Mi bella dama...

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Aquella chica de ojos verdes y cabellos dorados adornados con dos trenzas se encontraba en el mismo lugar de siempre, en un agujerito de aquel Instituto en donde solo ella venía a dibujar sin parar de mirar el mismo lugar.

Varios hablaban de ella y la catalogaban alguien muy rara, aunque los rumores siempre iban de alli para alla, ya no se le hacian raros y ni la sorprendían.

Mei, de su parte, no ponía atención en lo absoluto a los demás y solo mantenía su vista en su cuaderno de dibujo y, lo que parecía ser lo que ella dibuja.

Mientras dibujaba olvidaba todo lo que pasaba a su alrededor, y era realmente genial en algunas circunstancias, pero hoy era una excepción.

No dejaba de pensar en su hermana.

Mai se encontraba en casa hoy por que le había subido la fiebre, ella, por su parte, le prometió decirle como iba con su dibujo sorpresa, y claro que darle copia de la clase que tendrían hoy.

Gracias a aquella figura que ella miraba, podía tranquilizarse un poco..

Estaba tan perdida Mei en su mente que no se había percatado que su amigo se encontraba sentado a su lado.

-Que lindo lugar.- dijo con una voz suave aquel chico, mientras en el se reflejaba una sonrisa.

-¿Eh?...¿¡Eeeeeh!?

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Gran susto se había dado, el chico de cabellos monos solo solto una pequeña risita cambiada a un quejido de dolor al ver que la contraria le había tirado el cuaderno en la cara.

-Eh...¡Perdón!.- Se disculpó al ver de quien se trataba.

Su mejor amigo.

-Tranquila...me lo merezco.-El oji-Amarillo luego de dejar de estar en un trance gracias al golpe, le devolvió el cuaderno a la menor, con una sonrisa como siempre.-Prometo que no vi nada, ni un dibujo.-Se excusó el limon, pues sabía que a ella no le agradaba la idea de mostrar sus dibujos a alguien, al menos no terminados o al menos bien presentados, o coloreados.

-Lo se, lo se.-Dijo Mei con una sonrisa recibiendo aquel cuaderno.-Se cómo eres y sé que tu si respetas mis cosas privadas.-

Al haver dicho esas frases, recordó cuando a esta le quitaban su cuaderno, ya que era lo único que sabían que  ella hay si pondría atención en lo que ellos decían; que le degustaban mucho su forma de ser.

Mientras, Yamabuki, (ellos estudiaban antes en el mismo Instituto, antes de llegar a al Kagome.) les arrebataba el cuaderno de ella, y siempre la defendía, que lindos recuerdos...

-Y...cambiando de tema, ¿ya les dijiste a tus padres acerca de "aquello"?- Mencionó de la nada Lemon.

-¿Algo? ¿Qué de que?-No caía en cuenta, si Yamabuki-Kun no le hacia señas, se quedaría asi toda la vida.- ¡Ha! Eso...

Callo un momento, suspiro y luego miro a Lemon, quién al verla asi se asusto.

-No les he contado aún, les contaré mañana.-Sonrio, Yamabuki suspiro aliviado y sonrio.

-¡Me asustaste! Pensé que te habían dicho cosas feas...

-No fue asi, igual gracias por preocuparte..-Sonrió de nuevo Mei.

-¿Y lo de dibujo? -Volvió a hablar el Oji-Amarillo.

-Siguen igual.

Qué triste, sus padres no entendían a las dos gemelas, quienes amaban apacionalmente el dibujo, ellos solo le daban incomprensión.

-Okey...entonces significa que aún puedo guardas estas obras de arte en mi mochila.- Se refería el más alto a sus demás dibujos, algunas pinturas y lapices de ella, y ni hablar de sus retratos de paisajes del Instituto, pesaba al carajo pero, ¿Valia la pena? La respuesta es que si, valia cada maldito minuto, se decía Yamabuki a si mismo.

Una dama en un jardín...Where stories live. Discover now