Tercera temporada de "Echo" y "Fujioka".
El último grito que ensordecerá todo su alrededor comienza a escucharse. El final está cerca.
La revolución de Fujioka Echo está a un solo paso de desarmar la sociedad entera de héroes, pero ellos no serán...
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『 I r r e c o n o c i b l e』
«If i disappear
will you
¿look for me?».
...
— Me ha sido bastante fácil encontraros— decretó ella, curvando su cuello en una actitud desdeñosa—. Me esperaba algo más complicado.
Katsuki no respondió de vuelta. Su voz era la misma de siempre, sosegada y con un tinte serio. E incluso su cuerpo lo era, pero... Había algo fuera de lugar. Algo que Izuku también intuía, y que a este le ponía los bellos de punta.
Toda esa desconfianza se hizo mucho más notoria cuando Echo dio un paso de más, mostrando con mayor fulgor la sangre que decoraba no sólo su traje, si no también su rostro. Estaba comenzando a secarse, pero parecía reciente.
Ambos se vieron anonadados, sin que una sola palabra pudiese salir de sus labios. Cada uno reaccionando de una manera diferente a lo que veían; Deku con el estómago revuelto y tragando saliva, y Bakugō con un cúmulo de sensaciones mezcladas, que fue de un desahogo, a la molestia, y después a la aprensión.
Por alguna razón, el rubio necesitó cerciorarse de que sus ojos veían con claridad, por lo que decidió examinarla por completo. De arriba abajo.
Buscando alguna herida que explicase el sangrado a pesar de que era imposible que todo el plasma de su cuerpo fuese suyo; preguntándose de quién, entonces, sería aquella sangre.
Atendió inclusive a su vestimenta, al igual que los ojos verdes de Midoriya captaron desde el principio. Un traje bien armado y potente, muy diferente al blanco del principio, o al negro que había utilizado de entre medio. Sin embargo, Bakugō le dedicó unos segundos de más a sus manos.
Las cuales no sólo estaban decoradas con sus guantes, si no que también estaban manchadas del mismo color carmesí que el resto de su ropa y rostro.
— No es ella.
Sólo le hacía falta dar un ligero vistazo para saberlo.
— Sus ojos...— Izuku se inquietaba al mirarlos. Esos relucientes ojos rojos que los observaban como si fueran unas indefensas presas, y ella un auténtico depredador.
— Mierda— rechistó el explosivo, chasqueando la lengua en el proceso—. ¡Esa no es ella!
Los jóvenes ojearon a Echo. Esta se les acercaba con una parsimonia peligrosa, mostrando un misterio inusual en su forma de caminar. La mirada en sus ojos era más oscura que nunca, y esa perversa sonrisa no se desvanecía de sus rosados labios.
