3: ¡Tú!

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Era la tercera vez en las mañanas, que me paraba frente a ese espejo que tanto me encantaba. Amaba observarme mientras retocaba mi rostro para ir a la secundaria. Pero al repetirse aquella palabra en mi cabeza;  —"Eres patética"—Algo cambió. El furor aumentó, la inseguridad me abrazó. Por un momento dudé de mi existencia,  y no supé porqué me dolió en  el  pecho. Pero otra vez recordé la niña que solía sonreír  en situaciones difíciles aunque se partía el alma. Terminé el retoque de maquillaje ligero,  solté mi cabello a un costado y con la mochila en las manos me despedí de mamá.

En pocos minutos llegué  a mi destino acostumbrado y en primera fila; El plato del día me   iluminó:

—¡Maldita sea! —Con un tono espantoso lo escuché   maldecir delante la presencia de una chica rubia. —¿Qué no sueles ver por donde caminas? —La miró molesto. No parecía haber tenido una linda noche. Para nada se veía  como el  chico "burlón" que empezaba a Cabrearme.

—¡Fue un accidente!  ¡Nisiquiera te  ví venir! —La chica intentó arreglar las cosas agachandose despacio para recoger la chaqueta que había caído al piso.

—Esto es demasiado humillante. —Se expresó estresado. —Levántate, yo la tomaré. Vete. —Impidiéndole a la chica la buena acción, él retomó su pertenencia y se marchó sin darse cuenta de lo que había dejado atrás. Curiosa por saber qué era aquélla bolsita azul, me acerqué disimuladamente para tamarla. La abrí lentamente y eché un vistazo; contenía una sustancia de color blanco. Solo podía suponer una sola cosa;  ¡Era cocaína! Por alguna razón lo era...
Ahora entendía su reacción irritante.

Tras sonar el  timbre me dirigí al aula.

Durante las primeras clases lo noté inquieto. A lo mejor, extrañaba su dosis.
Horas después fuimos al receso Liza y  Castle, fueron a por mí como las  veces anteriores, nos sentamos a criticar un poco a las "nerds" Y  las "Popis" Del salón, pero mi mente estaba tan  inquieta. ¡Quería burlarme un rato del roba espectáculos! Tal vez así yo me ganaría el show dejándolo en vergüenza por consumir ésas sustancias dañinas. Y también por la humillante escena  que le hizo pasar a la  dama rubia. ¡Oh,  claro!  También por haberme llamado patética.

—Chicas,  iré al baño. —Mentí con tanta normalidad que no sospecharon nada. —Volveré pronto.

—Está bien. —Consintieron para proseguir destripando vivas, a las demás chicas del Salón. Algo típico en algunas chicas chismosas. Sintiéndome empoderada, creyendo tener las características necesarias para hundirlo me dirigí a la parte trasera de la secundaria, lo busqué por cada rincón. No encontré nada. Lo busqué cerca de la cancha de tenis, no lo encontré. Por último me detuve dejabo un árbol frondoso que yacía cerca de la puerta trasera. No pensé nunca encontrarlo allí, pero ahí estaba:

—¿Se te perdió algo? —Lo oí hablar desde la altura del árbol y causó un espanto en mí. —Porque si me dices que no, te  juro que no te irá muy bien.

—¿A caso eres un animal? —Quise provobarlo deteniendome a verlo bajar del árbol. —Porque no pienso que te  haga bien comer filete.

—¿Estás bromeando? Pareces un renacuajo en proceso de ebullición. —Se  burló tirándose sobre el  pasto casi
seco. —Aunque las especies como tú, ya  deberían haberse extinto. —Con sus tontos refranes sacó un cigarrillo del bolsillo, lo encendió y lo caló profundamente.

Su inusual acción me dejó perpleja.

—¿Qué?  ¿No vas  a decir nada al respecto ? —Dejó salír el humo evaporado el cuál dibujó alguna figura desvaneciente que me hizo pensar más allá. —Entonces, lárgate.

—Ah, claro que sí. —Saqué la  bolsita del bolsillo sintiéndome desafiante al  tener dominio sobre su pertenencia. —¿Qué pasaría si muestro este pequeño tesoro en la dirección? ¿Alguien estaría en problemas? —Lo ví  tragar en seco aunque lo disimuló.

Él registró su chaqueta  notando la ausencia de dicho objeto.

