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Soobin terminó de doblar la ropa, y de juntar el resto de los víveres que llevaría esa ocasión a la escuela. Tomó a parte el resto de prendas, un conjunto, que consistía en un pantalón de mezclilla azul y una camiseta color rojo, que eran para alguien especial. Lo guardó en una bolsa diferente, y sonrió cuando terminó; ojalá le gustara su obsequio a Yeonjun.

- ¿Ya terminaste? - La mamá de Soobin entró a la cocina a paso rápido, acomodando su cabello y al mismo tiempo buscando las llaves del carro pues de nuevo no las encontraba. - Es hora de irnos.

- Sí, termine. - Soobin asintió, contando las bolsas que tenía listas. Tenía todo acomodado para partir, estaba ansioso por volver.

- ¿Por qué esa bolsa separada del resto? - La mujer se detuvo y señaló la bolsa que Soobin había predeterminado para Yeonjun, incluso era una bolsa más bonita que el resto, de regalo, con estampado, bastante diferente al resto de las bolsas.

- Es lo que compré para Yeonjun. - Soobin fue analizado por la mirada curiosa de su madre, se encogió de hombros esperando que no le hiciera un pesado interrogatorio. El cambio de Yeonjun lo había comprado él mismo, con su propio dinero, no era de la recolecta de recursos que hacia como la del resto de los niños.

- ¿Yeonjun? - La mujer observo a su hijo con una pequeña sonrisa.

- Sí, me di cuenta de que es un niño diferente, no se integra a los demás, y creo que necesita un poco más de atención que el resto, es el único niño que ni se me acerca y nunca pide nada, así que pensé que puedo intentar ser su amigo. - Explicó Soobin, justificando su postura. No era que quisiera hacer preferencias entre los niños, era más que no le gustaba ver como el reservado Yeonjun los miraba a todos divertirse desde lejos, sin acercarse.

- Esta bien, hijo. Sinceramente perdí la cuenta de todos los intentos que hice para que Yeonjun hiciera amigos, si lo logras sería perfecto. - Agradeció la señora.

La mamá de Soobin era maestra en una escuela de su cuidad, era dedicada y le gustaba su trabajo, tenía muy pocos alumnos, y eso le daba ventaja a conocerlos a todos con más exactitud, sabiendo hasta las mañas de sus personalidades. Una de las razones por la falta de alumnos, era debido a los bajos recursos de la zona, era básicamente una escuela en la que los pocos niños que asistían lo hacían con ansias de estudiar para cuando crecieran consiguieran progresar de todas las formas posibles, eran niños que ansiaban aprender, pese a las malas circunstancias.

Consiente de la situación la señora Choi regularmente, en compañía de otros docentes, era la encargada de ciertas campañas para recaudar ropa y cosas para los niños, Soobin se había ofrecido a ayudarla, y ahora asistía una vez cada mes acompañando a su madre, para llevar cosas a los niños. Los niños se habían desenvuelto bien con él, e incluso lo llamaban amigo, y esperaban con ansias su visita para jugar y hablar.

Yeonjun era un niño demasiado inteligente, y a pesar de que no era para nada participativo ni se integraba en equipos, siempre sabía las respuestas y llevaba un buen nivel de aprendizaje, incluso más elevado que el del resto de los niños. Era muy aplicado para su edad, y eso era algo que la señora Choi había notado con su tiempo dando clases en esa escuela, sin embargo, no congeniaba con la mayoría de sus compañeros.

En el momento en el que Soobin puso un pie dentro de la escuela fue recibido con saludos emocionados de los niños que lo rodearon. Sonreía, porque se alegraba de ser una causa de felicidad para los niños, le gustaba poder ayudarlos y conocerlos, y sobre todo ser tan bien recibido por cada uno de ellos, bueno... por casi cada uno de ellos.

Levantó la mirada después de haber saludado a cada uno de los niños. Miró Yeonjun sentado en una banca frente al salón de clases, el niño miraba hacia ellos atento, incluso con curiosidad. A Soobin se le figuró que el menor quería acercarse pero por alguna razón no lo hacía, y quería cambiar eso.

Crecer - YeonbinWhere stories live. Discover now