Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—Estoy ocupada ahora mismo.
La mujer no desistió ante aquellas palabras. Vanessa intentó enfocar su atención en el libro que fingía leer, leyendo la misma línea una y otra vez. Y a pesar de que intentase entender lo que decía, aquellas se veían como palabras desconocidas. Porque su mente estaba en un plano completamente distinto.
—Sólo queremos asegurarnos de que tomes la decisión correcta mañana. —alegó el hombre, situado a un lado del ventanal de la habitación. Su mirada clavada sobre su primogénita, presionando silenciosamente su persona.
La castaña contuvo la ira. Escuchar aquellas palabras despertaban lo peor en su interior. Una sensación de quemazón en lo más profundo de su pecho. ¿Cómo les podía dar la cara para decirle una cosa así?
Pero tragó todo ese nudo que comenzaba a formarse en su garganta. Una díamás, y todo acabará, se repitió mentalmente. Mordió el interior de su mejilla, asintiendo.
—Sí, haré lo correcto. —habló dificultosamente. Plantó una falsa sonrisa en sus labios, que pareció transmitir alivio a sus progenitores. —Lo prometo.
Ellos se marcharon, dándole las buenas noches, y alegando que mañana sería un día muy importante. Vanessa lo sabía, claro que sí.
Y no estaba menos nerviosa por eso. En todo el día, su mente no había podido dejar de repetir las palabras de Tori en su cabeza.
Ella era un divergente.
Una divergente.
Aún no caía en cuenta.
Le había dicho a sus padres que la prueba había salido bien, y que la enviaron a casa porque los nervios la hicieron sentir enferma. La osada había cargado sus datos manualmente, y eso la había tranquilizado un poco.
Su mente era un auténtico caos. Mañana tendría que tomar una decisión que venía meditando hace muchísimo tiempo, pero que indudablemente causaría un gran revuelo en todo Erudición. Y a eso, le tenía que sumar el hecho de no ser descubierta por lo que era.
Sí, definitivamente un desastre.
Esa noche, Vanessa se durmió con la esperanza de que todo resulte acorde a su planificación, de lo contrario, estaba muerta.
[...]
—¡Osadía!
El auditorio entero se sumió en un coro de voces y murmullos sorprendidos ante la decisión de Beatriz Prior, quien ahora estaba siendo recibida de forma eufórica por los osados, con gritos y exclamaciones de alegría. Sin dudas, todos estaban perplejos.
Por el rabillo del ojo, Vanessa vislumbró a sus padres, que estaban a su lado. Ellos hablaban sobre la familia de Abnegación con la que se encontraban luchando por la candidatura. No escuchó que decían con exactitud, pero estaba muy segura que usarían lo que había sucedido hoy para ir en contra de los Prior. Pues Caleb, el otro hijo, también le dió la espalda a su anterior facción, eligiendo Erudición.
Les venía como anillo al dedo.
Lástima que también se llevarían una gran sorpresa.
—¡Vanessa Colleman! —Marcus llamó su nombre, y el momento llegó.
La castaña tuvo que restregar las manos contra la tela de sus pantalones de vestir, inspirando una gran cantidad de aire, esperando tener la fuerza suficiente para poder hacer lo que debía en momentos siguientes. Se levantó, con la sala sumida en un completo silencio, y todos los ojos sobre ella.
Antes de emprender camino, vió a sus padres. Ambos se encontraban allí, enviándole incisivas miradas con orbes desencajados, reluciendo así el miedo y los nervios que arraigaba la situación misma.
Vanessa reprimió todo ese cúmulo de sentimientos que se le arremolinaban en la boca del estómago, y volteó. No iba a mirar atrás. No lo haría.
Sus padres la habían utilizado como un recipiente de experimentos por muchísimo tiempo, siempre con la excusa de que todo era por el bien de la sociedad. Pero nunca por ella. Nadie había pensado en ella. Por eso, ahora mismo es cuando debía colocarse en primer lugar, sin importarle nadie más. Solo ella misma.
Se encontró ahí, con el cuchillo en una de sus manos, y la piel de la otra a punto se ser cortada. Sus labios se presionaron cuando ejerció fuerza en ello, experimentando un leve dolor. La sangre se hizo ver, y cerró los ojos por unos segundos.
El líquido rojo se deslizaba por su mano, a punto de caer. Se encontraba sobre el recipiente de Erudición, probablemente sus padres creerían que esa iba a ser su decisión.
Estaban equivocados.
Porque lentamente, movió su puño hacia otro de los recipientes, uno donde los carbones negros quemaban con fervor. Cuando la gota de sangre cayó, se le escuchó hervir sobre la superficie caliente.
Otra vez, justo como había ocurrido con la hija de los Prior, un sonido de asombro en conjunto invadió la sala. Todos sorprendidos nuevamente.
Vanessa dejó salir todo el aire que estuvo reteniendo. No hay vuelta atrás.
