CAPÍTULO 4:¡Corro por mi vida animal!

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Narra Alexander

Despertar a una bestia es algo peligroso, ya que no sabes como si será de esas que te perseguirán hasta el final de tus días. Oh esas que, así como tan pronto las despiertas, tan pronto pierden el interés, pues existen más presas por cazar.

Lastimosamente para ella yo soy de los que te persiguen toda tu vida.

― ¿Qué te pasa?, venimos aquí para pasar un momento agradable no para que acoses a una chica con quien apenas cruzaste palabras. ―Regaña Alexa.

―Puede que esa chica sea mi nuevo juguete. ―La miro de reojo, levantándome y yendo detrás de ella; quien está afuera del restaurante hablando con la mesera hace un segundo. Ambas se dan cuenta de mi presencia, pero ella voltea a verme.

―Demonios. ―Dice para comenzar a correr.

Sonrío por lo ridículo que resulta, camino a mi auto para subirme en él y seguirla; por el retrovisor miro a una Alexa salir enojada, pero lo ignoro ahora mismo mis intereses son otros. Manejo de manera algo lenta mirando su cara de preocupación, dobla a la derecha y cruza la calle entrando al parque cercano. Aparco el auto para bajar ya de él. Voy tras ella una vez mas hasta que la encuentro sentada en una banca tomando aire.

― ¿Ahora si ya dejaras ese estúpido juego de correr de mí? ―Hablo apenas acercándome a ella. Quien se levanta rápidamente comenzando esta tontería. ― ¡podrías detenerte! ―. Grito corriendo tras ella.

―Jamás eres un maldito neandertal que me lastimara después de lo que hice. ―Voltea ligeramente y regresa al frente.

Pero aun así puedo darme cuenta de que ya está cansada y su velocidad disminuye.

― ¡Además estoy corriendo por mi vida animal!

―Te lo advertí. ―Pronuncio corriendo más rápido hasta derribarla y voltearla para que me mire. ― ¿Animal eh? ―Tomo sus muñecas a los lados ejerciendo presión.

―Si. ―Me encara, con una mirada juguetona y molesta. ―eres un animal, que cree que...

―Uno al que jodiste yumbrel, uno al que le debes una disculpa, y con quien debiste meterte. ―La interrumpo. Una risita forma de sus labios y deja de tensarse.

―Si es lo que quieres, entonces no tengo opción discúlpame bestia. ―Dice con una sonrisa divertida. Miro su rostro sus ojos son del tono de su cabello el cual es ondulado. Es hermosa y tiene ese brillo en sus ojos que me ínsita a jugar un tiempo con ella; un juguete personal nuevo.

―Ahora que ya te pedí disculpas me podrías soltar, estas lastimándome. ―Se queja disgustada y moviéndose debajo de mi pero no de la manera que yo quisiera.

―No, quiero. ―Afirmo firme. Ella voltea aun lado.

―Mierda, la policía. ―Se preocupa.

―Están en mi domina, no me tocaran.

―Si, si claro lo que diga el estúpido reyecito magia. ―Contengo la risa.

―Es mafia, y ahora mismo hare lo que quiera contigo insolente. ―Aseguro, acercándome a su cuello, el aroma de su piel llega a mi nariz. Cautivándome por lo fresco que es y dulce que resulta.

― ¡Te equivocas! ― Espeta, haciéndome sentir un rodillazo en las pelotas. Ocasionando que la suelte; se levanta rápido y corre, minutos después tras recuperarme de golpe voy siguiéndola cuando la miro entrar en un taxi.

Jodida mocosa la próxima me la pagaras esta erección me la bajaras pronto. ―Me recalco comenzando a caminar a mi auto para ir a casa de Sabrina a que haga su trabajo como mi puta personal. Después de todo mi verga le encanta a la muy zorra. Saco mi teléfono ya que esta vibrando, son los mensajes de mi hermana reclamándome, apago de regreso el teléfono y comienzo a manejar hasta la casa de Sabrina. A los pocos minutos llego a su casa, aparco y bajo caminando a su puerta hasta llegar toco un par de veces y ella aparece abriendo la puerta.

Perversamente  PeligrosoWhere stories live. Discover now