Seventeen

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Empecé a toser de manera incontrolable, mientras que me enderezaba en la cama y trataba de mantenerme tranquila. Estaba enferma, por haberme metido al agua.

Estúpido Francia.

Me recoste de nuevo cuando el cansancio me invadió mientras que cerraba los ojos tratando de que el ardor en ellos disminuyera.

—¿Cómo está la enferma?— Argentina entro a la pieza donde estaba mientras sonreía, aún estaba decaído, tenía que mover mis piezas rápido, no habíamos hecho nada en la playa para juntarlos por el simple hecho de que Argentina necesitaba calmarse.

—Como el orto, gentil de tu parte preguntar— le aseguré con tranquilidad mientras que sentía mi nariz gotear y mi garganta doler, de hecho, mi voz salía congestionada y ronca.

—De nada, te traje unas pastillas— dijo sonriendo acariciando mi frente para ver si tenía fiebre.

—Estoy bien— le aseguré mientras que me negaba a tomar esos medicamentos.

—No te vas a sanar de la nada, por favor, toma las pastillas.

—Me cure de cosas peores, esto no debe ser nada.

—Tómate la pastilla carajo— me regañó mientras que la dejaba en la mesita de noche que había al lado de mi cama— Francia e Inglaterra preguntaron por vos, como Rusia y Alemania. Se preocuparon cuando no te vieron llegar conmigo.

—Decile gracias y que se dejen de joder que solo es un poco de tos y fiebre— le pedí mientras que me enderezaba, tratando de ignorar el ardor en mis ojos.

—Francia se veía muy preocupado por vos, le dije que podía pasar a visitarnos cuando quiera.

—¿Para qué?

—Para que te vea, insensible, ya sé que ustedes tuvieron sus cruces antes, pero ya pasaron, es un buen pibe.

—Me chupa tres huevos, yo no siento rencores por la guerra, fuimos de alguna manera compañeros de guerra, nada más— le dije con molestia mientras que tomaba un pañuelo y de forma brusca limpiaba mi nariz, estaba arta de mocos.

—¿Entonces por qué peleas con él todo el tiempo?

—Metete en tus asuntos la que te pario— esquive el tema de forma grosera mientras que me tapaba y le daba la espalda— vos...preocupate por acomodar esa cabecita tuya y ver lo que querés hacer con el gringo.

—No voy a volver con él— aseguró con firmeza, haciendo que me de la vuelta y lo enfrente con algo de molestia ¿cómo dijo que dijo?

—Estaba borracho,  yo se muy bien lo que las personas hacen estando borrachas, además, lo apartó, apartó a Rusia, si bien no es ningún santo, no te lo quiso contar para evitar esto— estaba sonando a la defensiva, como si yo estuviera defendiendo al yankee, pero en realidad sabia que de ese cara estrellada dependía la felicidad de mi hijo.

—Y no contarmelo fue peor— aseguró con tranquilidad, pero con claro resentimiento en su voz.

—Tragate la bronca, que no sirve de nada, a menos que estés en guerra. En el amor y en la guerra todo se permite, dicen. Perdonalo, perdonar no implica olvidar, implica soltar y ser libre de cargar con el resentimiento, sos demasiado bueno para ese tipo de cosas.

—No soy tan bueno como vos crees— susurró con una sonrisa, haciendo que sonría y acaricie su rostro.

—Sos mejor que yo, por eso te digo lo que te digo.

Iba a refutar, pero en ese momento la puerta fue tocada, haciendo que suspire y se pare de donde estaba sentado para caminar a la planta baja y ver de quién se  trataba.

Memory de amour |FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora