Capítulo 2

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Antes de que saliera el sol, la guardia de seguridad de la residencia Santemo fue reunida en el comedor como era costumbre; pero faltaba un elemento.

―¡¿Dónde diablos está la nueva?! ―preguntó Pablo al darse cuenta inmediatamente.

Era obvio que a ella era a la primera que iba a echar de menos.

―¡¿Dónde más?! ―exclamó Sean, otro de los custodios―. ¡Dormida!

Y todos rieron al unísono, justo cuando Tamy llegaba.

―Disculpen, no volverá a ocurrir. Hace unos minutos venía saliendo de la habitación y los vi desde lejos, no traían uniforme y... tuve que regresar a cambiarme. No volverá a suceder.

Pablo la miró severamente y asintió con la cabeza. ―Sólo te dejo pasar esta, porque ciertamente anoche olvidé decirte que a primera hora es el entrenamiento hasta las 7.00 horas, luego 15 minutos para la ducha y estar listos en la cocina para el desayuno; y a las 7.30... ocupar sus posiciones... ¿Captaste la rutina o debo explicarte más despacio?

El tono de aquel hombre no le gustó a Tamy, pero asintió con la cabeza. Después de todo, era su jefe y le debía respeto.

El entrenamiento consistía en correr veinticinco minutos alrededor de la propiedad – oportunidad que se aprovechaba para ver que todo estuviera en orden – y seguidamente se trasladaban ya sea al gimnasio, o al espacio de tiro que era una cuarto en el sótano a prueba de ruidos donde practicaban tres días por semana.

Durante el desayuno, se comentó acerca de la visita del socio del señor Santemo, el cual se convertiría en su yerno según sus planes. El sirio llegaría el fin de semana, dentro de tres días, y cuando esto sucediera, debían extremar la vigilancia a petición del señor Emilio; no permitiría por ningún motivo cualquier inconveniente durante la permanencia del importante socio. Terminado el desayuno, todos partieron a sus rutinas, y Tamy, tal como indicaban las instrucciones que había estudiado en la USB, se quedó a esperar que la señorita iniciara su día.

 Terminado el desayuno, todos partieron a sus rutinas, y Tamy, tal como indicaban las instrucciones que había estudiado en la USB, se quedó a esperar que la señorita iniciara su día

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Emilio Santemo había dormido poco. La mayor parte del tiempo estuvo concentrado en el nuevo proyecto que le presentaría a Abdalasis. Necesitaba que aquella sociedad se hiciera fuerte y efectiva. Estaba trabajando en un proyecto secreto que a todos parecería una locura; pero no a su futuro yerno. A media mañana abandonó la residencia acompañado como siempre de su escolta personal hacia sus laboratorios, los cuales se hallaban algo alejados de la ciudad.

El Complejo Santemo eran unas enormes construcciones que albergaban laboratorios y fábricas de armamentos, los cuales fueron objeto en una ocasión de una fuerte inspección gubernamental tras las serias acusaciones hechas por un exempleado; que acusó al magnate de realizar operaciones ilegales y encubiertas que iban contra el estado y la humanidad, de la fabricación de armamento nuclear ilegal e incluso, de realizar experimentos con seres humanos, lo cual fue negado rotundamente por el propietario de la industria y él mismo hubo de convocar rigurosas requisas por parte del gobierno en aras de desmentir aquellas calumnias. El sujeto que presentó las acusaciones fue hallado muerto, aparentemente víctima de un asalto una semana después de sus públicos comentarios, y aunque para muchos resultara sospechosa su muerte, no hubo cómo relacionarla con su antiguo patrón.

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