—¿¡De  dónde lo sacaste?! —Se apresuró a decir irritado. —Devuelve lo que es mío. —Caminando hasta donde me   encontraba extendió la mano esperando por mí. Pero yo no pretendía devolversela; No sin antes escuchar una palabra salír de sus labios.

—No te la daré a menos que te disculpes conmigo. —Me creí superior por un santiamén. —Y  estoy hablando en serio.

Él carcajeó.

—A ver; ¿por qué tendría yo que disculparme contigo? —Frunció el ceño. —Habla; si me convences podría
hacerlo, claro sí éso te hace feliz.

—Mi felicidad no está en las manos de un hombre y mucho menos de un arrogante como tú. Así que ni pienses que eso me hará feliz. —Lo miré con odio. —Solo estoy creando un ambiente más agradable. No  quiero ir al infierno por odiar a un maleducado.

—oh, felicidades. —Dió dos palmadas. —Acabas de ganarte un Oscar. —Cabeceó con diversión. —Pero, ¿sabes? Aún así no dejas de ser una  chica Ordinaria;  además de patética. Con  la que no pienso perder el tiempo. Mejor vete con  tus amiguitas infantiles como tú.

—¡Jodete! Eres un imbécil. —Lo pateé por la rodilla, solté la bolsita al piso y salí corriendo. Algunas lágrimas salieron de   mis ojos. ¡Podía jurar que lo odiaba con todo el corazón! Me dirigí al baño para lavarme el rostro y que nadie lo notara. Encogida de  hombros volví con las chicas, pero  una vez más el timbre había sonado. No volví abrir la boca durante toda la clase, no hasta que me lo pidieron.

—La chica de cabello castaño, venga al pizarrón. —El profesor de cabello claro, y piel trigueña ordenó. Con inseguridad me uní a él; estaba esperandome de pie ante la pizarra.

—¿Qué debo trazar? —Lo observé con  vergüenza en la mirada.

—Solo responde a mi pregunta:  ¿Cuáles polos se atraen y cuáles se repelen? —La pregunta estaba fácil, pero mi mente no estaba preparada para responder. No después de lo que había sucedido. Miré hacía atrás buscando su figura, pero no estaba allí. Quería asegurarme de que si respondía mal,  él no se burlaría.

—Supongo que los imanes tienen siempre dos polos, el norte (N) y el sur (S). —Pausé con nerviosismo. —Son dos zonas del mineral en las que la atracción magnética es máxima.—El maestro sonrió. — Además, tienen la peculiraridad de que si se enfretan dos polos norte o dos polos sur, se repelen mutuamente. En cambio, si se enfrenta un polo sur y un polo norte, se atraen.

—Excelente explicación. —Con un toque en mi hombro él concordó conmigo. —Eres muy buena explicando. Te quiero en mi segunda clase.

—¿De verdad lo hice bien? —No podía creerlo, nunca había sido tan buena expresandome. ¡A lo mejor mis neuronas estaban reviviendo!

—Claro que sí, puedes ir a tu asiento. —Me despachó haciéndome recuperar mi ego de superioridad. —El chico moreno de allá. —Continuó manejando su proyecto. Yo por otro  lado, aún seguía pensando en ese idiota. No tenía la mínima idea sobre éso que hacía, pero sabía claramente que fumar en una escuela era inusual. Sobre todo drogarse a esa temprana edad.

Una de las horas que todos esperaban llegó; El almuerzo. Como de costumbre no fui al comedor, preferí caminar entre el pasillo y despejar la mente.

—Hey, ¿Te encuentras bien? —Voz familiar fue escuchada tras mis espaldas. Giré para regañarlo, pero al  ver  quien era todo cambió. —¡Profe!

—¿Estás bien? —Volvió a preguntar lo mismo. —Te noto distraída. —Permaneció parado a mi lado compartiendo la buena vista.

—Ah, claro. Solo recordaba viejos momentos. —Sonreí.

—Éso es genial perderse en los recuerdos. —Él alegó. —Lo malo es una sola cosa. —Pausó para alejarse un poco.

—Lo malo es morir dentro de ellos... —Completé la frase. —Él guiñó un ojo y se marchó. —¿Por qué lo decía?

💫Nunca lo comprendí hasta ése día.☀

Brissa Collins 💫

¡Sálvame! ~Editando~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora