Vacaciones Bien Merecidas - Aristemo

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Las últimas semanas la pareja había estado más que ocupados, entre el trabajo y todo lo relacionado con la universidad, proyectos, exámenes por el fin de semestre. Prácticamente solo se veían unos minutos al amanecer y otros antes de dormir, pues ni siquiera desayunaban o cenaban juntos.

Así que el mínimo tiempo libre lo utilizaban para besarse y preguntarse un poco de su día, solo eso.

Ari estaba desesperado, en verdad ansiaba el poder pasar un día solo con su prometido, platicar, abrazarlo, besarlo y mucha cosas más, que claramente no diría en voz, alta. Por todo eso tomo una decisión, la cual esperaba que fuera buena a los ojos de su prometido.

Con algo de nerviosismo y con la pequeña caja en sus manos entró a la casa el rizado, de inmediato fue a su habitación, después de ver que no estaba en el resto de la casa Temo. En cuanto abrió la puerta y logró verlo acostado en la cama, sonrió ampliamente, acercándose.

— Hola —susurró el castaño, moviéndose para recargar su cabeza en el pecho de su pareja, había estado luchando con su sueño solo para pasar un momento con él.

— Hola tahí, ¿qué tal tu día? —preguntó Ari comenzando a acariciar el cabello de su prometido, dándole un pequeño beso en la frente.

— No hagas eso, o en verdad me dormiré —pidió abultado un poco sus labios— Estuvo bien, pero cada día te extraño más, ni siquiera podemos hablar sin que me esté durmiendo.

— Está bien, no importa, en unos días será el fin de semestre y recuperaremos el tiempo libre. Ahora duerme, descansa todo lo que puedas —dijo el rizado, la sorpresa podía esperar.

— Pero ni siquiera hemos hablado de nuestro día —musitó Temo.

— Está bien hablaremos después, ahora descansa —pidió Ari besando los labios de su prometido por tan solo unos segundos.

Casi de inmediato el castaño se durmió profundamente. Con una sonrisa Ari se separó para dejar la caja en uno de los cajones, sabía que estaba muy cansado, tanto que no noto la caja, darle la sorpresa podía esperar.

Los siguientes días el rizado tampoco pudo darle la caja, cada día por situaciones diferentes, ya sea que llegaba condado, o lo encontraba durmiendo o él se quedaba dormido antes de llegar y demás.

Pero el día de hoy no pasaría ninguna de esas cosas, le daría porque le daría esa caja que seguía oculta en uno de sus cajones.

Ari entró a la habitación con una gran sonrisa, estaba cansado, sin embargo su felicidad es mayor, estaba por cambiarse, pero la puerta fue abierta por su prometido, por lo que de inmediato se acercó.

— Hola tahí —susurró el castaño jalado del paliacate que hay del cuello de su prometido para besarlo.

— Amo que hagas eso —admitió con una gran sonrisa Ari, sintiendo sus mejillas sonrojadas — ¿Qué tal tu día?

— Estuvo bien, recibí mi última calificación por lo que es oficial que termine un semestre más en la universidad ¿y tú, qué tal tu día? — murmuró Temo aventándose a la cama siendo seguido por su pareja.

— Estuvo bastante bien a decir verdad, también recibí mi última calificación —susurró el rizado recargando su cabeza en el pecho del contrario— ¿Qué te gustaría hacer después de superar estos días de locos?

— Mhh, no lo sé... Quizá podríamos solo quedarnos acostados besándonos y otras cosas más hasta que nos hartemos —propuso con una gran sonrisa y las mejillas teñidas de rojo levemente.

Ari soltó una risita, levantándose para colocarse encima de su prometido, dedicándole una sonrisa coqueta, tras entender a qué se refería.

— Sabes que jamás me hartaré de todo lo que tenga que ver contigo —recordó el rizado antes de unir sus labios con los de Temo, sacándole un pequeño jadeo cuando sus lenguas hicieron contacto dentro del beso.

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