1. El flaquillo extraño.

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Narradora;
Brissa Collins:

Bueno, bueno, creo que es hora de que me presente, ¿No? Pues mi nombre es Brissa Collins. ¡Soy la narradora de esta obra! ¿No es genial? /ñ— ¡Para mí, sí! —,Bien a   continuación;  les estaré contando mi trágica y  bonita historia:

Todo empezó una mañana....

No tenía las ganas de ir a ninguna parte, únicamente quería dormir. Pero por la necesidad de estudiar, me encontraba delante un espejo peinando mi larga  cabellera castaña. Una coleta alta combinaba más con la finura de  mi rostro. Tal y como me fascinaba.
Ya lista para irme recordé que solo llevaba  un zapato puesto. 

Como todas las veces anteriores...

—Mamá, ¿Has visto mi zapato escolar en alguna parte? —Cuestioné cuesta bajo de la cama.

Esto era tan  común para mi madre que solo tiró un bufido y añadió:

—Brissa, ya tienes 16 años.  Deberías ser más responsable.  —Mamá no se atrevió a mover siquiera un  dedo; todo lo tenía que hacer por mi cuenta. De  una forma u otra,  estaba sola en todo ésto. ¡Sola! Y odiaba éso cada instante de la vida...

Luego de una larga búsqueda al fin lo encontré. Chillé como corderito alegre y rápido me fui a la secundaria.

< En alguna parte  del mundo>

Pensativo se encontraba un hombre de cabello oscuro, recostado a una roja camioneta, esperando ver la  dilatada silueta del desteñido chico que estaba acostumbrado a ver días tras días. Prontamente se le hizo rara su tardanza. Movido por la inquietud decidió ver qué sucedía.

—Alex. —Llamó desde la puerta principal. —¿Todo está bien?

Un segundo pasó, entonces recibió respuestas proveniente del contrario:

—Claro. ¿Qué podría estar mal? —Con su desafiante actitud como siempre él contestó bajando lentamente las escaleras para encontrarse frente
al ya mencionado individuo. 

—Tardaste mucho. Por éso me preocupé y...
El hombre iba a proseguir hablando,  pero algo había llamado su atención;
El color rojo en los ojos  del muchacho. Sabía que algo andaba mal. Se preguntó al instante; ¿Desde cuándo sus ojos verdes habían sido de color rojo? ¿Estaba llorando? Tal vez...
Lo que menos quería imaginar de su  hijo era que había seguido sus mismos pasos.

—¿Qué? —El joven lo miró confundido delante suyo. Parecía temer revelar un gran misterio.

—No, nada. ¿Ya estás listo? —El padre del chico, parado a su lado fingió una sonrisa. No quería mencionar el tema hasta no estar seguro de tener las evidencias necesarias para confrontarlo.

—¿No es obvio? —De mala manera Alex, salió de la casa con dirección a la camioneta, y subió. Segundo después su padre hizo lo mismo.

Durante la  trayectoria a la secundaria el ambiente era el mismo de siempre; rígido,y  silencioso. Por parte de ambos se podía sentir el poco interés para sostener una larga conversación. Pero ésto solía agradarle al flaquillo de ojos claros.

—Ya hemos llegado. —Avisó el padre para que el chico saliera de la camioneta. No sentía la voluntad de hacerlo, pero era su única opción.

—Gracias por traerme. —¿Por qué agradecía? Era su costumbre.  Tal vez no veía aquél hombre como lo que era, sino como un simple taxista. ¿A   qué se debía? A su viejo pasado que aún no podía perdonarlo.

Encontrandome yo  en la secundaria; empecé a recorrer el patio. Quería examinar que todo era seguro allí dentro. Con curiosidad subí las escaleras permitiendome ser  la número uno en conocer el nuevo salón de clases, pero por desgracia no fui la primera. Había un  chico antes que yo, y no parecía estar contento. Al menos así lo sentí.

—¡Hola! —Con gran energía lo  saludé a una corta distancia. Pero el sonido del viento me respondió.

—¿Hola? ¿Eres nuevo? —Volví mencionar creyendo que a lo mejor no había escuchado.

—Disculpa, ¿Te conozco? —Unos ojos verdes, (¿o eran rojos?), me miraron sin mucha emoción. Hasta miedo sentí en el momento.

—No, pero podemos conocernos. —Sonreí. —Soy Brissa Collins, es un gusto. ¿Y tú cómo te llamas?

En mi pensamiento él me iba a ignorar al ver su rostro, sin embargo no lo hizo.

—Alex Archen. —Además de la cortedad que utilizó al instante para responderme, su nombre sonó cool.

—Lindo nombre. —Alagué aproximandome para conversar mejor y volví a añadir:

—¿Qué edad tienes?

—No pretendo sonar grosero, pero perder el tiempo es lo que menos quiero en éste momento. —Al decir ésto tomó su mochila del suelo y se marchó.

Y Así  empieza nuestra historia... 💁

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