CAPÍTULO XXXIV

34.9K 2K 668
                                    

GIANNA

Se enfureció, sabía que esto iba a suceder. Me dijo mil veces más, que le dijera a Jace de lo nuestro, o si no hablaría en persona con él. Y si hay algo que todos sabemos es que Leo no irá a precisamente hablar, si no que armará un problema aún más grande.

El ambiente se tensó después de esa conversación, y ni él ni yo hemos dicho mucho más, creo que es mejor así porque al final seremos nosotros los que terminaremos discutiendo. En este instante ambos nos encontramos en el salón, él está enfrascado en su laptop supongo que, leyendo los contratos que le envió Karen sobre sus próximos proyectos, y yo tratando de matar el tiempo jugando en mi celular. Veo la hora en mi teléfono y me percato de que por fin ya es momento de que me vaya, no quería terminar el día así, pero como sea, tampoco me disculparé con él por sus ataques de celos.

— Ya es hora de irme —le aviso, mientras me levanto del asiento en el que estoy.

— Iré a dejarte —manifiesta levantando la vista de su portátil, enfocándola en mí. Que lindo, como le digo que ya me voy, ahora si me habla.

— No es necesario, me voy en taxi —comunico cortante.

— No era una pregunta —contesta levantándose del sofá.

— ¿Por qué siempre tienes que ser tú el que tenga la última palabra?

— Porque sí.

— Esa no es una respuesta válida, tienes que aprender a respetar mis decisiones.

— Te estoy haciendo un maldito favor al irte a dejar y te quejas.

— Pues yo no quiero que lo hagas, ni siquiera te lo pedí.

— Te vas conmigo y punto —espeta con fingida calma.

— No te entiendo, dejas de hablarme por horas y después quieres llevarme.

— Solo acepta que te vaya a dejar y ya —demanda, y yo me cruzo de brazos. —Espérame en el estacionamiento, ya bajo —dice, por último, encaminándose a su habitación.

Me meto al elevador y bajo para esperarlo, como a los dos minutos él también llega al parqueo y noto que trae un tipo de sobre blanco en su mano derecha. Abre el auto para que nos podamos subir, y yo me ubico en el asiento del copiloto.

— Ten —dice tendiéndome el sobre que traía en sus manos.

— ¿Qué es? —cuestiono tomándolo dudosa.

— Tus boletos y los de tu amigo —lo observo extrañada, sin poder creer lo que estoy escuchando. —Ábrelo —me pide señalando el sobre que me ha entregado, yo lo abro y saco los boletos que efectivamente son pasajes de avión e indican el vuelo a Boston, sigo leyendo el tiquete y me quedo en blanco cuando observo la parte en la que dice que es un pase de primera clase, se ha pasado.

Vuelco mi vista hacia él, y este me está viendo expectante. Es que no puedo creerlo, me ha dejado sin palabras.

— No tenías que hacer esto —expreso sin poder quitar mi vista de la suya. —Es demasiado, yo...

— Con un gracias, me basta.

—Gracias, de verdad no tenías que hacerlo.

— ¿Eso es todo lo que dirás?

— Pero si dijiste que... —no me permite terminar, porque une nuestros labios en un beso agresivo, como los que siempre acostumbra a dar.

—A esto me refería con agradecer —sonrío al escucharlo, loco bipolar.

— Estás loco — manifiesto y me acerco a besarlo de nuevo. Noto como él va subiendo de tono nuestro beso, así que me separo con dificultad porque si no ya sé en lo que terminará. — Será mejor que nos vayamos — expreso haciéndolo suspirar fastidiado, enciende el auto para irnos, y en unos segundos salimos del edificio. — ¿Cómo sabías que aún no había comprado los boletos? — le pregunto.

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora