de tener un yeso, y de andar en muletas, tengo que ir a la escuela, y eso lo encuentro demasiado injusto. ¿Qué tanto se hace en la primera semana de clases? Pues nada... Pero mamá no entiende eso y está loca por salir de mí. Así que por eso me encuentra junto a gran parte de mi familia desayunando. Y digo gran parte, ya que falta papá.

Una vez ingiero todos los alimentos de mi plato, salgo junto a los gemelos hasta el coche de ellos. En esta ocasión Dylan me hace el gran favor de llevarme la mochila, porque con las muletas y mi poca práctica con ellas no puedo y corro el riesgo de caerme.

—Hoy me toca poner la música a mí, así que les advierto de que a la mínima queja se van andando —nos amenaza Cole y lo único que hacemos el gemelo más dulce y yo es rodar los ojos.

Dentro de mí, me dan ganas de quejarme de su fea música. ¿Acaso tendrá el valor de hacer caminar a su pobre hermana que necesita de muletas para poder caminar? Pues si, lo tendrá. Cole con su música es cruel, por ende no dudará ni un segundo en sacarme del coche si soy sincera con respecto a su gusto musical.

Mejor me quedo calladita y me muerdo la lengua todo el camino...

(…)

No manches, el reloj que mamá puso hace unos días en la cocina está adelantado una hora. Me doy cuenta una vez llegamos al estacionamiento del instituto y veo el gran reloj que está en la fachada de este. Fui tan tonta que no comprobé por el celular la hora antes de salir. ¡Casi nos atragantamos con el desayuno! La actitud de Anabel me tenía que advertir, ya que andaba muy relajada. No dudo que esto haya sido su idea. 

—Si, alguien de nuestra familia nos tendió una broma —frustrado, Cole se tira su cabeza para atrás reposándola en el asiento.

— ¡Casi nos da un infarto cuando bajamos y vimos la hora! Pensaba que llegamos tarde en el primer día. Que vergüenza —niega Dylan con la cabeza. Yo me mantengo calmada, tomando una cerveza... ok no, pero rimaba. Vale, que me concentro y ubico a mis locos pensamientos. Que, al parecer, mi cuerpo desea tomar cerveza.

«Odias la cerveza, Alison. Déjate de tonterías y vuelve al tema que se estaba tratando.»

Conciencia, si no fuera por ti no sé que seria de mi cordura. ¡Estaría más tonta de lo normal!

Al parecer, no somos los únicos en madrugar. ¿Qué hace Lucía tan temprano aquí?

Cuando estamos en su punto de mira, se dirige con paso alegre hasta donde estamos.

— ¡Hola! —Nos saluda en general con demasiada alegría. ¿Esta es mi amiga?

—Hola —decimos al unísono, con un tono funerario.

En busca de un coreano ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora