Capítulo Dos

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Sólo pasé una noche en el hospital, pero aun así llegué a casa con un dolor de cabeza ardiente. Entre el dolor y los analgésicos, estuve bastante fuera de mí durante más de dos días. No estaba segura de cuánto tiempo había estado entrando y saliendo de mi conciencia, pero cuando me desperté la última vez supe que estaba realmente despierta y que iba a seguir así.

Mi habitación era amplia y bien iluminada dado que mi ventana se encontraba abierta, pero la luz hizo que mi cabeza doliera como un hijo de ya-sabes-qué. Tiré mi brazo sobre los ojos y alcancé al lado de mi cama, donde siempre tenía una de esas cosas para alcanzar. Normalmente la uso cuando dejo mi dispositivo de juego en la mesa de noche, o se me cae uno de mis caramelos, pero hoy lo usé para agarrar mi persiana.

Conmoción cerebral o no, tenía una excelente coordinación de ojo-mano, y con sólo un poco de agarre, me sumergí en la oscuridad total.

— ¡Oye! —protestó Jinsol inmediatamente. La voz de Jinsol no es lo que quieres oír cuando te estás recuperando de una conmoción cerebral.

—¡Fuera de mi habitación! —gemí, ya que realmente no tenía la energía para gritar.

—De ninguna manera. Tienes una vista mucho mejor que la mía.

—¿Vista de qué?

—La chica nueva está jugando dardos en su garaje.

—¿Dardos? ¿Quién juega dardos?

Jinsol levantó las persianas de nuevo. Hubiera protestado por la acción, si no hubiera escuchado lo que dijo. —¿A quién le importa? Lo hace sin camisa.

Me levanté de la cama, encontré un par de gafas de sol oscuras, y empujé a un lado a Jinsol para echar un vistazo. Justo cuando miré, la chica nueva movió su muñeca y envió un dardo justo al centro del blanco.

Sonrió para sí misma mientras cruzaba el garaje y admiraba su objetivo, entonces tomó su camisa. Me preocupaba que fuera a ponérsela de nuevo, pero en lugar de eso, la utilizó para limpiar el sudor de su rostro y comenzó un alto consumo de la botella de agua.

—Esto es incluso mejor que Grey’s Anatomy —suspiró Jinsol, dejándose caer sobre mi cama cuando ella desapareció en su casa.

—Se ha ido. Puedes irte ahora —le dije, empujándola fuera de mi camino para poder recostarme.

Puse las mantas por encima de mi cabeza, pero Jinsol les dio un tirón hacia atrás. —Levántate y vístete —me dijo—. Vamos a ir allá.

—¿Qué?

—Vamos mientras sepamos que está en casa.

—¿Por qué tengo que ir?

—Tienes una excusa para ir allí. Yo no.

—¿Qué excusa?

—Duh. Quieres saber, al menos, el nombre de la chica que te salvó la vida.

—¿No te dijo su nombre? ¿Acaso no pasaron horas coqueteando en la sala de espera mientras me encontraba inconsciente?

Me reí cuando Jinsol frunció el ceño. Al parecer, la respuesta a mi pregunta era negativa.

—¡Cállate! Ella nunca tuvo la oportunidad. Tan pronto como llegamos al hospital, dejó que te llevaran adentro y luego dijo que se tenía que ir.

—¿Sólo nos dejó en el hospital?

Pensé que eso era extraño, pero Jinsol no concordó. —No es como si pudiera haber hecho otra cosa. Ellos no la hubieran dejado volver con nosotras, porque no era de la familia.

Sweet Psycho || HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora