002

1.5K 160 55
                                    

LIAM

Girando la cuchara dentro de mi tazón de cereales, observé con una mueca de repulsión como una masa pegajosa que estaba seguro no iba a consumir se formaba dentro del mismo. Dejando caer el cubierto, escuché el tintineo del metal cuando golpeó el borde mientras suspiraba. La habitación estaba en total silencio, tanto que podía escuchar si un alfiler caía. Las sillas vacías alrededor de la larga mesa eran como un recordatorio constante de que me encontraba totalmente solo. No me malentiendan, mi madre solía cenar conmigo pero su trabajo la mantenía ocupada la mayor parte del tiempo por lo que las demás comidas debía tenerlas solo.

Grandes ventanales de cristal cubrían la pared a mi izquierda, dando una vista sin obstáculos al patio trasero que extendía por qué teníamos tanto espacio, no solía usar nada de eso a menos que estuviese practicando y ni siquiera de ese modo lograba recorrer todo el predio. Mamá había insistido en que debíamos tener una casa espaciosa, no entendía por qué ya que solo éramos ella y yo la mayor parte del tiempo. Pero jamás, nadie, le decía que no a ella. Por ello había terminado viviendo en una espaciosa casa donde pasaba la mayor parte del día solo.

Poniendome de pie, tiré mis cereales a la basura y me dirigí al fregadero para lavar el mismo. Mi mente flotó hacia Zayn y me pregunté brevemente que estaba haciendo en ese momento. Sabía que estaba siendo una jodida molestia en su vida pero nunca había conocido a nadie que me intrigara tanto. Jamás, nadie, me había tratado de la forma en que él lo hacía y podía parecer masoquista pero me gustaba. Las personas generalmente se sentían intimidados por mi fama o mi tamaño, Zayn no. Él solo se había parado allí, con su delgado cuerpo y lentes de pasta y me había soltado un discurso sobre lo estúpido que era. Sus mejillas se habían sonrojado y parecía preparado para saltarme al cuello. Era lindo.

-¿Por qué le sonríes a ese tazón? Pareces idiota.

Tomando un paño para secar la pieza coleccionable que tenía un dibujo de Elmo en el fondo, me giré para observar al dueño de la voz. Todd estaba de pie en la puerta observandome con una ceja alzada. Había olvidado que la pequeña mierda necesitaba un aventón hasta su colegio, no iba a tentarme con la idea de empujarlo desde el auto en movimiento, seguramente mi tia Jade me cortaría la cabeza si dañara a su bonito retoño. De igual manera, ganas no me faltaban.

-Dime idiota de nuevo e iras caminando al colegio -advertí, terminando de secar el tazón lo dejé en su lugar dentro de mueble. Volviendo al comedor, acomode la silla y el mantel antes de tomar mi propia mochila y hacer un gesto hacia la puerta.- Vámonos antes de que cambie de idea sobre llevarte a algún lugar.

-Puedo tomar el maldito autobús.

Rodeé los ojos, saliendo de la casa para dirigirme a mi auto. Le envié una mirada aburrida sobre mi hombro. -¿Seguro? Amarás el sentir a todas esas personas apretadas metiéndote mano en zonas inexploradas.

-Seguro sería mejor que viajar contigo a ningún lugar. -chilló, cruzándose de brazos con una expresión obstinada.

Cerré la puerta del auto que había abierto y me giré a mirarlo. -¿Por qué siempre tienes que ser un idiota con todo? Te estoy haciendo un favor al llevarte al colegio, así que sube al auto y no me fastidies.

-Y yo soy el idiota, claro, porque tus modales podrían en verguenza a la reina.

Sin dejarme contestar, se dirigió al auto y se metió en el asiento del copiloto, abrochándose el cinturón. Tomando un respiro, me dije a mi mismo que a las doce también era un dolor en el culo como él y que debía tomarlo con calma. Si solo las ganas de estrangularlo desaparecieran tan fácilmente pero no, había tenido ganas de destrozar su pequeño cuellito desde hacía algún tiempo ya.

Socialmente Torpe |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora