Capítulo 1: Dos semanas antes.

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Retoco mi eyeliner exagerando mi maquillaje un poco más. Soy esa clase de persona a la que le gusta llamar la atención cuando sale. Realmente es imposible no fijarse en mí en este pueblo; la chica rara que viste de negro y lleva medias en los brazos.

Sí. Esa soy yo.

Jade Lynx.

—Me voy.— grito antes de cerrar la puerta.

Mi madre comienza a gritarme las típicas preguntas de "a dónde vas" "con quién" "qué vas a hacer" "te quiero en casa antes de la cena"

Saco mis cascos y pongo "El Trapecio" de Marea, uno de mis grupos favoritos. Camino por la acera mirando fijamente al frente ignorando los comentarios sobre mi escote, mi falda corta o mis botas.

La gente me da tanto asco. Pienso.

Después de unos minutos llego a nuestro lugar; La farola.

Suena estúpido ¿verdad?

Pero como siempre, casi a la misma hora, ahí está. Con su camiseta gris ancha, sus pantalones negros con cadenas, su pelo largo revuelto por el viento, y sus zapatillas desgastadas por el skate. 

—Te ves muy estúpido esperando, no va ha venir.— le digo mientras me acerco a él.

—¿En serio?— se acerca un poco a mí —Tendré que ir a buscarla entonces.— 

—Ni se te ocurra hacer lo que estás pensando.—le amenazo.

Una carcajada se escapa de sus labios.

—¿Y me lo vas a impedir tú?— se agacha un poco para quedar a mi altura.

Bufo y miro a otro lado.

Deja el skate en el suelo y me agarra de la cintura.

—Veamos si has practicado —susurra.

—Espera ¿qué?— me agarro a su cintura.

Se sube en el skate y me sube también antes de bajar toda la calle.

—¡Aslan esto no tiene gracia!— me agarro a él, vamos demasiado deprisa.

—No te pasará nada.

Perdemos el equilibrio al llegar al final de la calle. Un ciclista se cruza y él intenta frenar pero caemos al suelo. Me agarra de los hombros haciendo que caiga encima suya. El skate se queda enganchado en las patas de un banco unos metros adelante.

Abro los ojos y me incorporo lentamente.

—¡Gilipollas!— le grito al ciclista aunque seguramente ya no pueda escucharme.

Miro a Aslan, sigue en el suelo. Tiene raspado el hombro y no sé como también tiene un pequeño corte en el labio.

—¿Estás bien?— muevo un poco su mentón.

Suelta un leve gemido y se toca el hombro dolorido.

—¿Tú?—esquiva mi pregunta.

—Sí.

Abre los ojos y me mira.

—Ves, te dije que no te pasaría nada.— sonríe cálidamente.

Suspiro y me levanto.

—Podría haber sido peor sabes, ¿en qué estabas pensando?— le digo cabreada.

—Pensé que sería divertido.— se incorpora y le ayudo a levantarse.

—¿Divertido? ¿Y si te pasa algo?— digo con seriedad.

Si te pasa algo... Yo... Yo... No me lo perdonaría jamás.

A través de míWhere stories live. Discover now