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En el invierno de 1991, a las afueras de un tranquilo pueblo en Corea del Sur una madre recostada en una cama de sauce sentía su corazón palpitar al ritmo de una tonada alegre al darle la bienvenida al mundo a un pequeño bebé de brillantes y perezosos ojos cafés con una pequeña nariz de botón y labios rosados, que ya se aferraban a su pecho desesperadamente, la partera sonrió pues sería otra imagen a coleccionar en su longeva memoria que ha visto nacer a casi a todo ese pequeño pueblo.

— Feliz Navidad querida. Feliz Navidad pequeño— dijo dulcemente la anciana mientras acariciaba la mejilla del pequeño ya dormido. En la mente, la anciana solo podía decir que este niño era muy oportuno al nacer justo en esa fecha a esta hora. Pudo ver que su futuro sería resplandeciente.

El canto de las aves afuera en aquella madrugada de Navidad y la leña chasqueando en la chimenea, era la banda sonora de tan bella escena, madre e hijo descansaban de la atareada madrugada que habían tenido. La pequeña familia de dos no cabía en tanta dicha.

Un año y 8 meses después, no muy lejos del punto en donde había nacido el pequeño Hyunjin, ahora muy cerca de cumplir dos años. Un llanto se alzaba al cielo, de forma desconsolada, como si aquel bebé recién nacido supiera muy bien lo que había pasado. La partera tenia al bebé en sus manos ensangrentadas, un llanto aparte del pequeño se lograba oír, ella sabia que no había nada que hacer. Odiaba cuando los partos se convertían en un intercambio de almas, como si fuera un juego. Acaso ¿no sabía que un bebé necesitaba a su madre? El padre lloró durante toda la noche y la madrugada al lado del cuerpo frio y sin vida de su esposa, la partera se hizo cargo del bebé y de su pequeña hermana, quien no entendía que ahora su madre iba estar ausente de forma permanente.

El bebé estuvo en duelo, apenas y bebió la leche de formula que con suerte la partera siempre cargaba, sabiendo muy bien que casos como este podrían ocurrirle a la mujer más sana. El pequeño Felix a quien su madre había asignado nombre con su ultimo aliento, lloró desconsoladamente buscando el amor y calor maternal que nunca llegó.

Durante el par de meses posteriores el padre tomaba al pequeño en brazos pero después de un par de minutos lo rechazaba como si le picara la piel en donde el bebé yacía y lo dejaba en los brazos de la niñera.

¿Quién habría predicho que el orgulloso padre que durante el embarazo veía con amor e ilusión a su esposa reposar en una hamaca mientras tejía pequeña ropita para el bebé que estaba por llegar, ahora solo sentía un tremendo rencor contra el inocente bebé de mirada verde, justo como los ojos de ella?

Cuando Felix cumplió su primer año nadie lo celebro, por que también era el primer año de la muerte de su madre. Pero el bebé no paso ninguna tristeza porque en su sueño una bella mujer lo mecía dándole calor en el frio invierno, fue la primera vez que Felix sintió a su madre con él después de su nacimiento, pero él no lo recuerda ahora, ya que esas memorias se borran a medida que las personas crecen, pero el sentimiento sigue allí en la memoria de su piel en su corazón.

A pesar de crecer en un hogar frio, con el rechazo permanente de su padre. Su nana y Olivia, su hermana, le brindaron el amor necesario para que el niño sea una chispa de alegría que encendiera el mundo, justo como lo habría querido su madre, justo como ella lo fue.

Sus 5 años de edad trajeron consigo la obligación de asistir a la escuela primaria, allí fue la primera vez que tuvo contacto con el adorable y valiente Hyunjin, que era casi dos años mayor que él, y cursaba Segundo grado. Aunque su edad y grado parecían ser un impedimento para llegar a ser buenos amigos, ellos derribaron cualquier pretexto. Desde el día en que dijeron sus nombres al otro en el parque de juegos fueron inseparables, casi como si una fuerza superior fuera la responsable de tal unión. La madre de Hyunjin conoció a Felix y desde ese día lo adopto como su hijo. Cuando la nana y Olivia conocieron a Hyunjin lo adoraron, sabiendo que el chico mayor siempre protegería a Felix. Pero él día en que Hyunjin conoció el padre de Felix, solo se pudo fijar en el arrugado ceño del señor Lee y no pudo evitar preguntarse así mismo las razones por las cuales el papá de Felix estaría enojado.

El séptimo cumpleaños de Felix llegó. Olivia organizo una pequeña fiesta para Felix aprovechando la ausencia de su padre por cuestiones de trabajo. Hyunjin y su madre fueron los invitados. Un pastel de chocolate y 7 velas sobre este se reflejaban en la cara del pequeño con lindas pecas adornando su cara, él nunca había tenido una celebración de tal magnitud, miró al dueño de aquellos ojos cafés como las avellanas sentado frente a él que brillaban de alegría al verlo feliz.
Después del deseo y el humo de las velas apagadas dejando en obscuridad el comedor de los Lee, fue la manera en el que el desastre fue advertido. Los gritos del padre de Felix se sintieron en toda la casa, la madre de Hyunjin y Olivia trataron de calmarlo, pero eso no ocurrió. Felix llorando en el apretado abrazo de Hyunjin. Hyunjin y su madre partieron a regañadientes echados de la casa por el señor Lee. Felix se escondió en el armario por mandato de Olivia quien discutió con su furico padre, que con rabia le cuestionaba el cómo podía celebrar tan "detestable fecha", diciendo que él día en que Felix nació había matado a el amor de su vida, matando junto a ella toda su felicidad.
Felix, con lagrimas en los ojos, escuchó palabra por palabra las cuales encontraron nido en su mente, para molestarlo siempre que hubiera oportunidad.

Picture me - HyunlixWhere stories live. Discover now