Dar y recibir

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El soldado asignado en el día tomo de mala gana los papeles y después de revisar de forma brusca a la castaña simplemente se marcho casi como si huyera de la peste. Hanji camino en dirección a la cocina y encontró a Hotaru cocinando.

- Es increíble, te traje como mi asistente pero tengo que cocinar.- La rubia dijo mientras echaba sal en un preparado rojizo.

- Lo siento.- Hanji se disculpo y tomo asiento en la banqueta alta mientras comenzó a cortar unas papas.

- No te disculpes, ser una mujer inteligente debe ser demandante y estresante.- Hotaru limpio sus manos y miro a la castaña.- Sigues pensando en la forma de volver a tu hogar, ¿verdad?.

- Tanto como todos los eldianos de este lugar desean ser libres.- Hanji expreso y coloco las papas cortadas en un cuenco.- Lo noto cuando vamos al mercado, todos viven aterrorizados, sometidos y creyendo que lo que Marley les hace aquí, y nos hace a nosotros en la isla está bien.

La vice-comandante había acompañado a Hotaru varias veces al mercado, ahora los eldianos eran conscientes de quien era ella, y las miradas de odio estaban dirigidas ahora a su persona. Los eldianos vivían en un ghetto apartado, pero se les permitía salir para trabajar para Marley. Aparte del mercado ellas se detuvieron en una maderera y la rubia había estado insultando y siendo insultada por el hombre hasta que lo convenció de algo que Hanji ignoraba.

- Es aburrido sin el jefe de guerra, ¿verdad?.- Hotaru dijo encendiendo su cigarrillo y apartándose de la castaña.

Hanji guardo silencio, en cierto modo el rubio imbécil era mejor compania que los soldados que la trataban como mierda. Una semana paso desde que Zeke Jaeger se fue dejándola con mas trabajo del que ella podía recordar, ahora analizaba de 35 a 45 planos por día, y se le exigía resultados del 100%.

- ¿Quieres una libreta?- Hotaru pregunto y la castaña levanto los ojos con inquietud.- No tienes que preocuparte, en realidad no me importa si quieres derrocar a Marley o si intentas fugarte, ni siquiera me interesa si vas a robar información. Pero, te diré que para obtener lo que quieres, siempre tienes que ceder un poco de tu alma.

- ¿Es lo que hiciste?- Hanji pregunto dejando el cuchillo, su tono no tenia reproche y la rubia en realidad no parecía sentirse ofendida casi nunca.

- Sí, hice lo que tenia que hacer para sobrevivir.- Hotaru afirmo.- Pero todos perdemos un poco de lo que somos cuando obtenemos lo que queremos, yo soy libre, pero aun así no puedo irme de aquí.

- ¿Por qué?.- Hanji entrecerró los ojos con curiosidad.

- Ven.- Hotaru tapo la olla y camino a la puerta que daba al jardín trasero.

La rubia le dijo a Hanji que eran las dos únicas eldianas que vivían en la zona residencial de Marley, y solo porque Nematori-San era tan poderoso e influyente para lograr que la dejaran vivir allí desde hace años. Una de las ventajas de aquello era que contaba con un amplio jardín trasero y delantero. Ellas avanzaron a través de la ropa limpia y se detuvieron frente a un limonero.

- Mis amigas y yo teníamos 15 años cuando llegamos tarde solo por 10 segundos a la entrada del ghetto y no se nos permitió ingresar. Un eldiano que se queda fuera del ghetto es considerado como carne de cañón para los policías de Marley, así que lo único que podíamos hacer era rogar y llorar pidiendo que nos dejaran entrar, pero ellos no cedieron y nos arrastraron a un callejón.

Hanji miro a Hotaru quien tomo una bocanada de su cigarrillo y tenia la vista fija en el árbol.

- Un oficial nos dijo que teníamos dos opciones, podíamos entregarnos como putas ahí mismo, o terminaríamos con una bala en la cabeza.- Hotaru sonrió con tristeza.- Yo dije que si, siempre era la primera en hablar y sabia que prefería ser su puta antes de que me volaran la cabeza. Pero Laurine y Corina dijeron que no. Yo fui tomada por un oficial que me separo de allí y me arrastro a través de varios callejones.

Enemigo de la HumanidadWhere stories live. Discover now