Nacimiento

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Cinco largos años han pasado desde la caída de Galbatorix y Eragon Asesino de Reyes hoy está recibiendo el mejor regalo que un hombre, elfo, úrgalo, dragon o enano puede recibir, la llegada de un hijo.
Estaba nervioso, sudando y dando vueltas alrededor de la enorme puerta de roble que se sostenía ante él, lo único que se podía escuchar era el repiqueteo de sus botas de cuero sobre la piedra. Su agitación era mas que obvia, y su hermano, Murtagh le dijo:

-Cálmate Eragon, dar vueltas y comerte las uñas como un desquiciado no va a hacer que el tiempo pase más rápido.
-¿Y que debería hacer? ¡Arya tiene tres horas allá adentro! -Exclamó mostrando toda la frustración que sentía sin contenerse.

Quizá para un humano eso seria tiempo normal, pero no lo era para una elfa como ella, ya que por el uso de la magia duraban a lo mucho una hora, y lo peor era que las tradiciones de los Ålfya no permitían que hubiera ningún hombre presente durante el parto, así que no había manera de que el supiera algo sobre el estado de Arya o el bebe.
Murtagh dio un largo suspiro y colocó una mano en el hombro de Eragon tratando de calmarlo aunque fuera un poco. Después de eso sintió la cálida y familiar voz de Saphira:

No te preocupes pequeño, seguro que ambos están bien -Dijo la dragona a travez de su mente.

Eso espero, estoy mas preocupado que cuando maté a Galbatorix -Replicó Eragon mientras sentía que su amiga de corazón le transmitía tranquilidad y se divertía con su respuesta. De pronto crujieron las bisagras de la puerta y esta se abrió, revelando a una elfa que se dirigió a él alegremente:

-Eragon kónungr, Arya Dröttning quiere verlo -Dijo la elfa sonriente mientras entraba de nuevo a la habitación con la elegancia característica de su raza.

Eragon sin pensárselo dos veces entro tras ella y vio maravillado a su amada sentada en medio de la elegante cama envuelta en cobijas de seda, mientras sonreía orgullosa y tiernamente al bulto que tenía en su regazo, él camino despacio, como si todavía no puediera creerlo, pero conforme se fue acercando descubrió que sus sospechas eran ciertas, y conteniendo las lagrimas de alegría observó que el bulto en realidad eran dos pequeños bebes idénticos que dormían plácidamente el uno junto al otro. Eragon se sentó al lado de Arya mientras contemplaba a los pequeños seres y esta alzo la mirada para encontrar la de él.

-Gemelos idénticos, una señal de buena suerte, y del amor profundo que se tienen los padres -Dijo mostrando una sonrisa de ternura y volviendo a bajar la mirada.

-¿Quién es el mayor? -Pregunto Eragon curioso.

-"Él" para ser exacta, "ella" nació segundos después -Respondio divertida.

En ese momento Eragon se dio cuenta de su error, y volvió a contemplar a los bebes, notando que la más pequeña era una mujer, y comprendiendo así porque le había parecido gracioso a Arya.
Poco a poco fueron entrando una por una las personas mas cercanas a la pareja, quienes se habían reunido exclusivamente para ver a los pequeños, la primera en entrar por supuesto fue Saphira, que entró por la enorme apertura que se encontraba en la habitación y que era precisamente para ella, luego entro Nasuada, seguida por Murtagh, Roran, Katrina que sostenía la mano de la pequeña Ismira y Orik al final.
Todos formaron un círculo alrededor de los pequeños y sus padres, y los felicitaron al tiempo que la nueva era comenzaba.

Twin RidersWhere stories live. Discover now